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El fantasma de mi beso vivirá siempre en tus labios

Le vio detrás. Como una aparición. Como si fuese un fantasma. Esa escena le hizo regresar a otra tarde de julio. Veinte años atrás.

Fue una tarde de verano nublada. De esas del Sur. Su vida estaba llena. Más de diez años juntos. Cientos de botellas de vino abiertas. Comidas con amigos. Tardes y noches de cine. Conciertos al aire libre, en teatros para cantar y bailar mil noches. Se descubrieron en una fiesta presentados por un amigo común.

 

Hasta que se paró en ese espejo que colgaba en medio de una calle y reflejó su rostro en modo autorretrato.

 

Le vio detrás. Como una aparición, como si fuese un fantasma. Esa escena le hizo regresar a otra tarde de julio. Veinte años atrás. Mientras le miraba frente al espejo, casi en parálisis, recordó los ultimas días antes de dejarle.

 

El fantasma de su beso apareció

 

Pensó que se habían olvidado. Uno de los dos no había podido componerse. Sin producir dopamina desde aquella tarde en que cerró la puerta. Con altos niveles de serotonina en sus neuronas que no le dejaban vivir, su cara tatuada en las pupilas y sus iniciales grabadas en la muñeca izquierda. 

Con la canción de Roberto Livi golpeando en sus oídos cada madrugada. 

Ojalá que te mueras me dijiste esa noche

y cerraste la puerta.

Que dolor tan inmenso, que tristeza más grande

y nunca más te vi…”

He vagado en malditos otoños esperando que el invierno me cubriese de canas, viendo pasar primaveras sin flores, ni velas, sin vientos. Llegando a veranos que me ahogaban en sus playas. ¿Cómo quieres que olvide? ¿Cómo quieres que siga? Sin aliento no se vive. 

 

Ni siquiera soy libre en esta soledad que me tiene vacío. 

 

Hay quien se divierte jugando con un corazón ajeno entre sus manos. Decidiendo tu destino como un intruso sin privilegios. Desafiando el rumbo de tu camino. Arrastrándote a sus caprichos tendiendo puentes fugitivos. Rodeando de espesura todo tu interior. Afilando los dientes con palabras en el pensamiento que se venguen de ti. 

 

Enamorarse sin intención de verificar tu nombre y tu porvenir. 

 

Interpretando besos como sombras chinas en una pared. Sin haber sufrido, sin haber amado solo con sueños incapaces para verte agonizar. Entreteniendo sus extravagancias para poder respirar en su mundo insoportable. De indiscreto lenguaje. 

Y aún sigue caminando, sin mirar hacia detrás, pero hay almas que siempre te persiguen a pesar de tu ignorancia. No hay fortuna sin entrañas honestas.

 

Caminantes de espaldas a la vida

 

Por mucho que forcemos la sonrisa los labios tiemblan delatándote. Las manos sudan para denunciar tu falsedad. Son los espejos los que un día nos ponen frente a la dignidad. Somos amantes que dejamos lo mejor de nosotros allá donde abandonados. Hasta que el destino te frena en seco para enfrentarte a tu crueldad.

Bastaron quince segundos para recordar el tiempo. Para sentir su aliento en la nuca mientras le miraba a través del espejo. En esa ciudad del Sur en la que nunca imaginó se cruzarían. Se giró y casi inmóvil se encontraron frente a frente. 

En el mercadillo la gente transitaba observando los objetos sin detener el paso. Ellos inertes. La mente es agresiva, no sabe amar no es su función. El resto de sus órganos comenzaron a vibrar. Recordar la culpa.  Rememorar la ausencia. 

No te diste cuenta que mi vida no es mía

que yo ya te la di

si no me la devuelves, no me puedo morir”

 

No quiso escuchar su voz. Prefirió recordar su rostro frente al espejo. Se colocó los auriculares. No eran los mismos, aunque recordará su olor eternamente. 

Nada de lo que podamos hacer, retrasará el tiempo. El fantasma de mi beso vivirá siempre en tus labios. Y continuó el paso entre la multitud mientras sonaba su canción…