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Cuatro golfos

Un poco de caridad, justicia si, venganza no.

 

Cuando la Junta de Andalucía, o mejor  dicho, cuando sus dirigentes se percataron del alcance de la investigación que se estaba llevando a cabo en el Juzgado de Instrucción número seis de Sevilla, de su boca salió un espontáneo: ¡!Esto es obra de cuatro golfos!!. Y no les faltaba razón, cuatro o catorce golfos habían convertido un sistema de ayudas a empresas y trabajadores en un coladero y una fuente de ingresos procedentes de las arcas públicas. Desde el sindico Lanzas hasta  los mediadores de seguros Albarracín y Bordallo, junto a sus colaboradores y comerciales, Paco Gonzales entre ellos y con el  inestimable asesoramiento de estudios jurídicos Villasis. Y por eso estaban siendo investigados, pero se le escapaba a los líderes emergentes de la Junta el filón que, al quedar al descubierto estas actividades, se  había encontrado  el siempre atento a la corrupción ajena, Partido Popular.

Lo de los cuatro golfos les vino como dedo al culo a los voceros a sueldo del PP que hicieron chanzas y risas de la frase poniéndola en boca del aturdido Presidente de la Junta Sr. Griñan.

Ignoraban, más por soberbia que por otra cosa, los insignes dirigentes Socialista que en la calle San Fernando se afilaban los cuchillos carniceros dispuestos a hacer pitanza con las trémulas carnes de todos aquellos que  habían ollado en el festival de subvenciones  que se inició con el desdichado asunto de Cárnicas Molina.

La caraja mental de Chaves, Griñan, incluso de Zarrias, Viera y Antonio Fernández en esos primeros meses del año 2010 permitió que la excelentísima marquesa del Prado diese un triple salto olímpico, se contase veinte casillas y llegar, de un plumazo en forma de Auto, a poner sus aviesas garras sobre los desprotegidos gaznates de tan ilustres representantes socialistas.

Los argumentos eran frágiles cuando no espurios: “Conocían o debían conocer”. Y ahí lo dejo. Con semejante estupidez la excelentísima cortó gaznates al ritmo que daba el  Vic electromagnético que anidaba entre sus afilados garfios. La estupefacción que se impuso entre los afectados les impedía ver con claridad  que, aunque en realidad habían sido cuatro (o catorce) los golfos que se habían aprovechado del sistema, el objetivo final no eran esos golfos, ni averiguar dónde había ido a parar el supuesto dinero defraudado. No, queridos ilusos del Parido Socialista Andaluz, el objetivo era la Junta y todos sus dirigentes, con la sana intención de hacer tabla rasa y colocar a los desnutridos hijos del viejo régimen en puestos de relevancia donde poder engordar sus fláccidas cuentas corrientes. En ese afán regenerador, su excelentísima no dudo en arramblar con el Ayuntamiento en pleno y así  facilitar la colocación de su mentor y protector de épocas turbias y folletinescas en puesto tan singular como la Alcaldía.

La fiscalía, ya por entonces, jugaba al bailar la Yenca:”… izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, atrás, un, dos, tres…”. Y pasó del “aquí no hay nada, al, esto es una causa general y más tarde pedir quince mil años de prisión y cienes y cienes de millones de euros en fianzas. Cosas de la fiscalía.

Una vez en los puesto de control, los sinceros y abnegados peperos no  dudaron en colocar a la otrora alter ego de su excelentísima, la avispada letrada Lourdes en el mismísimo epicentro del conflicto, esto es, en la dirección de Mercasevilla. Maremia, la que se había oragizao.  Cual sabandija chupoptera aprovechó su reluciente carguito para desempolvar y encontrar “por casualidad”   ingentes cantidades de documentos con los que engordar la tormentosa instrucción de su excelencia. Esto es lo que se llama actuar con dignidad, honestidad y honradez. Ahora, una vez alcanzada la gloria de cogobernar la Junta, los lideresos peperos han premiado su ardua labor con una dirección general de algo. En fin, unas limosnas para que puedan seguir luciendo en los saraos de la sevillanía cutre y casposa.

En breve se conocerá la sentencia de esta pieza del mal llamado caso de los ERES de Andalucía. Hablar a toro pasado siempre es más fácil que enfrentarse a la realidad venidera, por eso me aventuro a decir que no habrá sentencia ejemplar para los dirigentes socialistas de la época, ni tan siquiera habrá condena pues los hechos, a todas luces omitidos y desvirtuados por su excelencia, son los que son y, por más que ladren, si de algo se puede culpar a estos ilustres socialistas es de soberbios y confiados, pero en ningún caso de corruptos y prevaricadores. Y  si no, en la sentencia nos vemos.

Pero en realidad no quería hablar de este tema, ocasión habrá para hacerlo con más detalle y amplitud, pues del caso algo sé. Lástima el desaguisado de la Señora Bolaños y el acoso y derribo al que ha sido sometida, me hubiese gustado poder ayudar, pero no estaba en mi mano. De lo que quería hablar es de la situación del Sr. Urdangarín. Y viene a colación la frase esa de: esto es cosa de cuatro golfos, porque, a nadie se le escapa que este personaje tiene toda la pinta de ser un gran vividor,  un tipo no muy listo que se ha dejado llevar por una cohorte de aduladores que solo buscaban su beneficio personal apoyándose en tan ilustre figura. Que Urdangarín sea un golfo, probable, pero lo cierto es que los cuatro golfos que lo rodeaban, son los verdaderos responsables de tan triste historia. Como no podía ser de otra forma, apreció el juez justiciero con su  tripón cervecero, resentido del mundo y con ganas de impartir mucha, pero mucha justicia.  Y lo consiguió, vaya si lo consiguió. Urdangarín purga sus pecados aislado del mundo en una cárcel reservada a ilustres personajes como otros tantos reclusos en nuestro país y en el mundo entero. Y ahora la fiscalía, en su vuelta al baile de la yenca da saltitos pidiendo revocar la decisión del juez de vigilancia penitenciaria de permitir al Sr. Urdangarín asistir un par de veces en semana a realizar labores de voluntariado. No queremos justicia, queremos venganza.

Peperos corruptos y amargados pedían venganza  y clamaban para crucificar a los socialistas que les habían impedido enriquecerse durante cuarenta años ¡ Que le corten la cabeza!. Jueces amargados con pinta de puteros se erigen en  vengadores  de las causas impopulares contra la tiranía monárquica.

Ahora está de moda ser republicano, por eso hay que dar caña al mono de la monarquía, aunque sea a través de uno de sus menos ilustres representantes. No basta la condena social, civil y penal, NO. Hay que acabar con la persona, infligir daño, que se retuerza de dolor, que sufra el aislamiento y el desprecio de todos.

Para esos fiscales garantes del ius puniendi y   todos aquellos que claman venganza  después de haber pasado por la capilla para murmurar sus plegarias pidiendo favores propios y desgracias para el resto ,recomiendo la atenta lectura de un pasaje de la sagrada Biblia. Evangelio de San Lucas 24, 19. El camino de Emaús. Tras los días de la crucifixión en Jerusalén,  Jesús se aparece a dos que iban a una aldea, camina entre ellos pero éstos no lo reconocen,  charlan y comentan los hechos acaecidos y al final Jesús desaparece, es justo en ese momento cuando ellos entienden que había estado sentado a su mesa el mismísimo Jesús, el hijo de Dios. En el texto aparece el nombre de uno de ellos, Barrabas, pero, ¿qué hay del otro?, no se menciona su nombre, pero debemos entender que ese otro, somos todos nosotros. Si Dios existe, está entre nosotros, aunque no sepamos reconocerlo.

Un poco de caridad, justicia si, venganza no.