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De coroneles vivos y residentes muertos

Galindo y sus guardias que acabaron con dos detenidos a base de enterrarlos en cal viva, ¿forman parte del honor de la Guardia Civil?.

 

Defiendo que los magistrados y jueces no puedan dedicarse a la política sin renunciar antes a seguir en la carrera judicial o fiscal a partir de ese momento. Por lo tanto lo que escribo nada tiene que ver con apoyar al ministro señor Grande Marlaska. Ni él, ni la señora Robles y el señor Campos deberían estar en el gobierno. Lo mismo que el señor Lesmes y otros muchos magistrados no debieron estar en los gobiernos donde ostentaron cargos.

 

Otrosí, digo. Presidía el gobierno de España el señor Rajoy, y era ministro del Interior el señor Fernandez Díaz, (21/12/2011-04/11/2016) , cuando el entonces director adjunto operativo de la Guardia Civil, el teniente general Cándido Cardiel nombrado DAO de la Benemérita por el ministro Perez Rubalcaba en enero de 2010, dictó una orden el 28 de marzo de 2012 a cumplir por todas las jefaturas por la cual deberían remitir reseña de las operaciones que vayan a entrar en fase de explotación en la semana siguiente : el nombre de la operación, la unidad que la llevaba a cabo, la fecha en que se ejecutaría, el número de detenidos que habría, los registros de inmuebles que conllevaría e incluso las posibles «implicaciones de cargos públicos. Dicha orden no fue dejada sin efecto por el magistrado señor Zoido Alvarez, ministro del Interior  desde el 04/11/2016 al 01/06/2018, ni por el también magistrado señor Grande Marlaska, a la sazón actual ministro del Interior.

 

Cualquier españolito con mili hecha, sabe que las órdenes hay que cumplirlas y que si no han sido derogadas están en vigor. Lo sabe desde un corneta de órdenes hasta un capitán general con mando en plaza. Por tanto el coronel cesado por el secretaría de Estado de Seguridad y que tanto revuelo, inmerecido e innecesario, ha producido, estaba obligado a conocer y a cumplir tal orden. Máxime cuando en los tres últimos ministerios ha ocupado cargos de libre designación en sus respectivas estructuras.

 

La prensa hablada, imaginada por virtual, impresa o tertuliarizada radiofónica o televisivamente que ha ocultado tal orden mostrando su inepcia para preparar sus intervenciones se ha apresurado a erigirse en defensora del honor de la Guardia Civil, cual si fuera ediciones redivivas del capitán don Santiago Cortés González, en el Santuario de la Cabeza.

 

Resulta que el honor del Instituto no es inmaculado. Los detenidos por motivos ideológicos a manos de individuos del mismo  durante oprobiosos años y llevados al cuartel de San Bernardo y golpeados y abofeteados, ¿forman parte del honor de la Guardia Civil?. El general Galindo y sus guardias que acabaron con dos detenidos a base de enterrarlos en cal viva, ¿forman parte del honor de la Guardia Civil?. El general del Cuerpo procesado por connivencia delictiva en las trapacerías inicuas de Luis Roldán, ¿se integra en el honor de la Guardia Civil?. Ya nos avisó Pedro Crespo, alcalde que fuera de Zalamea, que el honor es patrimonio del alma, y el alma solo es de Dios .

 

Otrosí Segundo, digo. A ver si tras las tronantes afirmaciones bicéfalas de la derecha “pevoxpe” sobre la destrucción de Montesquieu en España llevada a efecto por el magistrado Grande Marlaska, hay un deseo de que no se den a conocer los protocolos de Praga y de Sion redactados por los fieles ayuseros a las órdenes de MAR dando instrucciones a 22 hospitales dependientes de la Comunidad Autónoma de Madrid sobre a qué ancianos residentes en centros para mayores podrían no no admitirse, “con criterios clínicos”, faltaba más. El consejero de Política Social de la misma señora Ayuso se había dirigido los días 22 y 31 de marzo y 11 de abril al consejero de Salud de su mismo gobierno, advirtiéndole de que si no le proporcionaban medios muchos ancianos residentes morirían de forma indigna y de los riesgos, incluso delictivos, de discriminar a personas discapacitadas allí residentes. Los datos de muertes en residencias madrileñas están ahí y son conocidos. Las investigaciones de la fiscalía provincial son sabidas.

 

Otrosí Tercero, digo. Que en política no hay casualidades.