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Desprecio a la Democracia

Los beneficiarios de la Ley del 'sí es sí' han sido hasta ahora casi mil delincuentes sexuales que han visto reducidas sus condenas.

 

Una mujer ocupa por designación de un hombre un ministerio de un gobierno de coalición. Esa mujer ministra decide de acuerdo con el programa firmado por los que crearon la coalición enviar al Congreso un proyecto de ley para ampliar la protección de las mujeres en sus relaciones sexuales con hombres pues consideran que con la legislación vigente no lo están.

El proceso de producción de un proyecto de ley supone pasos medidos, técnicamente delicados que exigen lecturas y relecturas del texto por varios departamentos ministeriales. Entre ellos el de Justicia. E informes de órganos del Estado previos a su remisión al Congreso. Durante su tramitación parlamentaria numerosos diputados han de estudiar el texto remitido y proponer enmiendas y correcciones. 

Todos los intervinientes en el proceso perciben emolumentos importantes por realizar bien su trabajo. La ley se aprueba, se publica y entra en vigor.

Los beneficiarios inmediatos de la misma han sido hasta ahora casi mil delincuentes sexuales que han visto reducidas sus condenas  y ciento y alguno que han sido puestos en libertad con los ríesgos socialmente asumibles a lo que parece. Indignación de las gentes. Indignación de las víctimas. Indignación de miles de mujeres que no entienden como se puede producir semejante desaguisado.

El hombre que designó a la mujer ministra en el BOE, no resiste la presión de las rebajas de condenas y delincuentes sexuales liberados de las cárceles y pacta el cambio necesario con el partido más numeroso de la oposición. Y cambian la ley en contra de la mujer ministras y de las mujeres secretarias de Estado y otras con varias denominaciones bien retribuidas.

¿Quien responde políticamente de este desastre?, ¿el hombre designado?, ¿la mujer ministra designada?. No. En el Reino Unido acaba de dimitir hoy el viceprimer ministro conservador, ¡de derechas oiga!, acusado de presionar a sus subordinados por exigirles más trabajo. ¿Aquí?. Ya no hay motoristas en El Pardo.