Consuelo Ordoñez, una de las nuestras
A la memoria de Miguel Ángel Blanco le están haciendo un flaco favor desde el PP.
A la memoria de Miguel Ángel Blanco le están haciendo un flaco favor desde el PP, pero, mientras su hermana calle y otorgue, seguirán usando su figura y su asesinato tan vilmente como hasta ahora. Ya conocemos de sobra aquel episodio tan chusco de usar la fundación con su nombre para financiar irregularmente sus campañas (algo que el PP hace con regularidad, digamos que siempre) o pagar a la Gürtel. Pero hay hermanas y hermanas, y otra hermana hecha, eso sí, de otra pasta y con otras circunstancias socioeconómicas menos dependientes, Consuelo Ordóñez, la hermana del también concejal del PP asesinado el 23 de enero de 1995, lleva años denunciando que el PP utiliza a las víctimas para, literalmente ‘hacer oposición, intoxicar con mentiras e incitar al odio’. Aznar habría hecho lo imposible, y de hecho lo hizo, para ponerse la medalla del fin de ETA, o Movimiento de Liberación Vasco, pero al final los responsables políticos del fin de ETA fueron los socialistas Patxi López, Rubalcaba y Zapatero. Repito, los responsables políticos, a estos hay que añadir a las fuerzas de seguridad del Estado y a toda la retahíla de responsables, que son muchos, y sobre todo a la valentía de un pueblo vasco ya harto de su propio miedo después de décadas de cobardía ante la violencia y los que la propugnaban políticamente.
Pero, volviendo a Consuelo Ordóñez, no hay nada que resquebraje más la débil cáscara de ese frágil y delicado huevo de dragón que es el PP que la más mínima crítica que se haga desde lo que se supone que son sus entrañas o, incluso, su entorno ideológico. Por eso cayó el ‘probe’ Pablo Casado, por romper la omertá y denunciar posibles ilegalidades en un contrato de la Comunidad de Madrid del hermano de una compi de partido que pugnaba, y pugna, por el liderazgo del PP. La historia del PP, como buen cuento fantástico que es, está siempre a un bigote de dragón de venirse abajo justo en los momentos en los que la dosis de realismo se eleva, del mismo modo que vuelve a retomar el vuelo justo cuando la agencia/las agencias que llevan su cuenta de comunicación, agitación y propaganda, con el concurso de la práctica totalidad de los medios, inventan y reinventan viejas soluciones mágicas y subtramas, cada día más inverosímiles, pero que, sin embargo, mucha gente cree a pie juntillas.
La suspensión de la incredulidad, que así lo llaman los expertos en teoría de la literatura, necesita del concurso necesario del lector/objeto político, sea a nivel consciente o inconsciente, y para eso están las técnicas narrativas que manejan estos expertos tan caros que llevan la cuenta del PP, para vencer las posibles resistencias de gentes que se creen muy listas y muy preparadas pero que igual no lo son tanto. El problema es que cuando los políticos del PP tienen que demostrar su talento o su humanidad en los escasos momentos en que los dejan solos suelen cagarla, por ejemplo, en los debates del estado de la nación o cuando tienen que gobernar, sobre todo en este último caso, y, cómo no, cuando se ocupan en homenajear a uno y no a todas a las víctimas del terrorismo, y esa suspensión de la incredulidad comienza a tambalearse y aparece la verdad, la realidad asomando la patita.
Digámoslo claro; a la gente lo que menos le importa es precisamente la verdad, pero no se puede sustraer de la realidad, sobre todo la económica, ni de los hechos, el PP se ha olvidado de las víctimas de carne y hueso y se ha entregado a la utilización partidista de un icono. La gente lo que quiere es que la sorprendan, como en los cumpleaños: ¡¡sorpresa!!, y pasárselo bien escuchando, viendo y leyendo bellas historias, mientras se pueda, y vivirlas como si fueran propias, y si son muy de llorar, pues se llora, que de vez en cuando toca. Y buscarse al menos un malo. A la gente le gusta formar parte de un equipo, a ser posible el que siempre gane y, más que nada, joder a alguien del equipo contrario, el de los malos. Eso es lo que más les gusta: joder, molestar, encabronar al enemigo, sin ‘némesis’ se moderarían, con un enemigo acérrimo, mortal, real o imaginario, se radicalizan. Por eso sin redes sociales no habría surgido jamás Vox, por poner un ejemplo, y por eso les hace falta ETA, les sigue haciendo falta el fantasma de ETA. A muchos ‘antifascistas’ de pacotilla les pasa algo parecido. Ya lo dijo ‘Maquiavelo’ Florentino Pérez, el Madrid necesita al Barcelona.