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Crónica histórica: Desgracia taurina en Jimena un 17 de agosto


A las cinco víctimas mortales que finalmente hubo en esta tragedia y a sus familiares, así como a los cientos de heridos que en aquella tarde infernal de agosto, hace ahora casi diez quinquenios, yendo a un espectáculo festivo taurino donde las únicas muertes previstas para contemplarse eran las reses bravas a lidiar, dejaron anticipadamente de acompañarnos o tuvieron secuelas para el resto de sus vidas.

Nacho Trillo
Ignacio Trillo

CADA año que aparece en el calendario gregoriano la fecha del 17 de agosto, el gaditano pueblo de Jimena de la Frontera que me vio nacer, recuerda la de 1961, donde coincidente con la feria estival sucedió un evento taurino que significó la mayor tragedia de su historia local, a la vez que una de las más luctuosas que se conocen en la tauromaquia universal allí donde se celebran corridas de vacunos. Dia de aniversario y recuerdo.

La plaza de toros portátil, de nombre “La Espléndida” (tomado de la jaca de Álvaro Domecq que fue muerta por un toro en una corrida de rejoneo que transcurrió en La Línea de la Concepción) estaba a rebosar. Acogía entre sus gradas a más de cuatro mil quinientos espectadores (el aforo legal era de hasta 4.800 personas)

Amanecer en Jimena de la Frontera (Cádiz) Año 1961
Amanecer en Jimena de la Frontera (Cádiz) Año 1961.

Aquel amanecer había dado paso a un resplandeciente y tórrido sol agosteño, El pueblo de Jimena desde primera hora de la mañana se había puesto sus mejores galas presto para recibir a un gran número de forasteros procedentes de las poblaciones campogibraltareñas, costasoleñas, rondeñas y de la colonia británica de Gibraltar. Por la tarde, se iba a asistir a la gran novillada con picadores anunciada que transcurriría a un kilómetro de distancia de su casco histórico en dirección a la barriada de Los Ángeles de su estación de tren.

La moderna plaza de toros portátil que se estrenaba, se había instalado en el interior del campo de fútbol, de nombre “El Cañaveral”, perteneciente al equipo local, Jimena `Club Deportivo´, colindante con la parcela que albergaba los silos de cereales.

El redondel tenía como único propietario al empresario y ganadero, Álvaro Domecq; además, presidente de la Diputación de Cádiz y alcalde de Jerez de la Frontera.

Cartel de la corrida de la feria de Agosto 1957
Cartel de la corrida de la feria de Agosto 1957. Día 17.

Jimena no había celebrado otro espectáculo taurino desde hacía cuatro años, simultáneo también con su festejo de agosto de 1957. Tuvo lugar en el mismo campo de fútbol y con parecida estructura portátil, no en la tradicional plaza de toros que antaño tuvo desde principios del siglo XIX, sito a la entrada del pueblo y que para entonces, 1961, se había convertido ya en un bello jardín, como ahora ese espacio acoge el colegio público, Nuestra Señora de los Ángeles.

La clave de la economía de Jimena dentro de la comarca campogibraltareña la significaba abrumadoramente el sector primario (agricultura, ganadería y montes) Por ello, no era de extrañar que esa primitiva plaza de toros, en parte de obra constructiva, fuera de las más antiguas de la zona, anterior a las de San Roque, Algeciras (la antigua “Perseverancia”) o La Línea de la Concepción.

En la novillada de agosto de 1957, las reses pertenecieron a la misma ganadería de la trágica corrida que se lidiaría cuatro años después, `Goizueta Hermanos´ del vecino municipio campogibraltareño de Los Barrios.

Capeas en el casco histórico de Jimena, comienzos del siglo XX
Capeas en el casco histórico de Jimena, comienzos del siglo XX. Fuente Tiojimeno

Así, a lo largo del siglo XIX y primer tercio del XX, durante los días de las ferias de agosto, cada tarde había en el redondel histórico una capea protagonizada por maletillas ataviados con trajes de luces que toreaban a sus formas un novillo; si bien por las mañanas, en lo que ahora es la plaza de la Constitución, se soltaban además toros de cuerda donde igualmente los principiantes más osados se enfrentaban a esas reses, según  costumbre que venía de bastante tiempo atrás.

Corrida en la década de los años veinte en el coso taurino que estaba a la entrada del pueblo y que luego pasó a ser un bello jardín
Corrida a principios del siglo XX veinte en el coso taurino que estaba a la entrada del pueblo y que luego pasó a ser un bello jardín. Fuente: OBA. 
Lugar donde antiguamente se celebraban las corridas de toros en Jimena desde el siglo XIX hasta 1953 donde fue la última.
Lugar donde antiguamente se celebraban las corridas de toros en Jimena desde inicios del siglo XIX hasta 1953 que fue la última para ubicarse en ese mismo espacio un bello jardín. Foto de la década de los años veinte del pasado siglo XX. Fuente: Ediciones OBA.

Ello no era óbice para que también acaecieran a lo largo del año auténticas corridas taurinas en el mismo coso de la entrada al pueblo con los mejores espadas del momento, sobre todo concordantes con acontecimientos políticos de los que tan abundantes fueron en el convulsionado e inestable siglo XIX, pleno de cambios constitucionales acompasados de golpes militares con largos periodos dictatoriales o autoritarios.

Paquita Rocamora al rejoneo. Agosto 1957
Paquita Rocamora al rejoneo. 17 de Agosto 1957. Fuente: Petreraldia.com.

Pues bien, en la ya citada novillada que se celebró el sábado día 17 de agosto de 1957, los vacunos pertenecieron a la misma ganadería que la trágica corrida que se lidiaría cuatro años después, `Goizueta Hermanos´ del vecino municipio campogibraltaleño de Los Barrios.

Torearon: la rejoneadora, Paquita Rocamora, que cortó una oreja; y los novilleros, Elio Cruz, con dos orejas y dos orejas y rabo, así como, Luis Sánchez Blanco, que arrancaría los aplausos del respetable.

Cartel del día de la tragedia. Fuente: Ediciones OBA.
Cartel del día de la tragedia. Fuente: Ediciones OBA.

A lo que vamos. Un cuatrienio más tarde, día diecisiete de agosto de 1961, esta vez cayendo en jueves, a las seis horas y cuarto de soleada tarde, comenzó un mano a mano entre dos novilleros que se encontraban en la cresta de la ola taurina: Carlos Corbacho, “el ídolo de la afición”, y Rafael Pacheco, “el as de espada”; tal y como figuraban calificados en el cartel. Al igual, se informaba que la organización corría a cargo de la sociedad, `Serrano Bonfligio´, constituida ex profeso por empresarios y vecinos de la localidad para que con el desarrollo de los dos eventos taurinos se realzara la feria local de Agosto.

Los primeros que tomaron asientos con anterioridad al inicio del espactáculo correspondía a estos aficionados llegados desde la Línea de la Concepción. 17 de agosto de 1961
Los primeros que tomaron asientos con anterioridad al inicio del espactáculo correspondía a estos aficionados llegados desde la Línea de la Concepción. 17 de agosto de 1961. Fuente: Tíojimeno. 

La cuadrilla del novillero, Rafael García “Pacheco”, estaba constituida: por los picadores, Juan Gil Romero y el “Niño Cándido”, así como por los banderilleros, Fernando Naranjo“Rondeño”, Andrés Naranjo y José Fernández “Pepete de Triana”. En lo que respecta a Carlos Corbacho, la formaban: como picadores, Antonio Díaz Acosta “Pucherete” y José Muñoz, de Los Barrios, y de subalternos: Andrés Ruano, linense, Antonio Duarte, de Algeciras, y José Jiménez. Amenizaba, la banda de música de la ciudad de Ronda.

El propio cirujano había exigido previamente a la corrida que la enfermería estuviera fuera del recinto de la plaza, alejado del matadero para así evitar posibles infecciones. Esta determinante decisión salvó pocos minutos después varias vidas.

Los toreros puntualmente estuvieron listos y preparados con sus trajes de luces en el patio de cuadrillas para iniciar el paseíllo encabezando las cuadrillas. Una vez saludado al presidente del festejo desde el ruedo, los matadores se dispusieron tras la barrera a esperar la salida del primer astado.

El rejonrdor Cristóbal que lidió la primera res
El rejoneador, Mariano Cristóbal de Miguel, que lidió la primera res, no sin algún percance. 17 de agosto 1961. Ediciones Tiojimeno. 

Por los toriles irrumpió la res que le correspondió lidiar al rejoneador madrileño, Mariano Cristóbal de Miguel, que le hizo frente con sus lindos caballos. Embestidas las jacas sobre las que montó el jinete por el vacuno, cayeron al suelo en dos ocasiones sin más consecuencias. No obstante, el toro llegó a coger a la figura de este lance en uno de esos derribos, quedando todo en un gran susto a pesar del revolcón que le propinó. Estuvo bien en banderillas y en rejones, siendo ovacionado.

Momento en que entró a matar Rafael Pacheco que dio un gran estocazo
Momento en que entró a matar Rafael Pacheco que dio un gran estocazo. 17 de agosto 1961. Ediciones OBA.

Le continuó, el espada de San Roque, Rafael Pacheco, que sufrió una grave cogida tras su faena al finalizar la lidia del segundo novillo, primero de su lote que había salido al ruedo. El percance sufrido le obligó a ser retirado del coso en volandas. Ingresó en la enfermería para no volver más al albero.

Con anterioridad, Pacheco había realizado una superior faena con pases de todas las marcas, para consumarla con una estocada superior que le proporcionaría las dos orejas. Se las tuvieron que llevar a la dependencia sanitaria, anexa a la plaza, debido al mal estado que presentaba su muslo derecho debido a la cornada recibida justo en el momento de entrar a descabellar, lo que le imposibilitó saludar al respetable. La res fue rematada por su cuadrilla. El doctor Argüelles de Algeciras, le atendió.

El propio cirujano había exigido previamente a la celebración del evento, que la enfermería estuviera fuera del recinto de la plaza, alejado del matadero para así evitar posibles infecciones. Esta determinante y acertada decisión salvó pocos minutos después varias vidas.

Mal agüero de entrada, por tanto, entre los sobresaltos por las caídas de los caballos del rejoneador y ante la fatal cogida de Pacheco.

De esta mmanera desgraciada, quedó el linense, Carlos Corbacho, como solitario espada a torear los tres novillos siguientes. El diestro, venía recién llegado de Valencia y dispuesto a salir por la puerta grande. 

Rafael Pacheco y Carlos Corbacho
Del mano a mano entre los dos novilleros, fue herido, Rafael Pacheco, y Carlos Corbacho se dispuso a torear el resto. 17 de Agosto 1961. Fuente: Juan León Espinosa.
Carlos Corbacho en plena faena con la muleta disponiéndose a dar un pase de pecho. Agosto 1951
Carlos Corbacho en plena faena con la muleta disponiéndose a dar un pase de pecho. 17 de Agosto 1961. Fuente: Tiojimeno.

Empezó triunfando en el primero de su tanda, tercero de la lidia, cortándole las dos orejas, el rabo y la pata. Estuvo colosal con el noble ejemplar que salió. Le instrumentó artísticos y mandones pases naturales y derechazos acabando con una certera estocada.

Su vuelta al ruedo sería apoteósica, con los espectadores de los tendidos puestos en pie dando saltos de júbilos. Vítores y aplausos cerrados que obligaban al novillero a irse deteniendo para devolver, o agradecer personalmente a sus dueños, los objetos personales que le eran lanzados al albero desde las gradas; bien se tratara de sombreros, aves de corral o hasta una bota de vino; en este último caso para que el torero apaciguara la sed ante el enorme sofoco reinante, correspondiendo el joven maestro con un largo trago.

Dos vueltas al ruedo hubo de dar Carlos Corbacho ante el clamor enfervorizado del respetable. Agosto de 1961
Dos vueltas al ruedo hubo de dar Carlos Corbacho ante el clamor enfervorizado del respetable. 17 de Agosto de 1961. Fuente: Ediciones OBA. 

Concluida la segunda vuelta al redondel, Corbacho ya repuesto, gracias también al milagroso botijo de agua de su cuadrilla, esperaba en silencio, observando tras la barrera y con el capote en mano, al cuarto novillo que en ese instante salió al ruedo, y que de no haber sido cogido Rafael Pacheco no le habría correspondido lidiar.

Encontrándose el bicho ya en la arena y dando su segunda vuelta sin pausa alguna, sucedió la hecatombe.

En breve instante se hundió la plaza en la que se desarrollaba el espectáculo. Quedó derrumbada íntegramente, convirtiéndose en una horrible trampa mortal de chatarra.

Instantes de pánico reponiéndose de lo ocurrido así como del transporte de heridos, tras el hundimiento de la plaza de toros
Instantes de pánico reponiéndose de lo ocurrido así como del transporte de heridos, tras el hundimiento de la plaza de toros. Al fondo algunos subiéndose a los olivos ante el pánico a que el astado se hubiera escapado. Agosto 1961. Ediciones OBA. 
Destrucción generalizada
Destrucción generalizada lo que había en algunas zonas detrás de las tablas y de las barreras del redondel. 17 de Agosto de 1961. Revista `El Ruedo´.

No quedó apenas nada de pie. Toda la estructura se había venido abajo, desde el palco de la presidencia donde me localizaba, justo detrás de mi padre y delante de la banda de música que amenizaba el festejo, hasta las gradas de enfrente, pasando por las contrabarreras e incluyendo los burladeros.

Su ruina sucedió en forma de abanico, como hubiesen caído las fichas de dominó que hicieran un redondel tirando una a la siguiente y así sucesivamente.

En consecuencia, el tendido situado a la derecha de la presidencia quedó volcado en dirección hacia el interior del anillo, para, a renglón seguido y a la misma velocidad, continuarle el graderío de la izquierda, que a la inversa se abatió hacia el exterior del albero. Así, hasta caer desestabilizado casi todo el coso.

todo derruido
Toda la plaza se había venido abajo y al fondo se perciben los primeros espectadores que habían irrumpido en el olivar colindante huyendo del novillo que creían que se había escapado. 17 de Agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA. 

Aquello se había desmoronado en unos segundos. Sólo había quedado de pié el camión que había servido de toriles y el mástil de la bandera nacional porque su poste de madera estaba anclado directamente al suelo, al margen de la estructura portátil del redondel.

Estado en que quedó el sitio donde en sus alturas me ubicaba. Mísicos de la banda de espaldas. 17 de agosto 1961
Estado en que quedó el sitio en cuyas alturas me ubicaba. Músicos de la banda la la ciudad de Ronda de espaldas ya repuestos. 17 de agosto 1961. Foto; Ediciones OBA. Fuente: Tiojimeno. 

Contaba entonces con diez años. En aquel tiempo, la asistencia a este tipo de espectáculo estaba permitida para todas las edades, de hecho había muchos menores presentes en el acontecimiento taurino acompañados de sus respectivas familias.

Con celeridad percibí, con ojos de niño y de manera nebulosa, que la zona de la grada, justo debajo mía, se hundía, sintiendo como un intenso terremoto a mis pies.

Caí de espaldas, junto a los componentes de la banda de música que tenía detrás. Ellos, a la par que se desplomaban, con impotencia se agarraban en el aire a los instrumentos que portaban y que no los abandonarían hasta darse el golpe en alguna franja firme. Mareado por el vértigo que sentí en ese transcurrir, o tal vez por algún porrazo, perdí el conocimiento.

Después, me desperté de la momentánea pérdida de noción. Mi cuerpo se hallaba para entonces atrapado entre hierros retorcidos y restos de maderas. Lo primero que pensé es que sólo había podido salvar la cabeza; era lo único que me sobresalía del montón de chatarra. El cuerpo lo tenía totalmente pillado, no lo sentía.

Buscando y preguntando para averiguar dónde estaban los familiares que faltaban, 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA. 
Buscando y preguntando para averiguar dónde estaban los familiares que faltaban, 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.

A escasos metros de donde me encontraba casi enterrado, mi querida tía Rosario, única hermana de mi madre, igualmente apresada entre ese montón de chapas y maderas, en la permanente religiosidad que le acompañó en vida, me gritaba: “¡Niño, reza a la Reina de los Ángeles que nos hemos salvado!”.

 Yo, aún medio atolondrado y haciendo caso omiso a su piadosa plegaria, quizás por mero instinto de supervivencia, le repliqué, expresándole en síntesis cuáles eran con inmediatez mis más sinceros deseos: “¡Tita, lo que yo necesito es un guardia civil que me saque de aquí!”.

Así, con sabiduría y frialdad, Corbacho, mantuvo en su atención fija al toro con el capote para que no se espantara y saliera corriendo de cara a embestir a cuantos pillara por medio. Mientras hacía esa faena de aliño para frenar al novillo, a la vez les vociferaba a sus subalternos: “¡rápido, la espada!, ¡la espada!…”.

No sé quién lo hizo, pero cuando me incorporé a la posición vertical, entonces reparé, pero aún en estado conmocionado, que me encontraba perfectamente, no así cuanto me rodeaba.

Había cundido el pánico a mí alrededor. Observaba que la gente se había vuelto loca. Con histeria gritaba. A continuación, despavorida, corriendo de un lugar a otro, errante y obnubilada sin saber a dónde ir. Buscaba desesperadamente a los suyos. El nerviosismo y la tensión a flor de piel se iban agrandando por doquier.

Lo que quedó en pie, el camión que portaba los toros que apenas pudo soportar la parte que cayó sobre su lateral, en tanto se observa a todos mirando hacia las tablas por si aún se encontraba alguna persona atrapada bajo los hierros y maderas. 17 de Agosto 1961.
Lo que quedó en pie, el camión que portaba los toros que apenas pudo soportar la parte que cayó sobre su lateral, en tanto se observa a todos mirando hacia las tablas por si aún se encontraba alguna persona atrapada bajo los hierros y maderas. 17 de Agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.

Todo el paisaje inmediato que observaba, tanto material como humano, era dantesco, convertido en amasijo de hierros y traviesas y quejidos. Unos, heridos o fracturados, continuaban aún atrapados, con llantos de dolor o vociferantes peticiones de socorro dirigidos a familiares. Los más que habían resultados ilesos, huían del novillo porque decían que se había escapado.

Primer momento, sin saber qué hacer ante lo ocurrido. 17 de agosto 1961.
Primer momento, sin saber qué hacer ante lo ocurrido. 17 de agosto 1961. Fuente: Tiojimeno. 
Todo el mundo deambulando de un sitio a otro y ya localizando y conversando con los suyos. 17 de agosto 1961.
Todo el mundo deambulando de un sitio a otro y ya localizando y conversando con los suyos. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA. 
Una misma perspectiva del siniestro en tres tiempos. Ahora ya los espectadores, tras reponerse, huyendo en masa, unos en sentido al pueblo y otros en contrario hacia la barriada de La estación de tren, ocupando totalmente la carretera. 17 de agosto 1961.
Una misma perspectiva del siniestro en tres tiempos. Ahora ya los espectadores, tras reponerse, huyendo en masa, unos en sentido al pueblo y otros en contrario hacia la barriada de La estación de tren, ocupando totalmente la carretera. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA. 

En esta dirección, el recto larguero de la portería del campo de fútbol, en cuyo interior se albergaba el redondel taurino, estaba totalmente combado; no podía soportar más peso sin romperse por los numerosos aficionados que de un extremo a otro cubrían su longitud. Aparecían allí colgados. Se sujetaban fuertemente a la extensa barra de madera con los brazos. Pretendían así eludir las cornadas del vacuno, que presuntamente creían fugado.

Seguían sin enterarse que Carlos Corbacho, con fastuosa destreza y valentía, lo había sentenciado con su espada. Lo hizo, apenas se dio cuenta del espantoso aciago que en un segundo le rodeó. 

Así, con sabiduría y frialdad, Corbacho, mantuvo fija la atención del novillo ayudado con el capote para que no se espantara y saliera corriendo con destino a embestir a cuantos pillara por medio. Mientras hacía esa faena de aliño para frenar al vacuno, a la vez les vociferaba a sus subalternos: “¡rápido, la espada!, ¡la espada!…”.

En ese preciso instante, irrumpió el banderillero de su cuadrilla, Antonio Duarte, que presto con el acero atravesó al ejemplar por donde pudo. En primer lugar, por la barriga. Mermado de fuerza el joven ejemplar, el maestro novillero entró a matar. Lo remató con una larga tendida, quedando mortalmente sobre el ruedo pegado a las tablas.

El vehículo del torero Carlos Corbacho momentos antes de abandonar el lugar. Aparece también el cercado de caña del campo de fútbol donde se instaló la plaza. 17 de agosto 1961
El vehículo del torero Carlos Corbacho, momentos antes de abandonar el lugar. Aparece también el cercado de caña del campo de fútbol donde se instaló la plaza. Al fondo cómo quedó la estructura de la presidencia de la plaza donde me encontraba asistiendo al festejo. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA. 

Antes de retirarse, al diestro Corbacho le dio tregua para acudir, junto a su cuadrilla, a sacar a un espectador que pedía auxilio por tener aprisionada su pierna a la altura de la ingle. La barrera del coso derrumbada, le había apresado sus extremidades inferiores, ocasionándole diversas fracturas. A continuación, el novillero de La Línea marchó en coche en dirección a la Pensión de Milagros Cuenca, sitio en El Paseo del pueblo, donde se hospedó aquella noche.

Con esta explicación de la circunstancia que aconteció con la muerte del novillo, y que cuarenta y dos años después contrasté con el propio Carlos Corbacho, quedó descartada la especulación, hasta entonces extendida y transmitida entre la población como leyenda, de que fueron dos guardias civiles quiénes con sus disparos acabaron con la vida del astado.

El novillo muerto, al fondo junto a las tablas, tras la inmediata intervención de Carlos Corbacho y su diligente cuadrilla. 17 de agosto 1961
El novillo muerto, al fondo junto a las tablas, tras la inmediata intervención de Carlos Corbacho y su diligente cuadrilla. 17 de agosto 1961. Fuente: Revista `El Ruedo´.
Mi prima Lola Huertas de espaldas tras haberse liberado de las tablas y disponiéndose a localizar a su hermana Mari Luz sin imaginarse que en ese momento corría para subirse al copo de un olivo de cara a defenderse del novillo sin saber que ya estaba muerto.
Mi prima Lola Huertas, de espaldas, tras haberse liberado de las tablas y disponiéndose a localizar a su hermana Mari Luz sin imaginarse que en ese momento corría para subirse al copo de un olivo de cara a defenderse del novillo sin saber que ya estaba muerto. 17 de Agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.

Mi prima Mari Luz, no llegó a saber, cómo, en ese pánico colectivo que generó el inexistente vacuno huido, había llegado a subirse a la copa de un olivo en una parcela cercana y para cuyo acceso tuvo que atravesar la carretera que comunica las barriadas de La Estación de tren con la de San Pablo de Buceite (carretera comarcal, Algeciras-Ronda) y superar la alambrada que vallaba su lindero. Lo había realizado en un santiamén, sin darse un solo respiro. Ni tan siquiera para tener tiempo de quitarse los tacones y las medias que portaba, ¡con el calor que hacía en ese mes de agosto plenamente infernal…! Era preciso que los llevara previamente puestos para la ocasión festiva por ser una moderna niña pimpollo, predecesora de las chicas ye-yes, según me manifestó años después.

Cuando por fin nos reencontramos toda la familia y comprobamos que estábamos ilesos, aunque con algún que otro moratón o magulladura, la alegría fue inmensa; abrazándonos y besándonos. Seguidamente, nos subimos de inmediato en el coche de don Rafael Rodríguez, director de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Jerez en Jimena, sin separarnos de mi padre, médico, para que cuanto antes se personara en su consulta y así pudiera atender mejor a los heridos.

Comienzo a la evacuación de heridos con los medios que había en la zona. 17 de agosto 1961.
Comienzo de la curación y de la evacuación de heridos con los medios materiales y automovilísticos que había en la zona. 17 de agosto 1961. Fuente: Revista `Blanco y Negro´, de 26.08.1961.

En esas dramáticas peripecias que acontecían en el entorno del siniestro, era lentísimo el avance del vehículo al que nos subimos. No podía darse paso entre la nube de aficionados que subían al pueblo, y a la par y en sentido contrario los paisanos que bajaban despavoridos en masa para reencontrarse con los suyos. En la ceguera de pavor, nadie se percataba del pausado progreso del coche en el que íbamos, un Austin, modelo A30 sedan de 1951, de color negro, al que, a pesar de los avisos con la bocina y los pañuelos blancos que sacácamos por las ventanillas. Ninguna persona lo veía. Así, iban golpeándose con los cuerpos en las chapas del vehículo, ansiosos de saber cuanto antes el estado de sus familiares. Al final, el auto pudo comenzar a prosperar más diligentemente aunque ya cuando entrábamos al pueblo por la empinada cuesta de calle Romo.

Los que se habían quedado en el pueblo por haberse agotado las entradas del aforo –sus precios oscilaban entre las 20 pesetas para niños y militares sin graduación en la zona de Sol, y las 150 pesetas en barrera numerada de Sombra- o porque no lo tenían entre sus planes, estuvieron acompañando al espectáculo desde la distancia: en azoteas, balcones o simplemente desde la intimidad de sus hogares, compartiendo los aplausos, vítores y los radiantes ¡¡olés!! que con gran entusiasmo procedían del coso taurino. 

Entrada de sombra de la corrida. 17 de agosto 1917
Entrada de Sombra de la corrida. 17 de agosto 1961.Fuente: Ediciones OBA.  

Contaron, días después de que trascurriera la tragedia, su versión. De pronto, les sonó como un fuerte crujido en seco, acompañado de un único grito colectivo desgarrador, para, inmediatamente, hacerse el silencio, dejándose de contemplar desde la altura de la ubicación del pueblo, la estructura montada del anillo taurino. No podía ser posible: ¿Dónde está?, se preguntaban:  ¡Nada se veía! Había desaparecido del horizonte.

Así, de repente y al unísono, la angustia de conocer qué le habría sucedido a su parentela, echó al vecindario a la calle tal como les pilló. Más de tres mil personas salieron corriendo cuesta abajo en dirección al ansiado encuentro con sus seres queridos.

Todo lo que hibiera a mano para sacar gentes de debajo de las tablas y de los hierros, como este voluntario dotado de una zoleta para lo que hiciera falta. 17 de agosto 1961
Todo lo que hubiera a mano para sacar gentes de debajo de las tablas y de los hierros, como este voluntario dotado de una zoleta y una pala para lo que hiciera falta. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.

Un discapacitado del barrio de arriba, postrado en silla de ruedas desde hacía años, al enterarse de la trágica noticia, abandonó su asiento y horrorizado pretendió echarse a correr, justo el instante que tardó en darse cuenta del milagro que estaba protagonizando. A continuación, ipso facto, cayó desconsolado sobre el cemento de la calzada.

Otro aficionado que había asistido a la fiesta taurina, corrió en sentido contrario, cuesta arriba, desde el lugar del redondel siniestrado hasta alcanzar, un kilómetro después, la actual entrada al pueblo, donde drásticamente se detuvo. Precisamente era el lugar que albergó la ancestral plaza de toros. Se había percatado que sangraba fuertemente por su extremidad inferior. Le faltaba un pie. 

Los demás vecinos de Jimena, una vez producido el encuentro con sus familiares y comunicado la buena nueva de que no les había pasado nada, estuvieron con sus botiquines particulares, vendas y sábanas, botijos con agua… bajando y subiendo del pueblo al sitio del siniestro para ayudar a las víctimas y poderles proporcionar lo que les hiciera falta y dispusieran. 

Desolación e impotencia era lo que predominaban. 17 de agosto 1961
Desolación e impotencia era lo que predominaban. 17 de agosto 1961. Fuente: Revista `El Ruedo´.

Todos los médicos y practicantes del Campo de Gibraltar, así como las autoridades civiles y militares, fueron movilizados con destinos a los hospitales más cercanos a prestar ayudas y organizar las masivas donaciones de sangre que eran requeridas para los damnificados.

Una unidad sanitaria, encabezada por el director del Hospital de la Cruz Roja de Algeciras, asistida por dos ambulancias y personal auxiliar, instaló un quirófano en un domicilio particular de Jimena. Atendieron y operaron a un total de sesenta y ocho heridos, en su mayoría por fracturas y contusiones.

En la estación de tren de Jimena, que estaba a un kilómetro del lugar del siniestrol expreso de Algeciras con destino a Madrid, pararía para llevarse varios heridos con destino al hospital de Ronda.
En la estación de tren de Jimena, que estaba a un kilómetro del lugar del siniestro el expreso de Algeciras con destino a Madrid, pararía para llevarse a varios heridos con destino al hospital de la ciudad de Ronda. 17 de agosto 1961. Fuente: Wikipedia.

El tren expreso de Algeciras a Madrid, que pasaba sobre las nueve de la noche, esa noche paró especialmente en la Estación de Jimena para llevarse accidentados con destino al hospital de Ronda. Las emisoras campogibraltareñas  estuvieron haciendo llamamientos para la solidaridad, sobre todo por necesidades de sangre, emitiendo, en el caso de Radio Juventud de la Línea de la Concepción, un informativo especial sobre el suceso con intervalos de noticias cada diez minutos. 

En la sala de espera de la clínica de mi padre, que además se resentía de varias heridas y contusiones, pero que se negó a ser relevado por un médico que llegó de Algeciras para sustituirle, el blanco de las losas del suelo había dado paso a una inmensa laguna de sangre. Al igual ocurría con la consulta del otro médico oficial de la sanidad pública local, don Juan Marina. Las calles del pueblo en los primeros momentos de la tragedia estuvieron sembradas de heridos tendidos en el suelo. 

Encomiable y abnegada fue igualmente la labor realizada por un tercer médico que entonces había en Jimena, el doctor don José Montero Asenjo. Hombre bueno y gran humanista que por haber sido leal a la II República y a sus propios ideales sería injustamente condenado a la pena de muerte. Luego, le fue conmutada por duros años de cárcel y quedó despojado por vida de su condición de profesional de la sanidad pública. Solo pudo ejercerla en el ámbito de la  medicina privada, cuando no había un duro en los bolsillos de la mayoría de las familias, económicamente depauperadas.

El doctor Montero, con sus hijas Carmen y María Teresa, en 1966, cinco años después de la tragedia taurina y uno antes de su fallecimiento.
El doctor Montero, con sus hijas Carmen y María Teresa, en 1966, cinco años después de la tragedia taurina donde se volcó prestando los auxilios y curas necesarias, y uno antes de su fallecimiento. Fuente: Ediciones OBA.

En este sentido, el médico Montero poseía una pequeña clínica que tenía instalada en su domicilio, a mitad de la calle que atraviesa el pueblo de una punta a otra, junto al ayuntamiento y enfrente del cuartel de la Guardia Civil. De la misma manera altruista, abrió de inmediato sus dependencias para atender y curar a heridos y contusionados por la tragedia del espectáculo taurino, y así estuvo infatigablemente asistiendo a siniestrados a lo largo de toda la noche y madrugada.

Jimena de la Frontera, fue tristemente en España la primera noticia de esa tarde-noche. Los partes -así se llamaban a los informativos radiofónicos- de las veinte y veintidós horas de Radio Nacional, informaron cumplidamente de la desdicha.

Del mismo modo, hasta las tantas estuvieron las ambulancias y los coches particulares trasladando heridos con destino a los distintos hospitales de Algeciras (Hospital Municipal, Cruz Roja y Militar), San Roque, La Línea, Ronda, Tarifa, y hasta Cádiz en tanto los anteriores centros campogibraltereños se encontraran colapsados.

Desolación e impotencia ante lo que dejaban atrás. Agosto 1961
Desolación e impotencia ante lo que dejaban atrás. Agosto 1961. Fuente: Tiojimeno.

Hubo quiénes, como consecuencia de la intensidad y del miedo vivido se acostaron no sin sentir ciertas molestias. Al amanecer, al levantarse, ya con el cuerpo en frío, soportaban fuertes dolores; era como consecuencia de haber sufrido la tarde anterior diversas fracturas óseas.

En esta misma dirección,  mi padre que estuvo interviniendo y curando hasta el amanecer, una vez que se acostó, tuvo que guardar cama al día siguiente al no poder levantar su cuerpo aquejado de fuertes dolores por los golpes recibidos en el derrumbe de la plaza.

En esa hecatombe, mi madre que estaba embarazada y en su caída había contraído enormes moratones en sus muslos, abortó. Perdí al que podría haber sido mi tercer hermano.

Portada de la edición del diario ABC del día siguiente. 18 de agosto 1961
Portada de la edición del diario ABC del día siguiente. 18 de agosto 1961.

Jimena de la Frontera, fue tristemente en España la primera noticia de esa tarde-noche. Los partes -así se llamaban a los informativos radiofónicos- de las veinte y veintidós horas de Radio Nacional, informaron cumplidamente a nivel de todo el territorio patrio de la tremenda desdicha.

Panorámica, tras el siniestro. 17 de agosto 1961
Otra panorámica de la zona derrumbada de la presidencia, tras el siniestro. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.

Al día siguiente, la noticia del hundimiento de la plaza de toros de Jimena se hacía hueco en las portadas de la prensa de los grandes periódicos españoles, junto a la crisis de Berlín en uno de los momentos más críticos de la Guerra Fría tras la Segunda Guerra Mundial. Coincidió con el inicio de la construcción del Muro que aislaba la parte capitalina oriental germana de la occidental.

También se abrió paso la tragedia taurina jimenata de las solemnes declaraciones del “tecnócrata”, ministro de Comercio del Gobierno de Franco, Alberto Ullastres, anunciando en aquella misma fecha la nueva etapa que comenzaba España con la puesta en marcha de los planes de desarrollo económico y que tenía como horizonte futuro la pretensión de integración en la pujante Comunidad Económica Europea (CEE)

Semanario nacional Blanco y Negro sobre la tragedia de Jimena
Semanario nacional «Blanco y Negro» sobre la tragedia de Jimena. Sábado, 26 de Agosto 1961.

Asimismo, el semanario de mayor difusión nacional, “Blanco y Negro”, en su edición del sábado 26 de agosto de ese año, nueve días después de la tragedia, dedicó un amplio reportaje al siniestro de Jimena.

El sacerdote Alegre, Manuel Alegre Rodriguez montado en un asno en la arteria de Jimena, calle Sevilla. Fue el único espectador que se mantuvo en su sitio. 17 de agosto de 1961
El sacerdote Alegre, Manuel Alegre Rodriguez, aquí lo vemos montado en un asno, en la arteria principal de Jimena, calle Sevilla. Fue el único espectador de la corrida que inicialmente se mantuvo en su sitio al caerse la plaza. Foto de 1955. Fuente: Ediciones OBA.

El diario “Área” del Campo de Gibraltar, sacó en portada la foto del único espectador que no se cayó de la plaza. Fue el sacerdote del pueblo, Manuel Alegre rodríguez, el padre Alegre, como popularmente se le denominaba; un gran amante de montar y trotar a caballo y de ir subido por las cuestas de las calles del pueblo con un pequeño asno. En el segundo de reloj que transcurrió el derrumbe, se encontraba sentado en la tribuna de autoridades. Le sorprendió rodeando su brazo al poste que izaba la insignia nacional. Por mero instinto de conservación, al sentir que sus pies se hundían, le dio tiempo para abrazarse fuertemente al tronco de madera.

Con la negra sotana al aire, aparecía el cura en la imagen gráfica, sujetándose con ímpetu a lo más alto del mástil que desplegaba la insignia nacional; único elemento fijo que al estar anclado directamente en el suelo firme no era dependiente de la frágil estructura anillada que se desmoronó. Así se le observaba al clérigo en el retrato tomada desde la perspectiva del albero.

Revista taurina "El Ruedo".Agosto 1961
Revista taurina, «El Ruedo». Agosto 1961.

El eco informativo del hundimiento de la plaza de toros portátil asimismo atravesó las fronteras nacionales. A nivel internacional habría que resaltar a la prensa inglesa que reflejó con grandes titulares la dramática noticia. Habían muchos súbditos extranjeros en calidad de espectadores presenciando la corrida, principalmente ciudadanía británica procedente de Gibraltar.

Catherine, hija del primer ministro dde Gran Bretaña, asistente junto a su marido y ministro del Aire, Julián Amery, a la corrida de toro. Su boda en el año 1950.
Catherine, hija del primer ministro de Gran Bretaña, Harold Macmillan, asistente junto a su marido y ministro del Aire, Julián Amery, a la corrida de toro. Su boda en el año 1950. Fuente: The Peerage. 

Así, se encontraba en el hemiciclo taurino, como privilegiada espectadora por hallarse de vacaciones en el Peñón, mistress Catherine Amery, hija del primer ministro británico del partido conservador, tory, Mister Harold Macmillan, que resultó con magullamientos leves y heridas en la pierna derecha y en el rostro, siendo atendida en el Hospital Municipal de Algeciras en presencia del vicecónsul de la Gran Bretaña en esta ciudad.

La señora Amery tuvo hasta su momento de humor cuando siendo atendida y para animar a todos pidió coñac, explicando que era muy bueno para las heridas. Tras la cura, se marchó a Marbella para reponerse en una clínica privada. Le acompañaba cuando ocurrió la catástrofe su marido, Mr. Amery, ministro del Aire en el gobierno de su progenitor, que resultó ileso.

Hospital Municpal de Algeciras
Hospital Municpal de Algeciras. Fuente: lalineadigital.es

En el mismo centro sanitario algecireño, junto a otras decenas de heridos, se auxilió a Eleuterio Alfageme González, de cuarenta y ocho años, hermano del alcalde de La Línea de la Concepción, herido igualmente en el siniestro.

La primera víctima mortal fue, como casi siempre suele sobrevenir en catástrofes de estas características, la más inocente: un niño de ocho años de nombre, Ángel Fernández Torres. De humilde familia carente de recursos económicos, el oficio del padre era remendón de calzados. El menor observaba el espectáculo a través de los agujeros y de las pequeñas rendijas exteriores que dejaba la unión de los tablones que vallaban el círculo portátil exterior de la plaza. En su desplome, quedó aplastado.

El diario ABC recoge el ambiente de total decaimiento del pueblo junto a las nuevas noticias que se van conociendo. 19 de agosto 1961
El diario ABC recoge el ambiente de total decaimiento del pueblo junto a las nuevas noticias que se van conociendo, como el cuarto fallecido. 20 de agosto 1961.

Los otros dos fallecidos, en la misma tarde del siniestro, fueron gibraltareños.  Misstres  Concepción Philips, que fue trasladada ya difunta en ambulancia al Hospital de Algeciras. Asimismo, el súbdito inglés, identificado posteriormente como mister Ernest Philips, de cuarenta y dos años, que precisamente resultó ser el esposo de la víctima anterior, y cuyo cadáver fue llevado, de igual forma, pero al hospital de La Línea de la Concepción. Dejaron dos hijos. Una joven de 16 años, Nancy, y un varón con 17, Ernest. Ambos cuerpos fueron posteriormente trasladados a Gibraltar donde residían para recibir sepultura.

El aspecto que ofrecía la zona donde vendían bebidas refrescantes. 17 de agosto de 1961
El aspecto que ofrecía la zona donde vendían bebidas refrescantes. 17 de agosto de 1961. Fuente: Ediciones OBA.

Igualmente, dos días después y a consecuencia de las gravísimas heridas sufridas, pereció, Antonio Rodríguez Guerrero, vendedor ambulante de refrescos, vecino de La Línea de la Concepción, que dejó dos hijas, de dieciséis y diecisiete años de edad.

Y, por último, ya más tarde, también por mor de haber tenido lesiones muy graves, murió Cristóbal Mota Navarro, del que en su momento no hallé datos biográficos. No existía nada de información de la época reflejada con exactitud sobre esta  persona. Incluso en la fuente escrita hallada, uno de sus apellidos era erróneo. Sin embargo, casualmente y en fecha muy reciente, a través de su nieto, Aurelio Mota Morales, vecino asimismo de la Línea de la Concepción, he logrado la información fidedigna sobre el difunto. Se trataba de su abuelo paterno.

Cristóbal Mota Navarro, trabajador en Gibraltar, la quinta víctima mortal.
Cristóbal Mota Navarro, trabajador en Gibraltar, la quinta víctima mortal. Foto de 1959. Fuente: Aurelio Mota Morales.

Así he sabido que el fallecido dejó, aparte de su mujer, Juana Gallardo Aguado, dos hijos, Diego, de 34 años, y José de 30. De la misma manera, que era trabajador en Gibraltar, donde cruzaba a diario la frontera desde La Línea. Llevaba, como encargado, la Fábrica de envasado de Tabaco. Allí se preparaban los cuarterones de entonces. Dicha firma poseía además un estanco para la venta al público situada en la arteria principal del Peñón, calle Real, con la denominación de “Vázquez Brothers”. Diego, hermano del siniestrado, también trabajaba en el mismo lugar como Almacenista y perduró en idéntico oficio hasta el cierre por Franco de la frontera en 1969, por lo que el Gobierno, a consecuencia de perder su empleo, le indemnizó con 32.000 pesetas. 

Fueron por tanto, y de forma definitiva, cinco, los fallecidos por esta tremenda tragedia.

Un testigo participante en la guerra civil española que se inició el dieciocho de julio de 1936, manifestó que nada tenía que ver por su magnitud la tragedia que había contemplado en el hundimiento de la plaza de toros de Jimena con las múltiples batallas que tuvo que librar en el episodio bélico.

Introduciéndose a un herido tendido en el Land Rover de la Guardia Civil que asistía a la corrida. 17 de Agosto 1961
Introduciéndose a un herido tendido en el Land Rover de la Guardia Civil que asistía en labores de vigilancia a la corrida. 17 de Agosto 1961. Fuente: Tiojimeno.

Entre los heridos, no hubo una contabilidad tan precisa. En total pudo haber más de ochocientos, según estimaron fuentes judiciales, que sólo pudieron concretar en el sumario abierto, 770; entre personas con fracturas, cortes y contusionadas. Otras pesquisas extraídas de la prensa, elevaban la cifra a más de mil, de imposible concreción ante la dispersión con que se efectuó la improvisada atención médica y hospitalaria. Sí, en cambio, los heridos, calificados como graves o muy graves, a dos días del episodio, se cifraron en 207.

Un testigo de la guerra civil española, manifestó que por su magnitud nada tenía que ver la envergadura de la tragedia que había contemplado en la plaza de toros de Jimena con las múltiples batallas que tuvo que librar en el episodio bélico.

Una herida y contusionada siendo auxiliada. 17 de agosto 1961.
Una herida y contusionada siendo auxiliada. 17 de agosto 1961.Fuente: Ediciones OBA.

En el dramático y desolador ambiente que reinaba la tarde noche del accidente taurino, mi madre me sacó de la casa donde vivíamos, lugar a cuya entrada se hallaba la consulta de mi padre, para que no siguiera presenciando más escenas de horror, ante el estado lamentable que presentaban las decenas de heridos que continuaban llegando sin parar. Me dejó en el domicilio del vecino, Miguel Ruíz, en la misma calle San Sebastián, unas casas más arriba; inmueble donde se había quedado mi hermano más pequeño, Francisco Javier, que contaba tan solo con dos años, mientras los demás estábamos en el espectáculo taurino, incluido mi otro hermano, Miguel Ángel, de siete años.

Allí fue donde tomé conciencia de la desdicha que había ocurrido. Por primera vez rompí a llorar desconsoladamente; había sido mucha la tensión acumulada y necesitaba liberar la emoción contenida ante el desastre que nos embargaba.

Lo que quedó en pie, el camión que portaba los toros que apenas pudo soportar la parte que cayó sobre su lateral, en tanto se observa a un guardia civil con tricornio y escopeta al hombro mirando hacia las tablas por si aún se encontraba alguna persona atrapada bajo los hierros y maderas.
Lo que quedó en pie, el camión que portaba los toros que apenas pudo soportar la parte que cayó sobre su lateral, en tanto se observa a un guardia civil con tricornio y escopeta al hombro mirando hacia las tablas por si aún se encontraba alguna persona atrapada bajo los hierros y maderas. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.
Otra panorámica del siniestro cuando ya se iba normalizando la evacuación. 17 de agosto 1961
Otra panorámica del siniestro cuando ya se iba normalizando la evacuación. 17 de agosto 1961. Fuente: Tiojimeno.

Un hecho comentado posteriormente fue que Francisco, capataz de carreteras que vivía en la barriada de La Estación de Jimena, se había anticipado a prever el suceso. Prohibió que cualquier familiar suyo asistiera a la corrida. Según se decía, días antes de celebrarse el evento taurino, había revelado a personas de su entorno que no se fiaba de la forma en que se había realizado el montaje de la estructura.

Observó meticulosamente cómo habían ido acoplando, pieza por pieza, de una forma chapucera los distintos componentes materiales de la plaza hasta completar el redondel, según manifestaba. En conclusión; que no se fiaba de la seguridad que ofrecía esa instalación portátil. Sin embargo, otras lenguas comentaron que Francisco era muy asustadizo y siempre se había caracterizado por tener miedo a toda novedad no experimentada.

La corrida prevista para el día siguiente ya no se pudo celebrar. 18 de agosto 1991
La corrida prevista para el día siguiente ya no se pudo celebrar. 18 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.
Las entradas que ya no se pudieron usar. 18 de agosto de 1961
Las entradas que ya no se pudieron usar. 18 de agosto de 1961. Fuente: Tiojimeno.

La corrida prevista para el día siguiente, a idéntica hora y en análogo sitio, donde iba a repetir el mismo rejoneador madrileño, Mariano Cristóbal de Miguel, y que sería asistida por cuatro novillos más, también de la ganadería de los `hermanos Goizueta´ de Los Barrios, para que en esta ocasión los torearan, Francisco García “El Carbonerito”, de la Estación de San Roque, y José Mateos “Molinilla”, de Algeciras, ya no pudo celebrarse por falta de plaza de toros. Igualmente hubiera ocurrido su suspensión en señal de luto o por ausencia de espectadores con ganas de asistir sí se hubiera planteado otro lugar alternativo.

Entrmezclados animales y espectadores en la confusión. 17 de agosto 1961
Entremezclados animales y espectadores en la confusión. 17 de agosto 1961. Fuente: Ediciones OBA.

Deseos que, por el contrario, no le faltaron a otros seguidores campogibraltareños de Carlos Corbacho. Eran fechas donde la afición a la tauromaquia levantaba parecidas pasiones entre las masas como hoy suele generar el fútbol. Así que dos días después de la tragedia jimenata a la que asistieron, se encontraban nuevamente presentes en la corrida a torear por el diestro linense y que se celebraría en la plaza del también gaditano municipio del Puerto de Santa María.

Portaban aún sus vendas y otros iban con sus brazos en cabestrillo por los percances sufridos en la plaza siniestrada de Jimena. Por su fidelidad obtuvieron el agradecimiento del espada que les brindó su primer toro, contando con el unánime asentimiento de la plaza en pie que rugió en aplausos solidarizándose nuevamente con los presentes damnificados, todo ello después de haber guardado un minuto de silencio por las víctimas antes de comenzarse la corrida.

El diario ABC recoge las primaras presunciones tras el hundimiento de la plaza. 19 de agosto 1961
El diario ABC recoge las primaras presunciones tras el hundimiento de la plaza sin determinación concreta. 19 de agosto 1961.

Como causa para el derrumbe del coso taurino, casi cada vecino se inventó una teoría. Aparte de la presunción sobre la chapuza de su montaje, ya apuntada, otras especulaciones achacaban a que habían entrado más personas de las que cabían, o que el pataleo del público eufórico por la exitosa faena a su novillo realizada por Carlos Corbacho hizo resentirse el anillado del coso.

Los restos de la plaza quedaron varios años a disposición judicial junto al edificio de los silos, cerca de donde se montó el coso. 1963
Días después del siniestro, ya sin asistentes ni damnificados, sin poderse tocar nada por hallarse bajo sumario judicial. Agosto 1961. Fuente: Tiojimeno.

Algunos otros discurrieron con otros motivos. Como que el terreno cedió en uno de los puntos cruciales de apoyo en el suelo de la estructura de la plaza. Hubo incluso quién más lo detalló, atribuyendo ese corrimiento al tropiezo del novillo que toreó Corbacho, y que a gran velocidad fue tirado por las mulillas con destino al desolladero, no sin antes golpearse fuertemente con el poste de hierro de la puerta de entrada al chiquero que la desestabilizó, afectando a toda la estructura, por lo que pasados unos minutos se desplomó la totalidad de la instalación.

Pues bien, la instrucción de las diligencias judiciales que llevó a cabo el juzgado de San Roque, correspondiéndole su inicio al juez de Primera Instancia e Instrucción, Salvador Domínguez Martín, y que desde el primer momento se dio enorme celeridad desplazándose a la zona siniestrada donde fue acompañado de personal técnico cualificado para su asesoramiento y peritación; en el informe emitido, no figura nada de lo anteriormente comentado y si, por el contrario hizo constar, formando parte del sumario, que el coso era de gran originalidad y moderno, encontrándose sus accesos, palcos, barreras, burladeros, toriles… bien dispuestos.

El diario ABC informa de la sentencia condenatoria sobre la causa y la responsabilidad en el siniestro de la plaza de toros.
El diario ABC informa de la sentencia condenatoria sobre la causa y la responsabilidad en el siniestro de la plaza de toros. 16 de abril de 1967.

Casi seis años posterior al drama, cuatro de abril de 1967, se inició el juicio sobre las presuntas responsabilidades penales y civiles en la Audiencia Provincial de Cádiz. Fueron interrogados sesenta y un testigos y ocho peritos exigidos por las partes. Al final, en resolución judicial se requirió para cada una de las familiares de los fallecidos la indemnización de 250.000 pesetas; excepto para el menor difunto que la cifra bajaría a 150.000. Para los heridos, a razón de su gravedad el reparto de hasta un total de casi tres millones y medio de pesetas.

Y como único condenado por imprudencia simple, en sentencia notificada a las partes once días después del inicio de la vista pública, figuraría condenado el arquitecto, M.L.S., responsable del montaje y de la supervisión de la plaza de toros. Tuvo que abonar, tras el fallo definitivo emitido ese 22 de abril, las indemnizaciones citadas a los afectados. A la vez, fue obligado a satisfacer las costas del juicio. Los demás encausados, entre los cuales figuraban los promotores locales de ese evento, fueron absueltos.

Juan I. Trillo, médico, con el Subsecretario del Ministerio de Trabajo, y con Fernando Ramos Argüelles, cirujano taurino, el homenajeado. Acto de entrega de la Gran Cruz de la Beneficencia.
Juan I. Trillo, médico de Jimena, con el Subsecretario del Ministerio de Trabajo, en el centro, y con Fernando Ramos Argüelles, cirujano taurino, en el homenaje donde se le hizo acto de entrega de la Cruz de la Beneficencia por su labor en el siniestro del hundimiento de la plaza de toros de Jimena. Madrid, 07.06.1963. Fuente: Familia Trillo.

Como consecuencia del formidable trabajo de emergencia sanitaria llevada a cabo in situ el doctor don Fernando Ramos Argüelles, apoyándose en la enfermería de la plaza de toros que sobrevivió a la hecatombe, recibió varios homenajes, así como le fue concedida por el ministro de Gobernación del Gobierno de España, la Cruz de Beneficencia.

Resúmen de la corrida de la muerte que realizó el paisano Juan León espinosa. Agosto 1961
Resumen de la corrida de la muerte que realizó el paisano Juan León Espinosa. 17 de Agosto 1961. Fuente: Juan León Espinosa.

Momentos antes del derrumbe de la plaza, el doctor Argüelles había estado interviniendo al novillero Pacheco de la cogida sufrida, y, afortunadamente, por su exigencia de que la enfermería estuviera instalada externamente a la estructura del coso taurino de cara a alejarse del matadero en evitación de posibles infecciones; ambos, médico y novillero mal herido, así como otros acompañantes, evitaron verse aplastados por el hundimiento de la plaza y así haber aumentado fatalmente el número de víctimas mortales.

Entre estos actos de gratitud por su labor humanitaria, destacó el celebrado en el Club Náutico de Algeciras, el 22 de septiembre de 1962, donde personas de toda índole social y del mundillo del «arte de Puchades» se dieron cita.

Igualmente, consciente y conocedor el doctor Argüelles de la labor que en igual sentido realizó mi padre con los numerosos heridos que atendió, tuvo la deferencia pasado unos meses de llamarlo por teléfono para avisarle previamente de la condecoración de que iba a ser objeto en Madrid. Por expreso deseo personal le manifestó que lo recogería en Jimena, en el viaje que con su coche particular iba a emprender desde Algeciras con destino a Madrid para recibir tal honor, de cara a que a la mañana siguiente, viernes siete de junio de 1963, compartiera en el Ministerio de Gobernación el acto oficial de la condecoración.

Plaza de toros portátil. Mayo 2007
Plaza de toros portátil. Feria de mayo 2007. Fuente: Tiojimeno.

Casi cuarenta y seis años tuvieron que transcurrir para que en Jimena volviera a suceder una corrida de toros y montarse otra plaza portátil, esta vez denominada “Sacramento”, con capacidad para tres mil espectadores. Se instaló junto a la misma carretera, esta vez al lado de la antigua “fàbrica de los tomates”, a escasa distancia en metros, por tanto, de la de 1961.

Cartel toros feria de mayo 2007
Cartel de toros. Feria de mayo 2007. Día 13. Fuente: Tiojimeno
La entrada para esa corrida
La entrada para esa corrida. 13 de Mayo 2007. Fuente: Tiojimeno.
Desarrollo de la corridas de toros de mayo del 2007
Desarrollo de la corridas de toros del 13 de mayo del 2007. Fuente: Juan León Espinosa.

Fue el domingo 13 de mayo del 2007. A las 6 de la tarde comenzó la corrida; coincidente para la ocasión con la otra feria del pueblo, la agrícola tradicional. Igualmente se repitió la presencia de un rejoneador. Fue el portugués, Joao Moura Caetano, que lidió dos ejemplares de la sevillana ganadería de Martín Lorca, que cubriría todas las reses del evento, obteniendo como trofeos sus cuatro orejas.

¿Quién le iba a decir al ya extorero Carlos Corbacho que iba a aparecer casi 46 años después en otra plaza portátil en Jimena esta vez como asesor taurino a la presidencia que recayó en el edil de Festejos, Fernando Gómez García, que está a su izquierda. a la derecha, andrés Macías sánchez jimenato y en esa fecha trabajando en el diario Europa Sur. Mayo de 2007.
¿Quién le iba a decir al ya ex-torero, Carlos Corbacho, en el centro de la foto, que iba a aparecer casi 46 años después en otra plaza portátil en Jimena. Esta vez como asesor taurino de la presidencia de la corrida que recayó en el edil de Festejos del Ayuntamiento, Fernando Gómez García, situado a su izquierda. A su derecha, charlando, Andrés Macías Sánchez, jimenato y en esa fecha trabajando en el diario Europa Sur. 13 de Mayo de 2007. Fuente: Tiojimeno.

Participaron dos toreros: Manuel Díaz “El Cordobés” que cortó cuatro orejas y dos rabos; y el almeriense, José Olivenza, con palmas en su primero y dos orejas al segundo. La plaza esta vez no se llenó, cubriría sus tres cuartas partes.

Y como asesor del presidente de la corrida -¡quién se lo iba a pronosticaren en 1961, año del dramático episodio!- estuvo aquel novillero a quien la fatídica fecha del día 17 de agosto de 1961 no se le había borrado de su mente: Calos Corbacho.

Concluida la investigación y el reportaje, en Málaga, a 15 de mayo del 2016.

Fdo: Juan Ignacio Trillo Huertas.

 

Bibliografía:

Agosto 2003-diciembre 2015. Entrevistas realizadas a testigos y familiares del siniestro: 54

20.08.1957. Diario ABC. Página 34: “Corridas. Jimena de la Frontera (Cádiz)”

18.08.1961. Diario ABC. Página 15: “Trágico hundimiento de una plaza de toros portátil, en Jimena de la Frontera”. Página 30: “Taurinas. En Jimena de la Frontera”. Página 36: “Se hunde la plaza portátil instalada en Jimena de la Frontera”.

19.08.1961. Diario ABC. Página 29: “Las causas de la catástrofe de Jimena de la Frontera, sin determinar”.

19.08.1961. Diario `La Vanguardia Española´. Página 9: “Del hundimiento de la plaza de toros de Jimena de la Frontera”.

20.08.1961. Diario ABC. Página 41: “Tristeza en la alegre Jimena de la Frontera”.

26.08.1961. Revista semanal Blanco y Negro: “Hundimiento de la plaza de toros portátil en Jimena de la Frontera (Cádiz) La tragedia saltó al ruedo”.

08.1961. Revista taurina: Los toros dan y quitan: “Cuatro muertos en la plaza de toros de Jimena”.

05.09.1962. Diario ABC. Página 25: «Próximo homenaje al cirujano de la plaza algecireña».

07.06.1963. diario ABC. Página 47: «Condecoración a un médico algecireño».

05.04.1967. Diario ABC, Página 49: “Tribunales. Vista del proceso por el hundimiento de la plaza de toros de Jimena de la Frontera”.

06.04.1967. Diario ABC, Página 57. “Prosigue la vista del juicio por el hundimiento de la Plaza de Toros de Jimena”

16.04.1967. Diario ABC, Página 94: “Condena del arquitecto como autor de una falta de imprudencia simple”.

23.04.1967. Diario ABC. Página 101: «Fallo de la causa por el hundimiento de la plaza de Jimena de la Frontera»

20.04.2007. Tío Jimeno: “Hundimiento de la plaza de toros en agosto. Cómo lo comentaron las crónicas de la época”.

20.04.2007. Tío Jimeno: “Mi odisea en el derrumbamiento de la Espléndida”. Ricardo Gómez Llaves. Escrito el 19.08.1961.

28.08.2008. Carta a los medios de Paco Espinosa, recordando con pormenores el trágico suceso.

02.07.2010. “La tragedia taurina en Jimena hace 49 años”. Luis Alonso Hernández, veterinario y escritor.

14.08.2011. Diario de Cádiz: “Tragedia en La Espléndida”.  Mari Carmen Estévez.

17 .08.2011. Noticias de San Pablo de Buceite: “Hoy hace 50 años de la tragedia de la plaza de toros La Espléndida de Jimena”.

17.08.2011. Tío Jimeno y el Libreto de feria: “Aquel fatídico Jueves 17 de Agosto”, por Juan León Espinosa.

1838: “L’Espagne sous Ferdinad VII, el marqués de Custine. 1790-1857”.