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19 J. Se avecina ruina

Ojo con el fenómeno, porque lo que ocurre en Andalucía suele ser premonitorio y luego se reproduce en todo el país.

 

El problema es que da igual a quien pongan de cabeza de cartel, ya sea la vocinglera Olona o la simpática mona Chita. 

 

Los ambientes rurales andaluces andan encanallados. Entre la resaca de la pandemia y demás calamidades posteriores, mas el bombardeo por tierra mar y aire de mensajes fascistas que hasta ahora no calaban, la tortilla está dando la vuelta y el resultado del 19 de Junio puede ser un verdadero desastre para la Comunidad más poblada de España si no espabilamos, nos remangamos, y nos ponemos pero ya a contrarrestar con todas nuestras fuerzas tanto mensaje de odio, tanta mentira, tanto bulo con éxito que han acabado convirtiendo la convivencia en un lodazal.

 

En los lugares turísticos, hasta ahora caladero de votos de PP y Ciudadanos, también está cambiando la cosa y todo escora aún más a la derecha. Ojo con el fenómeno, porque lo que ocurre en Andalucía suele ser premonitorio y luego se reproduce en todo el país. Las izquierdas no están ni se les espera, degollándose entre ellas como están, a Ciudadanos le van a desahuciar confiscándole hasta el flotador con el que Marín se fotografiaba este domingo  y los bipartidistas tienen al personal hasta las narices.

 

Da miedo escuchar las conversaciones de los bares en mi pueblo, insultando sin descanso a Pedro, al Coletas (sí, el Coletas sigue vivo en la memoria del imaginario popular)  y, como ellos dicen textualmente, a la madre que los parió. El virus propagandístico en plan gota malaya ha calado. Los niños de 16 años se pasean ufanos con la misma banderita española que sus familias lucen orgullosos  en las mascarillas desde hace dos años. Ninguno sabe quién es Juan Espadas, candidato socialista, ni Juanma Moreno, presidente de la Junta y candidato popular, pero todos saben quién es Olona, la paracaidista alicantina que amenaza con encanallar la convivencia andaluza mucho mas de lo que ya está.

 

Vox seduce a los cabreados, a los mal informados, a los racistas, que en los campos almerienses, granadinos, jinenenses y onubense son legión; atrae a los machistas, que son muchos más de los que nos creemos y emboba a los meapilas. Los guardias civiles y los policías están encantados con quienes se han apropiado del himno nacional, de la bandera y de símbolos que nos pertenecen a todos.

 

Este es el panorama y el que no lo vea está ciego. El Psoe se refugia en su suelo eterno pensando que con eso tienen buena parte del camino andado, aunque ese suelo esté cada vez anda más hundido; el PP se alivia con los datos de unas encuestas que, como todo el mundo sabe, las carga el diablo y ahí está la ultraderecha sacando pecho y no dando crédito a que las cosas le puedan ir tan bien como parece que le van.

 

Hace tres años y medio entraron por primera vez en el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, que vaya con el nombrecito del lugar que alberga al Parlamento andaluz, y ahí empezó la pesadilla que no tardó en extenderse a todo el país: luego vinieron Madrid, Murcia, Castilla la Mancha… y hasta Catalunya, donde cuentan con once parlamentarios autonómicos.

 

Esta es la pura realidad: que cualquier desprejuiciado, o desprejuiciada, dispuesto a sembrar la discordia puede conseguir un escaño apelando a los peores instintos de un sector de la ciudadanía que carece de cultura y de ganas de tenerla.

 

Los que quieren acabar con el Estado de las Autonomías con el argumento de que estas rompen España van a acabar destrozándola ellos mismos con el pésimo rollo que se traen. Sé que me repito, pero creedme: me dan miedo las cosas que escucho en los bares del Poniente almeriense, de la costa granadina, de según qué barrios sevillanos, malagueños y cordobeses; tampoco puedo dar crédito a según que cosas que escucho a amigos de toda la vida, a quienes yo creía progresistas y ahora proclaman sin vergüenza alguna que piensan votar a Vox. 

 

No solo no les da vergüenza sino que se ponen chulos. Así están las cosa en Andalucía a primeros de Mayo, a cuarenta y tantos días de las elecciones autonómicas. Se avecina ruina el 19 de junio. Brindo por equivocarme.