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El coño de la ministra, el cerebro del periodista, el tamaño de la mesa camilla

Ayer un comunicador de la SER, le espetó a una ministra del gobierno de España que tenía un coño como una mesa de grande.

 

Ayer un comunicador de la SER, (¡si don Antonio Garrigues levantara la cabeza!), le espetó a una ministra del gobierno de España que tenía un coño como una mesa de grande. La ministra, tan dicharrachera ella, sonrió halagada por la magnitud del órgano comparado, se supone. José Manuel de Prada publicó hace años su libro titulado COÑOS, al que es obligado recurrir en el examen de tal referencia anatómica, por muy ministerial que fuere y por muy descerebrado que el locutor de la SER pudiera parecer. Pues bien, consultado el volumen de Prada no he encontrado referencia alguno a coños ministeriales, ni del tardofranquismo, ni de los primero años de la transición. Todas las suposiciones están abiertas.

 

Si hubiera estado entrevistando el comunicador al señor Maroto, senador segoviano procedente de Gasteiz, ¿se hubiera atrevido a decirle que tenia unos testiculos y aditamento erectil complementario, del tamaño de un monovolumen de siete plazas?. Seguro que no.

 

Si, ¡válgame el cielo!, el intelectual comunicador de la SER, hubiere o hubiese entrevistado al señor Garamendi, ¿le hubiera espetado que sus órganos genitales, salario mínimo por medio, cabrían en el IBEX al pasar los 8.900 puntos? , es seguro que el entrevistado le hubiera dado un traspies en salva sea la parte al deslenguado maleducado locutor. 

 

Pero, la ministra es una mujer. Y pese a las politicas publicas que ella dice estar obligada a promover, acepta que un prestidigitador de la palabra en una emisora de radio de amplia difusión ponga en exposición el tamaño de su coño, cosa que el tal sujeto no se atrevería a hacer con un político varón respecto a sus órganos sexuales. El piropo elegante está prohibido por no ser políticamente correcto. Señalar el coño de una ministra como elemento referencial de medida para comprar mesas camillas este invierno, es gracioso. ¡Viva el feminismo procaz! 

 

Cada cosa a su tiempo, y los nabos en adviento.