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‘Crimen y castigo’ ayer y hoy de una sociedad decadente

 

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres».

                                                                                                       Rosa Luxemburgo
(1871-1919)

 

Crimen y castigo es una novela publicada en 1866. Es obra del escritor ruso y Fiódor Dostoievski. En ella se relata la historia del crimen cometido por un estudiante ruso. Hoy, en este espacio de alarma social que vivimos, podría ser un reflejo de clara actualidad del crimen utilizando a criaturas inocentes, niños. Martirio como arma arrojadiza a una madre inocente para que el dolor se convierta en acto demencial del machismo en la sociedad actual. Miserable procedimiento de una venganza e imposible situación de locura con el temblor del crimen como único título. “La juez, sobre Gimeno: “Mató a las niñas de forma premeditada y para provocar un dolor inhumano a la madre”

 

El Romanticismo fue un movimiento cultural que se originó en Alemania y en Reino Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra la Ilustración y el Neoclasicismo, dando prioridad a los sentimientos. Es considerado como el primer movimiento de cultura que cubrió el mapa, donde el suicidio fue una actitud entre el ser y no poder. El desapego de la sociedad hacia el cambio. En el Romanticismo, los artistas vivían persiguiendo el infinito, ansiando lo invisible, lo que les hacía caer muchas veces en el vacío existencial y en la depresión interna y externa. Sin embargo sus actitudes buscaron criterios contra el desencanto de lo posible ante el amor y su pasión por la creatividad. Mas nunca optaron por el machismo cruel como objeto de la venganza. Final trágico de su propia personalidad. El absurdo de una sociedad detenida en el tiempo. Como Mariano José de Larra, que ante el rechazo de Dolores Armijo se suicidó con un tiro en la sien derecha. Solo tenía 27 años.

 

Han transcurrido dos siglos y la crueldad del machismo de los hombres sobre la mujer es el drama continuo de la demencia del macho con unos derechos impropios sobre la mujer. Una demencia que ha llegado a la desmesura de algo semejante a una maldición. No solamente contra quien ha podido ser su compañera de vida en pareja, hasta el estremecedor acto de quitar la vida a niños inocentes de muy corta edad. Creyendo el verdugo que dicha acción se convierte en una nueva forma de dañar mucho más cruelmente a quien fue su compañera y madre. No son ellos los que asumen la barbarie. Ya no se trata de suicidarse, sino la del machismo depravado. El romanticismo ha quedado muy lejos. Aquellos creadores asumieron el desafío frente a una sociedad anquilosada en sus costumbres y guerras sin el encanto literario del Rapto de Helena por Paris.

 

Nuestra sociedad es otra muy distinta. Ha prosperado en ella tanto el bien como el mal. El bien sufre el ataque del drama con las más vergonzante artimañas y amenazas. El Orwell de 1984 está con nosotros cada día denunciando el poder de los medios de comunicación de la publicidad, de una alienación más fina y cruel hacia la meta de lograr el hombre y la mujer robot. La diferencia del poder adquisitivo entre los de arriba y los de abajo, incluso en algunos sectores del capitalismo, calcula si esta sociedad teledirigida nos lleva al suicidio colectivo y el autoritarismo del hombre degenerado sobre la mujer y los niños indefensos.

 

Cierto, se crean entidades para defenderse y luchar por la igualdad de derechos sociales. Terminar de una vez por todas con la manzana de Eva. Sin embargo, en un país donde la cultura no está a la altura que una sociedad moderna requiere, el machismo continuo mostrando fiereza y desprecio hacia la mujer que exige y necesita lograr el espacio que le corresponde. Frente a una derecha conservadora, que con frases inicuas intenta mostrar lo que no son.