The news is by your side.

De la distopía progresista a la serendipia vacunacional

Vamos encaminados sin que nadie lo impida a una sociedad distópica, aborregada, teledirigida, egoísta, sumisa, dócil y manipulada.

 Muchos de ustedes se habrán quedado a cuadros al leer el título que encabeza este artículo. ¿Qué dice este tío?, se habrán preguntado. Les cuento que de unos meses a esta parte, debido en parte a la pandemia y en parte a las gilipolleces de nuestros políticos y de los medios de comunicación, nuestro vocabulario y nuestro léxico se ha ido impregnando de palabras que, hace apenas un año, casi desconocíamos. Ultimamente se habla mucho de la distopía que no es otra cosa que la antiutopía, es decir, según la Real Academia de la Lengua, la distopía es “una representación ficticia de una sociedad futura de craracterísticas negativas causantes de la alienación humana”. Baste como ejemplo paradigmático la novela 1984 de George Orwell, publicada en 1949 y que adelanta un mundo ficticio y perverso cuyas peores características se están haciendo realidad setenta años después. Esta España pandémica y acojonada de 2021 parece encaminarse irremediablemente hacia esa sociedad distópica dirigida y manejada por los “grandes hermanos” de turno encarnados en Pedro y Pablo, el duo progresista que nos gobierna desde hace algo más de un año.

 

Los valores sociales de libertad y justicia que hemos estando defendiendo desde hace décadas son suprimidos de un plumazo, las tradiciones borradas, los símbolos arrasados, las instituciones desmanteladas, la religión (católica, por supuesto) denigrada, la libertad vigilada y las conciencias subsumidas por una especie de utopía pseudomarxista propugnada por Podemos y apoyada por el PSOE, que quieren imponer a toda costa, nos guste o no. Es lo que hay y nada parece detener su cada día más imparable avance. Vamos encaminados sin que nadie lo impida a una sociedad distópica, aborregada, teledirigida, egoísta, sumisa, dócil y manipulada que es el caldo de cultivo idóneo donde florecen como setas en otoño los populismo más abyectos e indeseables. El pesimista ¡Vivan las caenas! del reinado de Fernando VII se va haciendo realidad cada día que pasa, mientras cae como chinches, víctima del coronavirus, toda una generación de españoles que rompió moldes y puso las bases democráticas para sustentar un Estado moderno y democrático que superase el trauma de la Guerra Civil. En esta España distópica, el recuerdo y la recuperación a través de la mal llamada “memoria histórica”, de aquellos trágicos años ha servido de base para conseguir atraerse a su campo a una generación que afortunadamente había olvidado el dramático conflicto guerracivilista que marcó nuestra juventud y que muchos creíamos afortunadamente olvidado.

 

Pero volviendo al título y a la cruda realidad de la pandemia, otro de los palabros que acaba de incorporar la RAE al diccionario es el de serendipia. Me lo recordaba el otro día un amigo que ha dado positivo en coronavirus. Como imagino que sabrán, la serendipia es “un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual” y el ejemplo más claro fue el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming o el de la viagra, aunque hay una novela, escrita en 1981 por Dean Koontz, “Los ojos de la oscuridad” que es paradigmático en estos momentos ya que habla de un virus mortal desatado en el año 2020 en China y al que se le denomina Wuhan-400 que anticipa todo lo que está ocurriendo en la actualidad. ¿Serendipia o adivinación del futuro? Como ocurrio con el 1984 de Orwell, Koontz también lo clavó. Ahí lo dejo.

 

Pero a lo que iba. Decía mi amigo que, gracias a la pandemia, ha descubierto por pura casualidad el poder antivírico de la mayonesa. En su familia, a aquellos miembros a los que les gustaba esta salsa, y él es un entusiasta de la ensaladilla rusa, apenas han tenido síntomas, mientras que a los que no les gustaba o la directamente la odiaban, lo han pasado algo peor. Espero que el mítico doctor Fernando Simón no se entere, porque nos va a estar dando mayonesa por un tubo en desayuno, comida y cena hasta hacernosla odiar.  Sólo espero que, una vez que se ha largado su jefe Illa a Cataluña, se lo lleve con él y lo quite de enmedio para evitarnos más soponcios y cabreos. Aunque dado el sadismo que caracteriza a Pedro Sánchez, mucho me temo que vamos a tener que aguantar las “simonadas” habituales de cada día unos meses más hasta que pase la novena o la décima ola de la puta pandemia y se vaya a hacer submarinismo con su amigo Calleja al triángulo de las Bermudas, a ver si hay suerte y se lo llevan los extraterrestres de Ganímedes.

 

P.D.-¡Uf, vaya racha! En los tres últimos artículos he dedicado otras tantas posdatas a despedir a amigos que se me han ido por la pandemia o por otras enfermedades. Y, por desgracia, ésta no podía ser menos.  Ahora le ha tocado el turno a un bilbaíno genial, afable y en el buen sentido de la palabra, BUENO, que compartía conmigo y con una veintena de compañeros más, las tertulias de Ágora Hispalensis. José Ángel era también compañero de profesión aunque nunca formó parte de la redacción de un periódico. Experto en comunicación empresarial y miembro de la directiva de la Asociación para el Progreso de la Comunicación (APC), José Ángel hacía siempre honor a su nombre, un ángel vasco, simpático, culto, equilibrado, moderado y siempre con una frase precisa, una gota de humor inteligente asomando a sus labios para quitar hierro a cualquier situación comprometida o indeseable. Aunque su personalidad siempre esté presente en nuestras tertulias, su ausencia física se echará mucho de menos. Descanse en paz. Espero que mi próximo artículo, dentro de una semana más o menos, no lleve incorporada una nueva postdata de este tipo y que ni la pandemia, ni los terremotos ni cualquier otra desgracia que seguira golpeándonos este fatídico año, nos afecte en nuestras convicciones más intimas. Lo espero y lo deseo.