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Trump-Rajoy : diálogo para besugos

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

La “famosa” conversación entre Donald Trump y Mariano Rajoy del pasado 7 de este mes es un enigma. Anunciada en España a bombo y platillos, como si hubiera de ser, o hubiera sido, un hecho fulgurante y excepcional no debió dar para mucho. Y eso no solo por su mínima duración (15 minutos), sino también por su presunto contenido.

Según la Casa Blanca, Trump reiteró el compromiso de EE UU con la OTAN, así como enfatizó la importancia de que los aliados compartieran la carga de los gastos de defensa (le leyó la cartilla a Rajoy, ya que España es, entre los 28 aliados, el tercero por la cola en presupuesto de defensa, en términos de % de PIB). Conversó también sobre prioridades compartidas, haciendo mención especial sobre la eliminación del Estado Islámico. En resumen, el meollo del discurso de Trump estuvo en seguridad, defensa y lucha contraterrorista. Sin embargo, según Moncloa, Rajoy habló poco menos que de todo: cooperación, mediación, Unión Europea, Brexit e incluso de su auto-ofrecimiento como muñidor o correveidile de EE UU ante Europa, Hispanoamérica, Norte de África y Oriente Medio. Ninguna referencia concreta a migraciones, o el muro fronterizo con Méjico.

 

Uno se imagina que el histriónico yanqui se quedaría estupefacto al encontrar la horma de su zapato en el paquidermo gallego. 

 

Sería interesante conocer la trascripción literal de ese fugaz diálogo hispano-norteamericano al máximo nivel ejecutivo. Del relato comparado de los respectivos comunicados, puede inferirse que alguien miente o divaga demasiado. El lector juzgará, porque con intérpretes por medio, y restando el tiempo necesario para saludarse y despedirse, un cuarto de hora en total, la verdad sea dicha, no da mucho margen para hablar de nada serio con alguna profundidad. Uno se imagina que el histriónico yanqui se quedaría estupefacto al encontrar la horma de su zapato en el paquidermo gallego. Aquél, autoproclamado redentor de los males de nuestro mundo, supongo que dudaría entre o bien mandar a hacer puñetas al gallego, o bien, en un inusual gesto de contención, tirar la toalla. Esto último es lo que se deduce del cotejo de ambos comunicados, así como del acortamiento de la conversación en 5 minutos sobre los 20 inicialmente programados.

Da la sensación de que ambos líderes mantuvieron dos conversaciones distintas. Debió asemejarse bastante a uno de aquellos “diálogos para besugos”, que popularizó Armando Matías Guiu en los años cincuenta del siglo pasado. Ese genial periodista, y a pesar de ello escritor, decía que la política es, a veces, como un “diálogo para besugos”. Nadie dice lo que piensa; algunos, no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; éstos, nadie sabe lo que piensan; de los de más allá uno piensa que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa. Quizás Guiu tuviera también capacidades adivinatorias, y estuviera profetizando la llegada del tándem Trump-Rajoy.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).