The news is by your side.

Rajoy y Pedro Sánchez deben irse a su casa

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez

Aunque dé la sensación de que el mundo no sigue girando ni avanzando (o retrocediendo, según el caso) porque España sigue sin gobierno, en realidad los problemas que habían han aumentado, otros nuevos han aparecido y nadie parece tener la solución para evitar que esta crisis política y de gobernabilidad que padecemos no se enquiste en la raíz institucional de nuestra democracia y empiece a remover seriamente los cimientos sobre los que se asienta nuestra sociedad.
Recuerdo cuando después de enero escribí que no era un drama ir a unas segundas elecciones, entendiendo como tal el mandato de Willy Brandt al asegurar que los problemas de la democracia se arreglaban “con más democracia”. En este sentido me pregunté qué había más democrático que unas elecciones parlamentarias… ciertamente pensé que volver de nuevo a las urnas ayudaría a despejar el camino lo suficiente como para no seguir atrancados en el esperpento político y el bloqueo llamado “democrático”. Y, en cuanto a la aritmética, no me equivoqué demasiado: el PP volvió a ganar obteniendo una ventaja sobre el segundo de 52 diputados, aunque muy lejos aún de la mayoría absoluta.
No deja de ser curioso escuchar cuántos dicen eso de que “ya no existen mayorías absolutas, hay que dialogar y consensuar” mientras se cierran a cualquier diálogo y niegan cualquier legitimidad que no sea la de ellos mismos. Imagino alguna democracia seria y consolidada que se enfrente a una situación similar a la que vivimos hoy en España y me es imposible visualizar ninguna. O dicho de otro modo: las cuestiones de gobernabilidad que se están planteando en este país son conflictos y desafíos que o bien ya fueron superados hace décadas por otras democracias o, directamente, jamás podrían darse en otra estructura nacional.

Qué sistema electoral propondrían aquellos que dicen que debe ser “más representativo” y, a la vez, pretenden construir coaliciones gubernamentales sólidas y duraderas, basándose en una estafa intelectual llamada “transversalidad”.

A mí me gustaría saber, por ejemplo, qué sistema electoral propondrían aquellos que dicen que debe ser “más representativo” y, a la vez, pretenden construir coaliciones gubernamentales sólidas y duraderas, basándose en una estafa intelectual llamada “transversalidad” y explicada de manera perfecta por Pedro Sánchez en La Sexta Noche: “la lógica es el cambio, no la derecha o la izquierda”. Es decir, su presidencia y nada más. En España o es Pedro Sánchez el presidente o vamos a votar hasta que el PP tenga mayoría absoluta o al PSOE le salgan las cuentas con Podemos.
Pero, como decía, mientras nos perdemos en estos debates que no son urgentes (nueva ley electoral) y en personajes que no son importantes (Pedro Sánchez), los problemas que teníamos en diciembre no solamente siguen encima de la mesa sino que, por desgracia, están más enquistados aún. Cada uno hará su propia lista, pero para mí los 3 principales desafíos nacionales son: Cataluña, los recortes exigidos y el futuro del sistema de pensiones. Dentro de estos dos últimos conflictos reside como propio y consustancial el paro y la precariedad de los nuevos empleos.
¿Existe algún plan viable de algún partido, o consensuado, que proponga una solución real (incluso progresiva) a estas rupturas que amenazan nuestra integridad territorial y nuestro estado del bienestar? Ya sabemos cuál es el plan de la derecha en materia económica: servir a los intereses de los privilegiados y atrancar el ascensor social de las clases humildes y trabajadoras.

Fue Willy Brandt quien aseguró, también, que “el futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado”. Por eso Rajoy y Pedro Sánchez deben apartarse de la vida política.

¿Qué hemos escuchado por la otra parte, en boca del nefasto Jordi Sevilla o del economista candidato del PSOE? No sé qué de la clase media, en ocasiones también “y trabajadora”. Pero no hay nada más peligroso para la conciencia de clase que esto de “la clase media”. Fue un invento de las democracias incipientes que necesitaban trasladar algún “objetivo” a los trabajadores para legitimar el sistema en cuestión. Entonces fue una buena idea para “civilizar” la lucha obrera y social. Pero ahora ha llegado el momento de entender (y denunciar) que no existe una “clase media” como tal, sino una clase trabajadora donde se concentra una mayoría social con un continuum que va desde trabajadores acomodados con salarios generosos hasta esos trabajadores precarios y desempleados de larga duración. Todos ellos, dentro de su pluralidad, tienen unos intereses comunes que defender frente a los intereses de las élites privilegiadas que dominan los países y se han fortalecido desde que estalló esta crisis ya perpetua.
Fue Willy Brandt quien aseguró, también, que “el futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado”. Por eso Rajoy y Pedro Sánchez deben apartarse de la vida política y dejar que el futuro se abra de manera natural- aunque costosa- en nuestro horizonte. Rajoy porque es en sí mismo la más viva imagen de un pasado impotente y fracasado; y Pedro Sánchez porque no tiene más misión en esta vida que recordar que fue elegido por la militancia y rechazado por Pablo Iglesias.