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Veda abierta

Jesús Mª Cascón Murillo
Granada
Rajoy no ha dado un golpe de efecto, le han golpeado a él. El esprint final del PP puede iniciarse en Pontevedra, a cuatro días de las elecciones, y a partir de ahora puede pasar de todo. Desde el cara a cara hay mucho cabreado
Mariano Rajoy es agredido por un joven de 17 años en Pontevedra. No es su tierra natal, pero como si lo fuera, más que nada porque Rajoy se trasladó allí muy joven desde A Coruña. Y ha tenido que ser en su feudo donde la han dado una mascada, con rotura de gafas incluida. Además, el agresor ha declarado a voces sentirse orgulloso de su actuación que, por si no lo sabe, tiene una pena de uno a seis años de prisión, según el artículo 550 punto tres del Código Penal.
Hay gente crispada con el gobierno del PP, eso es evidente, no hay que ser una lumbrera para darse cuenta. Pero sospecho que hay más cabreados desde el pasado lunes, tras el cara a cara entre el líder de los populares y el de los socialistas. Decir que Rajoy no es decente ha abierto una sorprendente y extraña caja de Pandora que se ha escenificado con esta agresión. Los crispados seguramente se alegraron, en su momento, de las acusaciones de Pedro Sánchez durante el debate, celebrando su enconado afán de sacarle de sus casillas. Pero una vez visto el negativo efecto de su actitud en las encuestas y en la mayoría de opiniones vertidas en los medios de comunicación, la alegría se ha convertido en frustración. No me cabe la menor duda que Sánchez no ha contribuido, para nada, a enfriar el ambiente electoral; todo lo contrario: ha enervado al personal hasta el punto de convertir una cita con las urnas en un miedo parecido a los tiempos del telón de acero. Y ya saben qué pasa cuando la gente se pone nerviosa: no sólo teme que gane el de enfrente, sino además que lo haga con mayoría absoluta.
[blockquote style=»1″]Ignoro si este acto le dará al PP la mayoría absoluta que, de momento, no conseguiría ni por asomo, pero una cosa tengo más que cristalina: si alcanzan la mayoría abrumadora de diputados, nunca antes una bofetada habrá sido tan dulce y productiva. Se ha abierto la veda.[/blockquote]
No hay más que mirar las últimas encuestas (ya no se puede publicar ninguna a tenor de la última reforma de la ley electoral, que entró en vigor antes de las elecciones municipales) y darse cuenta que el PP ha subido en intención de voto, al igual que Podemos. Es decir, que algunos indecisos que tradicionalmente votaban a la derecha se han apuntado al carro, al igual que los desencantados de la izquierda, que se postulan hacia la opción de Pablo Iglesias antes que al tradicionalismo socialista. Y es una pena que no haya sondeos de aquí a la jornada de reflexión, porque sería la leche comprobar el efecto de esta bofetada física en los electores. La experiencia indica que, normalmente, se suceden las manifestaciones de solidaridad y afecto hacia el agredido, lo que se traduce en más votos, mientras que la acción del agresor hace disminuir la intención contraria. Con todo, hoy mismo me han advertido que puede ocurrir exactamente lo contrario: solidaridad con el agresor, convertido en héroe, y escarnio hacia el abofeteado.
Mi respuesta es muy clara: en España puede pasar de todo, eso está claro. Pero pensemos que esta agresión llega en miércoles; los tweets y mensajes de solidaridad hacia el agredido serán abrumadores este día y el jueves. El viernes se cerrará la campaña con el PP recordando la agresión y haciendo uso de ella y el resto de partidos (especialmente el PSOE) intentando obviar el tema. El sábado, todos mudos, es jornada de reflexión. Ignoro si este acto le dará al PP la mayoría absoluta que, de momento, no conseguiría ni por asomo, pero una cosa tengo más que cristalina: si alcanzan la mayoría abrumadora de diputados, nunca antes una bofetada habrá sido tan dulce y productiva. Se ha abierto la veda.