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El desierto y los gatos panza arriba (I Parte)

¿Qué ha pasado en los partidos políticos andaluces desde las elecciones?

 

‘El político debe ser capaz de predecir lo que va a ocurrir mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido’, manifestó el estadista británico Sir Winston Churchill.

Esta facultad, aunque sea mucho pedir es la que se espera al menos de un dirigente siempre que no sea de esta tierra andaluza donde ninguno se olió el triunfo abrumador de Juanma, como tampoco ha sabido explicar después qué fue lo que lo motivó, señal inequívoca para que en un futuro sintamos enorme sonrojo cuando nuestros descendientes nos pregunten quiénes eran los políticos de nuestro entorno que nos representaban. Pero como el precio de desentenderse de la cosa pública se paga con ser gobernados por los peores, hace que, en esa penosa y cansina tarea que me impongo en ocasiones, vuelva a predicar en el desierto contra los gatos que, sin cazar ratones ni permitir que los releven, se defienden panza arriba por mera supervivencia ante sus fracasos, como recientemente lo ha protagonizado, sin éxito, el felino Boris Jonhson, porque allí los partidos y el sistema electoral, afortunadamente para ellos, se parecen muy poco a los de aquí.

Resumiendo, los políticos andaluces no llegaron a enterarse previamente del ambiente electoral preexistente, como tampoco han explicado después de forma convincente el acontecido tsunami Juanma, ni tan siquiera han osado desde entonces a asumir responsabilidades o cambiar formalmente algo en sus partidos aunque fuera para que todo siguiera yendo realmente igual, o sea que continúa el panorama intacto y mimético a ese reciente antier, que es tanto como no haber aprendido de la derrota.  Parálisis permanente, le denominarían los de la movida musical de los ochenta.

Hagamos memoria por si a alguien se le ha olvidado. Aunque parezca que tuvo lugar la cita electoral en la lejanía del tiempo, sucedió tan solo hace un mes. El resultado no pudo ser más contundente. Un candidato que barrió, ocultando la sigla del partido que lo presentaba por mor de la deleznable corrupción mafiosa que acumula y la ausencia de credibilidad que complementa su seña de identidad teniendo la manipulación como santo y seña de su discurso. Mayoría absoluta alcanzada por el protagonista a proseguir en el sevillano Palacio de San Telmo, a pesar de que no podamos catalogarlo de lumbrera, sino más bien asociado a que en el mundo de los ciegos el tuerto fue quien finalmente se impuso para la presidencia de la Junta de Andalucía.

Refuerzo el argumento empleado sobre Juanma. Basta seguir el expediente académico como las veces que el triunfador del pasado 19J ha tenido que corregir de falsedades su currículum vitae para que nos hagamos una idea de la hoja formativa de nula brillantez de que goza. Además de que ya fuera juzgado en las elecciones autonómicas celebradas en diciembre del 2018 con los peores resultados obtenidos por su formación. Tampoco es que estemos ahora presente ante un resucitado, superdotado de oratoria en la nueva reaparición, eclipsando a un Emilio Castelar o a un Manuel Azaña, ni tampoco que haya empleado tal grado de locuacidad que ha seducido y obnubilado al cuerpo electoral andaluz. A la inversa, nos hemos hallado frente a un personaje invisible cuya campaña electoral estuvo basada, nada de provocar aspavientos o adhesiones inquebrantables, en la ausencia de vibrantes intervenciones, o de propuestas innovadoras, para pasar lo más desapercibido posible hasta en los obligados debates televisivos acaecidos.

A lo largo de la campaña, siempre se manifestó situándose de perfil, como para que no se notara su presencia o no le afectara cuanto se le dirigiera, y si tenía algo que responder que pudiera encender polémicas disponía del cancerbero de Ciudadanos que se ocupaba del asunto. Es más, como se sabía que tras el suicidio político consumado por el partido de la espantada de Albert Rivera, que ahora conduce de forma continuista hasta llevarlo al fondo del abismo Inés Arrimadas, no iba a lograr ningún diputado, la oposición tampoco le iba a prestar caso ni estar por la labor de hacerle protagonista, por lo que Juanma volvía a salir indemne. Digamos que hasta le sobró explicar la grisácea gestión realizada por falta de oposición a su inanición, demostrando que habiendo pasado virgen durante una legislatura sin apenas dar signos de gobernanza, echando balones fuera de Andalucía con destino a la Moncloa, acompañado, eso sí, de una campaña propagandística abrumadoramente incesante, se puede obtener mayoría absoluta; claro que con la colaboración, por deméritos, de los demás.

¿Por qué los partidos políticos derrotados no han hecho una lectura en profundidad de sus desastres electorales? ¿Por qué no han tomado medidas desde la patética noche electoral en que no dieron explicación a lo sucedido?  Quizás las respuestas no estén en el viento, sino ambos interrogantes se complementan como pregunta y contestación. Por ello, expresar que nada especial contuvieron sus razonamientos que fuera retenido hasta el día de hoy por el electorado, es estar en lo cierto.

En relación con el bloque de la derecha no está en mi mente pedir dimisiones al partido Ciudadanos, más allá de la que llevó a cabo el pobre finado que se hallará a punto de pasar a otra dimensión, en el caso del susodicho a lo mejor hasta con ingreso en un enésimo partido, respondiendo así de forma fehaciente al apodo que acompaña a su nombre de pila: Juan Marín El Pescador. Sí ya antes de las elecciones la formación naranja cabía en un microbús, no quisiera ahora que con las previsibles partidas del resto de sus integrantes se me pueda achacar su evaporación metafísica. La seguirán efectuando ellos mismos y poco a poco, como vienen haciéndolo hasta ahora, siguiendo la traza de su propia hoja de ruta en la línea que se marcaron hace algo más de tres años escenificando su primer acto liquidaciónista en la plaza de Colón. Querían figurar en la Historia de España como el fallido político sucedido con faz masoquista en tiempo récord, para lo cual, cuando tenían la oportunidad de entrar en el Gobierno, emplearon la técnica de la autoinmolación, muy patriótica en Japón antes del reciente homicidio de su exprimer ministro Shinzo Abe.

¿Se puede ser más torpe con el discurso expuesto por Ciudadanos en la campaña electoral andaluza de entregarse con éxtasis al PP para practicar ambos la misma política, recibiendo como respuesta, una y otra vez, por parte de Juanma que había dejado de amarle, pero que le agradecía los servicios prestados, tratándolo como tonto inútil para vaciarle el granero de votos?.

¡Y que no se hubiese percatado y sí sus electores! En política también las marcas originales son las que atraen al votante y no las falsas imitaciones. Para correrlos a gorrazos.

Una vez cumplido el papel asignado a Ciudadanos por los poderes fácticos que lo engendraron, consistente en captar para sus candidaturas al elector centrista, que en momentos claves del pasado  proporcionó, como voto prestado, la victoria a la izquierda socialdemócrata, para reconducirlo hacia la posición de derecha extrema o extrema derecha, dictaminaron estos mismos dueños de su creación, con el apoyo de su potente red mediática, que debía de ser enterrado para no dividir el voto conservador. Démosle pues la despedida a la formación naranja sin grandes ceremonias por no merecerla: Requiem æternam dona eis, Domine, et PP lux perpetua luceat eis (‘Concédeles el descanso eterno, Señor, y que brille para ellos la luz perpetua del PP’).

Tampoco voy a demandar dimisiones a VOX por esa pretensión malograda de dar el ‘sorpasso‘ al PP, aunque haya aumentado en votos y escaños, quedándose no obstante muy lejos de sus expectativas, porque sería un canto al sol, ese himno de parecido nombre al que tanto le tiene cogido el gusto. Estamos ante un partido no democrático que depende de lo que diga su férreo núcleo de dirección central, que de la misma forma propugna un modelo centralista de Estado con un proyecto involutivo, nostálgico-dictatorial. Sí, en todo caso, es de agradecer que mostrara, con descarnada y descarada desnudez, a una histriónica y esperpéntica candidata que, -aunque “salobreña” por curso acelerado a distancia que en su paquete de oferta incorporaba otro exprés para el aprendizaje del baile de sevillanas- estaba dotada de tal grado de ignorancia sobre Andalucía y las demás cuestiones que bramaban de su boca, que saber que tiene el título de abogada del Estado es pensar que la fortuna le sonrió en una tómbola de feria aldeana.

Repasemos ahora la izquierda del PSOE-A. La despacharía sobre lo que le ocurrió en las urnas, mandándola a copiar cien veces en la pizarra el libro de Vladímir Ilich Lenin, ese gran timonel que tanto admiran pero que no acabaron de asimilar, titulado «La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’». Asimismo, a castigarles, visualizando, por lo menos otro centenar de veces pero por cada año que transcurra esta legislatura, la película «La vida de Brian», de cara a que consigan cuanto antes la unificación de los cuantiosos e insostenibles frentes populares y andalucistas de Judea que alberga en sus filas, -incomprensibles para su cuerpo electoral-, con el añadido del parto de un programa común viable.  También, para que cuando hable en nombre de la clase trabajadora la haya sometido previamente a un trabajo formativo e ideológico, como los que se llevó a cabo, bajo peores circunstancias, en la clandestinidad antifranquista, al objeto de que cuando lleguen las próximas elecciones sepa de política al menos lo mismo que de fútbol, y de esta manera acuda a los colegios electorales, como hace la derecha, pero lógicamente dirigiendo su voto en sentido contrario para la defensa de sus intereses.

Eso de pensar que la clase obrera per se va al paraíso, aparte de resultar peliculera, se debe, a haberse quedado colgada leyendo «El Capital» de San Carlos Marx sin entenderlo, en tanto las nuevas tecnologías acompañadas de un refinado aunque atroz capitalismo de la globalización, más alienante aún que el antaño `liberal´, hacían el resto. Reflexiónese, por ejemplo, sobre los fenómenos del lepenismo en Francia, el trumpismo en EEUU y cómo en España está calando VOX en esta famélica legión, extinta parias de la Tierra.

En el contexto actual no es que los nichos para esta izquierda no existan sino que se han transmutados y les han perdido la pista de dónde se hallan ahora. Para nada en un camposanto, donde yacen los que heroicamente fueron. Les adelanto que deberían explorar un nuevo discurso de característica transversal y nada sectario, modesto, sin considerarse depositarios únicos de la ética y de la verdad dando lecciones y regañinas a los que no piensen igual, de cara a ambicionar la representación de sectores sociales que se sienten fuera del sistema, o erradicando el analfabetismo instalado en el cuerpo electoral mediante la puesta en valor del conocimiento, la información y la cultura, dirigido hacia esa mayoría que no vota dándose latigazos sobre sus espaldas. Simultáneamente, dejar la obsesión enfermiza que les recorre bien guardada en el ropero de sus sedes, consistente en estar siempre mirando el ombligo del PSOE para criticar cualquier movimiento que observen sobre algunos de los pliegues de su epidermis, porque es tanto como tirar piedras contra el propio tejado de la izquierda. El electorado está harto de polémicas estériles y de ese juego electoral de bucle del que no se mueven, consistente en que cuando los socialistas  bajan, ellos suben y viceversa, mientras el bloque de la suma de los dos sigue intacto, cuando no, mermando cada vez más.

Como llega ahora Yolanda Díaz sumando para oír lo que les pasa, tras haber escuchado cómo ha acabado a hostias el XXI Congreso de lo que queda del PCE que fue, le recomiendo esta lectura y así me ahorro además el riesgo de desplazarme y poder contraer la subvariante del Covid, ya guion 22, que esté de moda expansiva en este preciso instante entre los asistentes a actos multitudinarios. Y no es plan de marcharse de la vida antes de saber el resultado de esa elemental, aunque judea-compleja, operación matemática.

Continuará. Segunda parte: La derrota del PSOE-A el 19-J sin aprendizaje