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Tres fuegos contra el PSOE

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch

La batalla electoral para el 26-J marcha hacia el punto de ebullición. Los partidos políticos aparecen hipermotivados. A pesar de saber que no solo en el Gobierno hay poder y pomada, sino que también lo hay en la oposición, todos parecen soñar con llegar, aunque fuera tangencialmente, a la Moncloa. Parecen pensar que si entre el 20-D y el cierre de la efímera XI legislatura,  estuvieron a punto de tocar la presidencia del gobierno, ahora, echando el resto, quizás puedan alcanzarla. De ahí el por qué, por ejemplo, de su desinterés real en llegar a un mínimo acuerdo de limitación en los gastos de campaña. 

Calándome el casco, preveo que los combates hasta el 26-J van a ser especial y exponencialmente cruentos. El fuego a cruzarse es una forma de acción muy versátil en la que intervienen múltiples materiales y calibres. Imprescindible para la maniobra general, el fuego puede también ver multiplicados sus efectos tanto por la maniobra de los propios fuegos como por la de sus vectores. Analizando las ya mostradas intenciones y capacidades de los cinco contendientes más visibles (PP, PSOE, P’s, C’s  e IU), me temo que es el PSOE quien más va a sufrir el machaqueo del fuego de los demás. 

En primer lugar está el que de forma deliberadamente heterodoxa llamo “fuego de tumulto”: todos tiran sobre todo y sobre todos. Es un fuego algo desordenado que comenzó hace tiempo. Incluso ahora mismo se están arreando  recíprocamente Izquierda Unida (IU) y Podemos (P’s), coaligados ya en Unidos Podemos (UP), en Valencia y Almería. Todo un ejemplo de hasta qué punto llega la tensión y el desencuentro entre ambas familias, con ocasión del reparto de dividendos en forma de puestos en las listas, tras el enlace Alberto-Pablo. No parecen muy lógicos tales  bombardeos cuando se está en plena luna de miel. Si de recién casados ya hay gresca ¿qué no habrá cuando pasen unos meses? En definitiva, del desmadrado “fuego de tumulto” de todos contra todos, el PSOE, que también arrea lo suyo, asimismo recibe la parte alícuota de lo que disparan todos los demás.   

La inasistencia del barón valenciano, Ximo Puig, al acto de proclamación de Pedro Sánchez como candidato de su partido a la presidencia del gobierno, es otro perverso efecto del fuego graneado de UP contra el PSOE.

En segundo lugar está el llamado, aunque nunca bien definido, “fuego graneado”. Yo lo concibo como un fuego de masa de todo tipo de armas y calibres disponibles, realizado principalmente en las inmediaciones del objetivo a batir. Tiene tres finalidades sucesivas: inicialmente, hostigar y quebrantar (abrir brecha) al enemigo; posteriormente, desequilibrarle y descomponerle; y, finalmente, completar su confusión y derrotarle en toda la línea. Éste es un fuego más concentrado y ordenado que el de tumulto, y es el que la coalición UP está dirigiendo con más pérfido interés contra el interior del PSOE. La reciente la oferta de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para que el PSOE se coaligara con UP, en una especie de frente popular reforzado, pertenece a este tipo de fuego. Aun a sabiendas que, antes del 26-J, ese “ménage à trois” sería inaceptable para la dirección socialista, la respuesta lógicamente negativa de Sánchez no era lo importante. La andanada, de carga enredadora, ya había dado instantáneamente en el blanco, abriendo un pernicioso debate interno entre socialistas, cuyos más malsanos productos han sido, por ejemplo, los frustrados intentos de candidaturas comunes para el Senado en las CC AA  valenciana y aragonesa. La inasistencia del barón valenciano, Ximo Puig, al acto de proclamación de Pedro Sánchez como candidato de su partido a la presidencia del gobierno, es otro perverso efecto del fuego graneado de UP contra el PSOE.

Y finalmente está el más dañino de los fuegos: el “fuego propio”. Es un fuego interno que, aunque es bastante común en el seno del PSOE, resulta especialmente mortífero, casi suicida, durante la batalla electoral. Porque en el envite del 26-J este partido no solo se juega su posibilidad de acceder al Gobierno, sino incluso su mera continuidad como alternativa de gobierno. El fuego propio, en resumen, son los enfrentamientos cainitas que en el PSOE, con alarmante “normalidad”,  validan lo que decimos los infantes: “la artillería dispara contra la infantería, a ser posible la del enemigo”.

Demasiadas bocas apuntando simultáneamente hacia el PSOE. Se trata de una posible tormenta de fuego: de tumulto, graneado y propio que ni siquiera los reglamentos artilleros se atreverían a contemplar. Pero, de concretarse plenamente, podría llevar a ese partido al borde de la asfixia. Nada me extrañaría que incluso el PP tuviera que acudir en auxilio del PSOE, rebajando presión sobre éste, para evitar  que, al final, P’s de apoderara de la marca hegemónica de la izquierda española. Porque si esto sucediera, la XII legislatura sería un infierno para todos.  España incluida.