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Alisha

Alhisa, como miles de niñas y adolescentes cegadas por el ordenador y el móvil, había cedido a las prácticas habituales del sexting.

 

Caléndulas amarillas doradas en la tarde, reflejan las aguas del Sena, cuando pasa por entre los pilares del viaducto de la autopista de la A15, cerca de Paris por los caminos que vienen de Argenteuil en el Val-d’Oise, ya en el Quai Saint Denis, ya en la soirée, ya con el aviso a los gendarmes que buscan en las orillas, sumergida en un metro de agua, muerta por ahogamiento, Alisha. A las caléndulas acuáticas las llaman por las marismas cercanas a las tierras de Poitou lágrimas de Melusina, hada que reside por aquellos pagos desde siglos idos para ayudar a construir y que las derrama cuando sabe de destrucciones. A Alisha la han destruido en la víspera de este 8 de marzo en el que la mujeres quieren ganar espacio, tiempo, altura, vigor, poder. Alumna de un liceo laico, privado, concertado entre la Fundación que lo sostiene y el Gobierno francés, 502 alumnos, 50 profesores, enseñanza profesional preferentemente, colegio que va a cumplir ya mismo los cien años y habrá celebraciones en Argenteuil. No las disfrutará Alisha porque dos compañeros de clase, un chico y una chica, 15 años cada uno de la pareja y 14 ella, la han asesinado premeditadamente en un camino de tierra bajo el amplio viaducto de una autopista.

Lágrimas de Melusina transformada por el poder del hada en lágrimas de los padres, de la madre de los asesinos adolescentes. Había sido pequeña amiga del muchacho que ahora se relacionaba con ese estatus tan francés con otra compañera de clase de ambos. Alhisa, como miles de niñas y adolescentes cegadas por el ordenador y el móvil, había cedido a las prácticas habituales del sexting y le había mandado fotos íntimas que el muchacho cuando cambió de pareja amorosa colgó en la red y comenzó para ella, un infierno de presión, de acorralamientos, de amenazas, de desprecios, de asfixia espiritual, afectiva, física. Las imágenes las subió el vasallo patriarcal a un grupo de Snapchat de su clase. Angustia de una niña de 14 años día por día. La jornada del siete, dada cuenta del domingo pasado ¡válgame el cielo!, la citaron la siniestra pareja de 15 años en el camino de tierra bajo el viaducto, el muchacho escondido y su novia sola esperándola. Cuando Alhisa llegó, él salió de su escondite y comenzó a patearla y a golpearla, hasta que medio inconsciente, pero viva, cayó al suelo. Entre los dos la arrojaron al Sena en la misma orilla, un metro de profundidad, suficiente para ahogarla. Los ángeles de la muerte Azrael, Samael y Ababdon estaban tras otro pilar del viaducto.

Si, porque cada una de vosotras tuvo
su hora, quizá menos que una hora
entera, acaso un intervalo apenas
mensurable en las medidas del tiempo;
algo, entre dos instantes, donde
cada cual tuvo una existencia.

(Rilke, “la séptima elegía)

Asesinato planificado, voluntario, según el procurador de la República. Fueron a casa de él para limpiarse la sangre y la madre del muchacho avisó a la policia. Entre tanto ellos dos se fueron a cenar a una hamburguesería de Paris y de allí a casa de un amigo donde los detuvo después la policía judicial. 3.119 hechos de acorralamiento, abuso, amenazas y ciberataques a menores franceses se han denunciado en 2020 en el país. Un 30% más que en 2019. El 93% de los adolescentes de esa edad y menores de esa edad pasan mucho más de las dos horas que estiman adecuadas educadores y psicólogos y pediatras dedicados a chatear, a buscar, a ver videos de toda clase de materias. El acoso es perenne en las redes sociales. Están encarcelados ambos y comn la legislación francesa pueden ser condenados a veinte años de reclusión. “La violencia es la prueba extrema de la vitalidad de los valores”.