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Tras el 20D: Esto es ingobernable

Mientras que la ley electoral no sea distinta, será obligatorio entenderse entre diferentes para intentar gestionar España

Pepe Torrente / Opinión.- Nada hacía presagiar goleada alguna. Ni falta que hacía. Nadie vaticinó un triunfo electoral desmedido para ningún contendiente. Tras la goleada del Madrid al Rayo (10-2) esa misma tarde, que nos puso en la memoria aquellos 12 golpazos españoles al orgullo maltés de hace ya unas décadas, nadie apostaba ni medio céntimo de euro por más goleadas al uso merengue.

El avance de participación del mediodía era un dato raro que contradecía los vaticinios previos. A esa hora, la participación no era tan exagerada como podía esperarse. Y ahí empezaban las especulaciones a campar por las anchas y estrechas ideas de los atrevidos hijos de las hipótesis.

Los ciudadanos manifestaron durante la mañana su predilección por el paseo, la playa, el perro, las chuches, ir a misa, o leer un buen libro en el ambientado sol de este tenue y primaveral invierno. La participación oficial había caído un punto porcentual en el Estado con respecto a la anterior convocatoria. Ya por la tarde, el segundo avance mostró un incremento con respecto a las pasadas elecciones generales en 2011. Algo parecía que empezaba a moverse en la intención de los electores. Había que averiguar en qué dirección.

Y llegó el recuento. Confirmó que, efectivamente, el bipartidismo, tal y como había venido marcando la historia electoral de nuestro país, había sido derrotado. Ya no iba a ser cosa de dos: uno gobernando, y el otro haciendo oposición. La liza se amplía. Es ahora cuando llega el tiempo de la dificultad para gobernar. La estrategia de la palabra, del acuerdo, da paso a la comodidad de las mayorías. Otros prefieren denominarlo ingobernabilidad. Ojalá que hasta ahí no llegue el asunto. España tiene dificultades históricas para el entendimiento político entre diferentes, y esta es la hora de cambiar esa tendencia, aunque no se atisbe ese espíritu entre quienes habrían de protagonizar ese espectacular cambio de forma de ser política.

[blockquote style=»1″]Si a todo. Pero esto es ingobernable. Ahora es cuando más se echa de menos una ley electoral como la francesa, que pusiera en las manos del pueblo, en segunda vuelta, la solución a este cuadro de dudas resultante.[/blockquote]

Estas victorias marcadas por la escasez numérica ante el reto de conformar una mayoría suficiente para gobernar, no son triunfos, son dulces derrotas de amarga resaca. El PP es el más votado, sin duda, enhorabuena, Mariano Rajoy. Pedro Sánchez se estrella y baja de la línea ínfima dejada por Alfredo Pérez Rubalcaba en 110 diputados, vale. La remontada, como aquellas que hicieron historia en el Bernabéu con el Real Madrid de Juanito y Santillana tampoco ha sido tal con Podemos, aunque el éxito es un logro de Pablo. Las expectativas de Albert Rivera no han sido confirmadas por el recuento final, ni de lejos. Sí a todo. Pero esto es ingobernable. Ahora es cuando más se echa de menos una ley electoral como la francesa, que pusiera en las manos del pueblo, en segunda vuelta, la solución a este cuadro de dudas resultante.

Mientras que la ley electoral no sea distinta, hoy será obligatorio entenderse entre diferentes para intentar gobernar España. Esa es la orden que impuso el pueblo a través de las urnas. Otra cosa será ver cómo cada uno interpreta esas órdenes, y a qué precio de cesión está el cuarto y mitad de gobierno. O sea, en qué dirección hay que girar para no defraudar las expectativas de cambio de rumbo que han salido de las urnas. Doy por hecho que las necesidades del Reino de España estarán de manera preeminente encima de la mesa. Otra cosa será ver la prioridad de esas necesidades que haga valer cada cual. Soy pesimista, querido lector. Mucho.

Si bien históricamente el resultado de las noches electorales estaba siempre copado por dos grandes partidos, del 20-D se obtiene un gran cambio: la polarización resultante entre bloques ideológicos más que entre dos grandes partidos.

No, no va a ser fácil gobernar España a partir de ahora. Ni Mariano Rajoy, ni Pedro Sánchez tienen el camino expedito individualmente. Más aún con el Senado con posibilidad de vetar y mayoría popular retrasando los asuntos. Tampoco juntos, toda vez que niegan los socialistas cualquier posibilidad a esa gran coalición. Ni siquiera cada uno con aquellos a los que pueda convencer del resto del arco parlamentario.

Y la lectura abarca a la Andalucía de nuestras entretelas, otrora el granero oficial del socialismo más progresí, y que ha dejado de emitir certificados de barrido electoral allende Despeñaperros. ¿Será porque Susana no ha metido la quinta movilizadora entre los suyos? ¿Será porque había hecho caso a los cantos de sirena que pedían su estrellato en Madrid, y quería provocar que Pedro Sánchez se estrellara contra Mariano? El caso es que el batacazo del PSOE–A de 2015 ha seguido el curso que empezó en 2011. Esta vez solo ha perdido dos diputados desde aquella vez. Igual de batacazo que es que el PP pierda doce de los 33 diputados que tenía entonces. Un auténtico descalabro, sin duda.

Si hay que hacer análisis a vuelapluma, ahí va el primero. Pero, seguro, seguro, que no va a ser el último. Y usted que lo lea.