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El debate

La moderadora dijo “la sanidad andaluza es un ejemplo a seguir…” Le faltó añadir: tome presidenta, siga ud.

 

Trincar una idea concreta para ganar el voto de un indeciso cualquiera tendrá que esperar a mejor ocasión que la que anoche ofreciera eso que emitió Canal Sur TV, y que los más proclives llamaron debate.

El discurso de los contendientes fue un resumen de lo ya hablado en sesiones parlamentarias previas. Una puesta en escena en prime time andaluz de chascarrillos, eslóganes y frases ya contempladas, sobreexplotadas publicitariamente y repetidas hasta la opacidad de su serena pesadez. Un refrito, uno de esos programas caleidoscopio donde se propone echar un vistazo a “lo mejor” de la semana.

Excepto que Juan Marín intentó pescar más en el mar azul del PP que en el mar más rojo de Susana, propio de su evanescente ideología según, poco más quedó claro que saber cómo supimos que Ciudadanos y el PP, sí los andaluces lo permitimos, harán gobierno alternativo al de los Ere. Susana se inmutó lo mismo que Messi tras recibir un gol. Ella confía en su pierna izquierda para driblar este obstáculo que le propone el equipo contrario. Y siempre le quedará el último cambio, ese Dembélé de Podemos con el que instituir una investidura y luego expulsar del espectro electoral a quien la facilita. Ya lo hizo con la IU de Valderas, y con el PA de Antonio Ortega. Nada nuevo para su aura.

 

Un refrito, uno de esos programas caleidoscopio donde se propone echar un vistazo a “lo mejor” de la semana.

 

La influencia que ejerce el PSOE sobre todo lo que se mueve en Canal Sur llegó incluso hasta la moderadora, quien a pesar del negro chillón con el que mandó un guiño a sus compañeros reivindicadores de La Nuestra, no pudo ésta evitar dar la entrada al bloque temático de lo social diciendo: “la sanidad andaluza es un ejemplo a seguir…” Le faltó añadir: tome presidenta, siga ud. Ver a Susana Díaz con ese manejo del lugar y del espacio, con el aire de soberbia con el que se deja ver, admite pocas dudas sobre quien jugaba en terreno propio, y quienes debían agradecerle que les permitiera ese ratico a su vera, en su casa.

Debatir es usar pasión para poner argumentos que defiendan el proyecto propio. Es invadir el espacio con fina retranca para atraer la atención sobre lo que uno quiere explicar. Debatir no es un compendio de reproches reiterados y repetidos a modo de speech por turnos medidos de tiempo, sin más intención que la de demostrar cómo de estudiado se lleva el diseño del gotelé de una pintura vieja. Ir a debatir con los rivales no es una sucesión de anuncios de parlanchines quietos  y amarrados a un reloj de arena, el que cronometra la poca gracia del o la ponente.

Un debate electoral o es a dos, o no es debate. Es otra cosa cuando excede del toma y daca a dos manos. Porque difícilmente se podrá contrastar con el otro si entre intervención e intervención transcurre tiempo suficiente como para ir a por palomitas, volver y encargar dos pizzas para llevar.

 

No pudo ésta evitar dar la entrada al bloque temático de lo social diciendo: “la sanidad andaluza es un ejemplo a seguir…” Le faltó añadir: tome presidenta, siga ud.

 

El joven líder popular puso algo más de carne en las brasas, demostrando que su propuesta pretende cambio. Hizo gráfica exhibición argumental, y su predisposición a romper el buenísmo de la buena voluntad, eso que Susana Díaz exhibe de sí misma como si fuera un don.

Continuidad y nivel plano de un debate es la intención que interesa más a los que gobiernan o cogobiernan que a los que quieren romper con ese camino. Y, en mi modesta opinión, si hay un camino de cambio posible en la gestión, parece claro que ese no será posible, aunque ella lo promete por San Telmo, ni con Susana Díaz, ni con Juan Marín, ni con Teresa Rodríguez. Se alegraron anoche todos, tácitamente, de que Andalucía sea lo que es en el contexto europeo y nacional: con sus Ere, su paro, su PISA y su paso atrás cada año. Y visto así ¿cómo pretenden que nos creamos que ellos son el cambio?