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Rajoy no escarmienta en cabeza ajena

Francisco Giménez-Alemán / Opinión.- Es de suponer que Javier Arenas aún no se ha arrepentido suficientemente de haber declinado en su día la invitación a participar en el debate de Canal Sur TV en las elecciones que ganó sin la suficiente mayoría para ser investido presidente de la Junta y, por tanto, de haber formado el primer Gobierno autonómico del PP en Andalucía.

Y es de suponer porque a juicio de politólogos y de los periodistas que siguieron de cerca aquella campaña electoral, al líder de los populares sólo le faltaron algunos gramos de valor añadido que, a buen seguro –dicen- le hubieran aportado su simple comparecencia en el plató del debate a cuatro. Sin embargo, el titular que quedó en la opinión pública: Arenas se ha rajado, tiene miedo, fue devastador y acaso le hizo perder la mayoría absoluta que todas las encuestas le anticipaban.

 

Tal como ocurriera en aquella ocasión en Andalucía, es nuestro parecer que Mariano Rajoy se ha equivocado de medio a medio y que las consecuencias las puede pagar el 20-D.

Porque lo malo no es la mera ausencia de un programa de TV. Lo verdaderamente dañino es la explotación que antes y después del debate se puede hacer, y de hecho se hizo, traduciendo el gesto en síntomas de cobardía o, lo que es peor, en manifestación de arrogancia al creerse ya ganador de los comicios.

Es lo que estamos presenciando estos días tras la espantada del Presidente del Gobierno del debate organizado por el diario El País y que tanto está dando que hablar y que escribir. Tal como ocurriera en aquella ocasión en Andalucía, es nuestro parecer que Mariano Rajoy se ha equivocado de medio a medio y que las consecuencias las puede pagar el 20-D.
Existen unos cálculos de mercadotecnia aplicada a la política según los cuales lo ganado, ganado está, y en todo caso la encerrona se podría volver en contra del candidato. Es cierto, y una versión y su contraria darían para largas discusiones como de hecho está ocurriendo en las tertulias radiofónicas o televisivas.

Tampoco los columnistas de la prensa escrita alcanzan un consenso sobre este punto. En todo caso, mejor presencia que ausencia, como norma general, al parecer no del agrado de los áulicos consejeros del Presidente del Partido Popular, el partido que desde hace cuatro años Gobierna en España.

No recuerdo otras elecciones tan reñidas, de no ser las que a los puntos perdió José María Aznar frente a Felipe González en 1993. Pero las circunstancias eran muy distintas y no había un tercer partido en liza como sucede ahora con Ciudadanos que compite en el centro ideológico, pero amenazando seriamente al PP. El caladero natural de Albert Rivera parece ser el voto moderado del centro que en un 80 por ciento era hasta ahora de los populares. Acaso un 20 por ciento sea propiedad del PSOE. Pero dejemos las especulaciones porque nunca hubo en España, desde 1977, unos comicios tan inopinados, tan imprevisibles como los que celebraremos el próximo día 20 de este mes.

Nadie lo sabe. Pero la experiencia demuestra un hecho incontestable: Rajoy no ha escarmentado en cabeza ajena, la de Arenas. Ha debido asistir al debate –interesantísimo, periodístico cien por cien- de El País, y aun está a tiempo, rectificar y aparecer en del A3media. La noche del domingo 20 sabremos, sin discusión, quien tenía razón.