Carmen Crespo, entre Doñana y el mar de plástico
Arrastra una mochila pesada: Doñana como emblema de la confrontación con la ciencia y la UE, la lentitud en la gestión presupuestaria y un episodio negro con el IFAPA
El PP ha decidido que sea Carmen Crespo quien lleve la voz agraria del partido en Génova. No es un movimiento inocente ni casual. En plena tormenta del agro europeo, con el campo andaluz en pie de guerra, Feijóo busca blindarse con un rostro que ya suena en Bruselas y que, además, garantiza el puente directo con Almería, epicentro de la huerta intensiva más poderosa de Europa.
Crespo no llega de nuevas. Fue consejera de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía durante cinco años. Y ahí dejó su huella. Una huella que, guste o no, quedará marcada por el episodio de Doñana. Su nombre estará siempre vinculado a aquella proposición de ley que pretendía ampliar y regularizar regadíos en la Corona Norte de Huelva, con la ciencia en contra, Bruselas en alerta amenazando a España con multas y la imagen de Andalucía seriamente tocada en el mapa europeo. Crespo defendió el plan con uñas y dientes. Ese será su legado más recordado. Hoy seguramente debe de estar bastante arrepentida de su estrafalario papel entonces.
No todo fueron sombras. Durante su etapa al frente del departamento se avanzó en modernización de regadíos, en proyectos de desalación y en la defensa del sector frente a los recortes de la PAC. Hubo incluso guiños a la agricultura ecológica y al llamado carbon farming, esa idea de convertir al campo en sumidero de CO₂. Pero cuando el agua se convirtió en el centro de la agenda, la gestión quedó retratada en la colisión entre el discurso productivista y los límites medioambientales. Y, para colmo, 2023 dejó críticas por baja ejecución presupuestaria en un año de sequía que exigía lo contrario: eficacia y rapidez.
En su nombramiento como referente agrario del PP late también la marca de Almería. Sí, ese territorio oscuro objeto de deseo, capaz de enamorar perdidamente a un político experimentado como Javier Arenas, presentándose por aquella provincia y olvidando Sevilla y que nació en Olvera, Cádiz.
Crespo es de Adra, se ha criado políticamente en el mar de plástico y nadie ignora su sintonía con los grandes productores y organizaciones como COEXPHAL. Su discurso de “agua para producir” es música para los oídos del lobby hortofrutícola. No es descabellado pensar que su designación en Génova sea, en parte, la cuota que el mar de plástico pasa a la dirección nacional como pago a tantos apoyos, directos o indirectos, en campañas y en imagen pública del PP.
Pero hay más. No se puede pasar por alto que Crespo es una mujer de Juan Manuel Moreno Bonilla (al que me niego a llamar Juanma porque nunca hablé con él). El presidente andaluz consolida así su influencia en Madrid, como ya hiciera en su día con Elías Bendodo. Primero fue el malagueño quien desembarcó en Génova como hombre fuerte de San Telmo; ahora es Crespo quien amplía esa cuota de poder andaluz en el corazón del PP nacional.
En el debe de la nueva responsable agraria queda también un error de manual: el nombramiento de José Cara, exalcalde del PP en La Mojonera, como presidente del IFAPA. Cara estaba investigado en el sumario del caso Hispano Almería, la constructora de la que era socio embozado, solo ante un notario de Almería y sin inscripción registral. La propia Crespo llegó a verse salpicada en diligencias judiciales derivadas de aquel turbio asunto de financiación irregular. Sin condena firme, cierto, pero con un reguero de titulares que nadie ha olvidado. Fue una decisión que dañó la credibilidad de su gestión. Por cierto, viéndole las puñetitas a determinados jueces en estos tiempos, da mucho que pensar en cómo se investigó un caso de presunta financiación irregular del PP desde Almería en el Caso Halsa. Recuérdese que dieron pie a la investigación judicial ¡recibos originales firmados! tras cobrar sus perceptores las mordidas.
Por eso, al hacer balance, el nombramiento de Crespo como voz del campo en el PP tiene doble lectura. Para los suyos, aporta experiencia, conocimiento del dossier agrario y un hilo directo con Bruselas y el agro intensivo andaluz. Para los críticos, arrastra una mochila pesada: Doñana como emblema de la confrontación con la ciencia y la UE, la lentitud en la gestión presupuestaria y un episodio negro con el IFAPA que aún hoy se recuerda.
Feijóo ha colocado a Crespo en el centro de su tablero agrario porque necesita una voz combativa frente al Ministerio y la Unión Europea. Habrá que ver si en esta nueva etapa convierte el discurso del agua en planificación real, con prioridades claras, ejecución eficaz y transparencia. Si lo consigue, podrá pasar de la política del titular a la política útil. Si no, será recordada por lo mismo que la hizo célebre: Doñana y los nombramientos temerarios.