La conocí la misma noche que a su madre, Doña Concha, en uno de aquellos programas semanales en directo que yo realizaba en la SER llamado ‘Las cenas de La Dorada’ y que estuvo más de una década en antena. Corría el año 1987.
Era la primera vez, desde 1957 que se retiró en Isla Cristina, que ‘La Piquer’ concedía una entrevista, pero hizo el esfuerzo de asistir para apoyar un proyecto artístico de ‘la niña de sus ojos’, su hija.
Efectivamente, Conchín, iba a protagonizar un espectáculo titulado «El baúl de la Piquer» cuyo estreno iba a tener lugar en Sevilla tras el verano del 87. El libreto, del que conservo una copia, lo escribió Alfonso Jiménez Romero. Un espectáculo que, finalmente, nunca se llegó a estrenar pese a los muchos esfuerzos del boticario metido a empresario musical, Juan Mota, gran amante de la copla que fue quien lo promovió e intentó su producción.
Nació esa noche una relación de amistad y afecto que se prolongaría en el tiempo.
De esa relación guardo como recuerdo enmarcado un regalo que me hizo Concha Márquez: seis ‘participaciones’ de Lotería del manojo que Doña Concha sacaba al escenario para interpretar la canción «Mañana sale»… ‘¿Quién me compra un quince mil?…
Me quedé con tres décimos y los otros tres se los regalé enmarcados a mi colega Antonio Burgos, al que le hizo gran ilusión el detalle.
Ayer se nos fue Conchín para siempre y con ella se marcha una voz excepcional, capaz de alcanzar los registros de su madre, pero que tuvo la mala suerte artística de ser hija de una Grande de la copla. El apellido Piquer pesa mucho en la historia de la canción popular española. Y eso siempre jugó en su contra de forma injusta.
Con sus virtudes y defectos se nos ha ido una gran mujer y una gran artista.
Mi más sentido pésame a Ramiro, a sus hijas y a toda la familia.
Descansa en paz querida Conchín.