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El desierto y los gatos panza arriba ( II Parte)

Transcurrido un año desde que Juan Espadas salió elegido en primarias, con un electorado tan volátil como el actual, tenía tiempo de sobra para ser conocido.

 

Analizado el terremoto electoral sucedido en Andalucía por mor del resultado de los recientes comicios autonómicos que debería haber llevado a los partidos perdedores a una asunción de responsabilidades tras una profunda reflexión de autocrítica, sin embargo, pasado un mes desde que aconteciera, más de uno nos hallamos aún sentados esperando la llegada Godot, tal y como lo teatralizó Samuel Beckett.

Repasado en el artículo interior la no reacción habida en el bloque de la hecatombe, en relación con las expectativas que tenían, con alusión a Ciudadanos, VOX, y la izquierda del PSOE, toca ahora centrarse en los socialistas andaluces, que por haber quedado por segunda vez como la principal fuerza política de la oposición, aunque aún mucho más debilitada, después de haber gobernado ininterrumpidamente treinta y seis años, merece más espacio como mayor exigencia de culpa.

No hay que olvidar que el PSOE de Andalucía fue la fuerza más votada en la convocatoria a las urnas de diciembre del 2018, con siete puntos electorales y siete diputados por encima del PP. Pues bien, flaqueó de manera alarmante el pasado diecinueve de junio del 2022 al quedar como segunda fuerza, pero lo que resultó más sangrante: con una diferencia desfavorable con respecto al PP de casi veinte puntos electorales y veintiocho diputados. Y solo habían transcurrido tres años y medio entre ambas citas. No obstante, aparentara hasta la fecha de este artículo como si apenas le hubiera sucedido algo especial, un par de capotazos de aliño como justificación al tremendo batacazo y pelillos a la mar que más se perdió en el 36 del que se conmemoran ochenta y seis años.

Al flamante líder socialista andaluz Juan Espadas, le ha tocado capear el temporal y justificar la derrota con ningún acompañamiento de medidas que vayan al fondo del asunto. Por tanto, el socorrido achaque de que hubiera tenido escaso tiempo desde que salió elegido para ser conocido, solo sirvió para escapar del trance. Aunque con esta excusa reconociera implícitamente que ya pasaron los tiempos en que el PSOE, como dijera Alfonso Guerra, presentaba una cabra y salía elegida por mayoría absoluta.

Ahora, el cuerpo electoral exige a los líderes políticos muchas más cuestiones que la siglas de las formaciones políticas por las que se presentan, ahí está Juanma además para avalarlo, el triunfador que ha tenido hasta que ocultar su marca PP, hecho que no ha sido el caso del PSOE-A.

También este dato sobre el deterioro que sufren los partidos debería motivar una profunda reflexión sobre la mala imagen que sufre la política y el nivel que hace gala el electorado frente a los instrumentos de representación que son constitucionalmente imprescindibles para articular el Estado de Derecho. En democracia el votante siempre lleva la razón, incluido que pueda modificar su criterio en la siguiente cita con las urnas. Es por tanto el que existe hoy en día y poco se contribuye con elementales exculpaciones poselectorales a la ardua tarea que se espera de un dirigente con mentalidad de estadista de analizar lo sucedido para convencer a sus votantes a que en el futuro cambien su opción abstencionista o de fuga hacía el ganador.

Pero es que sobre lo argumentado, el cuerpo elector andaluz no ha tenido culpa alguna en que los socialistas hayan tardado dos años y medio en relevar a la achicharrada Susana Díaz, encima sin haber hecho oposición durante ese tránsito. Es más, si nos adentramos a los resultados electorales que el exalcalde de Sevilla ha obtenido en su circunspección capitalina, donde no se puede decir que solo se le conozca en su casa y a la hora de comer, desmonta esa torpe como improvisada y peregrina tesis justificativa acerca de la causalidad de la debacle socialista.

Transcurrido un año desde que el líder de los socialistas andaluces salió elegido en primarias, con un electorado tan volátil como el actual, tenía tiempo de sobra para ser conocido. Menos necesitaron los “monstruos políticos” de las primeras elecciones democráticas, por no hablar de los nuevos, como efímeros, líderes de la tardodemocracia, verbigracia Pablo Iglesias y Albert Rivera.

Al PSOE siempre le vinieron bien las convulsiones internas para salir de los marasmos que les llevaba irremediablemente a tocar fondo. No debería el PSOE-A tras las elecciones autonómicas del 2018 haber tenido miedo ni vértigo alguno a introducir en profundidad los cambios que le urgían, o si se me apura tras el Congreso de Torremolinos del pasado mes de diciembre, por más ampollas que hubiese levantado a nivel interno, además sigue estando como exigencia de asignatura pendiente por su cuerpo electoral según lo ratificado en las últimas urnas.

Sin embargo, los parches o componendas continuistas provenientes desde arriba en la mayoría de las ocasiones no funcionaron en el PSOE. Ahí está el lacerante caso de Madrid. Recordemos por el contrario: Suresnes, la crisis sobre el marxismo, la llegada sorprendente de José Luis Zapatero o la defenestración fallida de Pedro Sánchez. Los socialistas en esta línea descrita no pueden ignorar su propia historia. Por tanto, lo que necesitaba y sigue requiriendo el PSOE-A no son paños calientes, sino un meneo de tal envergadura que acabe con la inercia de una subcultura instalada en sus filas que parasita la organización, plagada de vicios impresentables para el votante e indignantes para gran parte de su sufrida militancia de base, hasta ahora resignadamente silenciosa por no generar más daños colaterales, pero a la espera de una pronta reacción de su dirección que llegue al fondo del asunto.

Esa cuestionada imagen actual que arrastra el PSOE-A, producto de la gestión de las últimas etapas de gobernanza, tras décadas de gloria en el poder sin oposición, ya nadie puede ocultarla y ahí están los más que pésimos resultados. De permanecer igual, seguirá sumergiéndose en la irrelevancia, cuando la existencia de un PSOE-A, brillante y con la maquinaria engrasada, se hace fundamental para Andalucía de cara a proseguir la modernización con servicios públicos potentes y eficaces que proporcionen a la vez desarrollo (crecimiento + cambios estructurales) sostenible y cohesión social, y eso afecta tanto a las clases trabajadoras como a las capas medias.

Que nadie piense, repitiendo el error del 2018, que lo de Juanma, por su endeblez y escasa consistencia, es un omicrom leve y pasajero, sino que está para quedarse si la ceguera generalizada de los demás partidos prosigue. De otras mediocridades se dijo lo mismo y ahí subsisten. Verbigracia: tras más de dos décadas de incompetencia, la superviviente socialista Marisa Bustinduy que ahora está de senadora; o la pepera Celia Villalobos, más de treinta años de diputada devaluando lo políticamente correcto, por poner dos ejemplos de dos lideresas de partidos distintos que se vaticinaron en su día que serían efímeras. Y eso sin meterme a fondo con lo que han significados para el hundimiento y destrucción del PSOE de Málaga los caterva de mindundis, aparte de la citada, como los Heredia, Espejo, Conejo, por cierto, hoy flamante asesor jurídico de su partido, tal vez premiado por «el récord `guinness´ manta» alcanzado, tras más de tres décadas de estudiante universitario, a añadir el actual gran timonel Dani Pérez que en la noche aciaga electoral no se le ocurre otra cosa que decir, como justificación al cataclismo electoral padecido, que al día siguiente se iba a poner a trabajar como nunca, cuando lleva más de quince años dedicado en exclusividad a la política y aún es un pipiolo ….El PSOE en esta aludida provincia ha pasado de ser, la primera organización socialista a nivel nacional que el 15 de junio de 1977 obtuvo el mayor porcentaje de votos con el puño y la rosa, a la última entre las provincias de Andalucía el pasado 19 de junio del 2022. Y no pasa nada.

¿Adónde puede llegar Espadas con este lastre? Un partido que se proclama genuino representante de los trabajadores, cuando resulta que en la mayoría de sus núcleos provinciales de dirección no hay quien haya laborado desde su más tierna juventud en otra cosa que no fuera la política, y algunos apuntan ya camino de la jubilación, lo dice casi todo. Las consecuencias las ocasionaron las clases medias e ilustradas, antaño votantes socialistas, que ante tanta ceguera optaron en esta cita electoral por el tuerto de Juanma u otra vez por la abstención.

Por ello, le hubiera venido mejor al responsable de los socialistas andaluces en aquella noche electoral, o quizás mejor dos días después, en vez de tirar balones fuera, hacer una autocrítica valiente donde se sincerara y conectara con el cuerpo electoral perdido. No que fuera a continuar porque ya sabe lo que es la amargura de una derrota para pasar después a conocer la dulzura de una victoria, como la que logró en la capital hispalense para hacerse con las riendas municipales, porque, entre otras cuestiones, no le ganó en las urnas municipales al PP sino que llegó a ser primer edil gracias a su ascenso en votos sumado al pacto con otras formaciones de izquierda.

Por el contrario, declarar con rotundidad que había tomado nota de lo que habían hablado los andaluces en las urnas, mostrándose dispuesto a seguir en su labor, pero no por mantenerse, por aquello de la erótica del poder por el poder, sino para pivotar el cambio profundo regenerativo y cultural que su partido a todas las luces necesita para ponerse a funcionar, tanto durante el día como en la oscuridad de la noche, que lleve a que la ciudadanía vuelva a identificarse con el PSOE-A de la excelencia que fue, no de su actual mayoría de dirigentes fracasados, también en los planos escolares como laborales, y le vuelva a dar la plena confianza, como el instrumento que mejor valoración le merece para seguir con las transformaciones económicas y sociales que continúan siendo vitales y por representar los intereses genuinos de Andalucía.

Asimismo, siguiendo el mismo argumentario autocrítico, afirmar que la culpabilidad de la desmovilización del electorado de izquierda, en su mayor parte ha recaído en el PSOE-A, habiendo tenido mucho que ver, no tanto por mostrar un perfil excesivamente izquierdista, sino por el desastre de campaña realizada, donde además se encontró con el pescado vendido por la carencia anterior de haberse efectuado una oposición en condiciones al gobierno de derecha de la Junta, y por no llegar su discurso más allá de pequeños círculos de forofos convencidos.

En este sentido, el partido que el candidato Espadas se ha encontrado y así debería explicitarlo sin tapujos, es un pesado ente desarraigado de la sociedad a la que dice representar, dirigido por la mediocridad y la incompetencia, un auténtico desastre. A la vez, aunque lo ignorara, porque lo suyo con anterioridad no había sido lo orgánico, debe mostrarse corresponsable de tal hecho como antiguo susanista y, con posterioridad y recientemente, por no haber efectuado los cambios estructurales que urgen en la organización, por una concepción errónea de tomar la unidad de la rémora heredada como un valor en sí misma que le podía llevar a la victoria y luego vería. En consecuencia, debe de atreverse a manifestar que es plenamente consciente que el fracaso obtenido ha sido debido y asociado a la permanencia casi intacta de esa carga recibida, un `guetto´ aferrado, -como partido clientelar consolidado y a pesar de haber perdido ya gran parte del poder institucional que acumuló-, a la lapa `de lo mío qué´ y a un `sí bwana´ a cuanto proceda del repartidor de prebendas.

Para a continuación, de cara a dar credibilidad a esa autocrítica, anunciar un paquete de medidas para poner en marcha, partiendo de que el mejor activo del que disponen los socialistas es su partido y su militancia, capaces de neutralizar y darle la vuelta a la situación actual, una vez que se vuelva a insertar, con su trabajo y denodado esfuerzo, en la sociedad andaluza, desafiando y venciendo las condiciones adversas de quienes apoyados en su potente red mediática van a seguir presentando la realidad de Andalucía distorsionada para la defensa de los intereses de unos pocos, a base de informaciones tóxicas para consumo de la opinión pública, reforzada ahora por el presupuesto público y por el poder mediático que gestionará el PP en solitario desde el Palacio de San Telmo y donde el Parlamento va a quedar como mero trámite.

Para ese cambio integral interno, de depuración y de regeneración que necesita el PSOE-A, Espadas debería convocar un Congreso extraordinario de cara a debatir y aprobar si procede más de un centenar de medidas, destacando como las más gruesas para dignificar la dirección y el rumbo que quiere tomar, las siguientes:

Separación a todos los niveles de la tarea militante, lo orgánico de lo institucional, empezando con dar ejemplo, fijando la incompatibilidad de ser candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía con la secretaría general del PSOE-A. De ahí, hacia abajo. Cada militante tendrá un solo cargo, bien sea orgánico o institucional, como también una obligada tarea. Punto y final a la pasividad o al palmerismo de militantes subordinados como dependientes económicos al servicio del pagador de sus cuotas o como jefe de una corriente partidaria que en realidad a lo que se dedica es a repartir expectativas de empleo a cambio de contrapartidas.

Acabose por ende la tentación de muchos afiliados de utilizar el cargo orgánico como trampolín para hacer carrera en el ámbito institucional, abandonando de facto sus responsabilidades partidarias, que con su acceso a puestos públicos pasan a un segundo plano y que dejan de interesarle salvo para cubrirse las espaldas y seguir medrando.

Como medidas ejemplarizantes empezando por la circunscripción provincial que ha quedado la última en votos, Málaga. Cese inmediato de Rafael Granados, presidente del PSOE de Málaga por inmoralidad al hallarse trabajando en Marbella a sus setenta y cinco años en la empresa pública de Acosol cobrando 70.000 euros como Director General habiendo sido su oficio laboral de origen camillero en el Hospital Civil, a la vez que es cesado también como responsable de la Agrupación Centro dando de baja a la listilla de militantes que le sirven para sus operaciones particulares, así como del puesto que tiene en el Comité Director. Un militante, un puesto. Asimismo, de Cristóbal Fernández Páez, más conocido por «El Gasolinero», irresponsable en la ejecutiva malagueña de la Dinamización de las Agrupaciones, por hallarse en Sevilla cobrando de la FAAMP y tener abandonada su tarea orgánica, encontrándose la mayoría de los locales de las sedes en la capital y provincia cerradas, carentes de programa de actuaciones y sin apenas actividad que trascienda al entorno.

El PSOE-A a partir de ahora se constituye en un cuerpo sólido y serio, que funciona autónomamente con respecto de las instituciones donde gobierna. El instrumento partidario es la base que da continuidad y consistencia al proyecto socialista a la vez que sirve de enlace entre la sociedad y las instituciones; referente ideológico y político. Puesta a fin de ser considerada esta crucial herramienta como una mera entelequia puesta al servicio de quienes se hallan en las instituciones, de tal manera, además, que cuando pierden elecciones obliguen a reestructurar la organización para acoger al derrotado y fijarle un salario.

No se va a esperar para seguir tomando nota a nuevas derrotas electorales, en este caso en las próximas elecciones municipales, más sobre debacles que hoy son previstas, adelantadas incluso por quienes callando ahora quieren arreglar cuentas internas pendientes sacando réditos tras su celebración una vez ratificadas esas hecatombes por el cuerpo electoral. Partir por tanto de cero en propuestas para la nominación de los futuros alcaldes y alcaldesas socialistas basado la selección en la excelencia, brillantez, liderazgo profesional y social y, por descontado, experiencia laboral al margen del PSOE-A, a la vez que con conocimiento del funcionamiento de la administración, poniendo fin a que a las instituciones se llegue para aprender, e incompatible con acompañarlo de un puesto orgánico por ser el cargo público de obligada dedicación exclusiva por respeto a la ciudadanía a la que se debe para la salvaguarda del interés general.

Debe dejar claro Espadas igualmente en la argumentación de esos cambios, que el abandono del trabajo de los socialistas andaluces en la sociedad y en su tejido asociativo y laboral ha terminado. Esta brecha establecida, ha llevado a que el PP esté incrementando su base electoral entre sectores supuestamente de izquierdas y haciéndose con el mundo rural, impensables hace poco tiempo. Asimismo, por su aislamiento social, el PSOE-A actual se muestra incapaz de transmitir a la ciudadanía las medidas más progresistas que en mucho tiempo no había llevaba a cabo un gobierno instalado en la Moncloa, que ha gestionado razonablemente bien una crisis sanitaria sin precedentes, que logra récord de ocupación laboral mejorando también su calidad, revaloriza las pensiones, sube como nunca el SMI… y, sin embargo, eso no llega ni a la calle ni a la gente que, distraída insustancialmente por la derecha, se decanta por discursos simplistas e identitarios, cuando no por hacer frente a fantasmas como la ETA desaparecida.

Ese agotamiento del PSOE-A como partido ha llevado también aparejada a que amplios sectores de la sociedad, por ignorancia, hayan perdido el miedo a la derecha y a sus políticas privatizadoras, o a no temer, por desmemoria histórica, a Vox que ha incrementado votos y escaños, como, de la misma manera, a que una parte del electorado de izquierda haya acudido a salvar al soldado Juanma Moreno de la pieza aliada que le completó el anterior trifachito… También a que la corrupción, cáncer de la democracia, se perciba por el electorado como un fenómeno transversal que afecta a todos los partidos por igual, lo que aprovecha el PP para blanquear su ignominiosa composición estructuralmente corrupta y mafiosa, piénsese sino en la policía patriótica y en las cloacas que creó el gobierno Rajoy desde la Moncloa del que formaba parte Juanma Moreno Bonilla.

Partir que la izquierda está en un nuevo paradigma, debe de ser de la misma forma reconocido por Espadas como hecho nada fácil a resolver. En este mundo operan unas claves diferentes al pasado; dar con esos enigmas es fundamental para resituar a los socialistas andaluces y saber adelantarse a qué acciones hay que llevar a cabo y cómo desarrollarlas. Y ello debe efectuarse con la ayuda de un partido fuerte y desplegado en la calle, armado en formación política e ideológica, sumergido en la sociedad y en su tejido asociativo donde cada militante debe formar parte del mismo, donde sus sedes de partido son también centros para la irradiación de cultura, conocimientos y de asesoramiento para los vecinos que le rodean, a la vez que se hace frente, en coordinación con las iniciativas que partan del grupo parlamentario y con la movilización de la ciudadanía, a las políticas nocivas contra lo público que nos esperan.

En resumidas cuentas, plantear que el PSOE-A, actualmente encerrado en sus cuitas con su actual composición, protagonizada por una generación en su mayoría formada por fracasados que han tomado la política como una profesión hasta la jubilación, es el mayor inconveniente para llegar a la gente por ese divorcio existente entre el instrumento partidario y la sociedad civil andaluza y para recuperar el cuerpo elector perdido, lo que obliga a dirigir y ejecutar el cambio de rumbo que no ha experimentado antes del pasado 19-J.

Y que en esa línea haga saber Espadas que el dirigente socialista que esté en desacuerdo con esta filosofía y de las primeras medidas que anuncia por hallarse instalado todavía en el partido clientelar, ahora que se crea empleo y faltan muchos camareros para atender el sector turístico, o biólogos para regenerar o reponer la masa forestal incendiada, no deben perder esta gran oportunidad para dejar de vivir de la política y así comenzar una nueva etapa de existencia cotizando a la seguridad social, que además es muy sano para las arcas públicas de cara a las políticas socialistas redistributivas, señal inequívoca de haberse puesto a trabajar en el sector privado.

Ojalá no sea necesario que dentro de cuatro años tenga que volver a estas páginas con el mismo sermón, ni tampoco en menor tiempo tras las municipales del próximo mes de mayo, porque será la mejor prueba que dejé de predicar en el desierto, y también desaparecieron quienes, como gatos panza arriba, se han venido dedicando tras la derrota electoral a defender su chiringuito personal, tomando como referencia al felino Boris Johnson, del que pronto constataron que no era ejemplo para nada.

Posdata. Tras escribir este artículo, del gozo al pozo. Este pasado jueves se han constituidos los órganos del Parlamento de Andalucía donde el responsable de organización del PSOE-A, un tal Noel Lópezal que no tengo el gusto de conocerlo, otro genio al que le sobra tiempo en la encomienda orgánica para dedicarse a ella, pasa a desempeñar también la secretaría de la Mesa del legislativo. Otra vez la acumulación de cargos. La institucionalización del PSOE-A continúa, así como las tareas de partido consideradas como algo muy secundarias. En la misma línea que ha llevado al fracaso más absoluto, la tarde del viernes, porque Noel López tenía ocupada la mañana en el Parlamento, en un Consejo Director del PSOE-A celebrado a la ligera a toda prisa, ante la llegada de la noche porque la montaña se tragaba al tórrido sol, Juan Espadas compareció muy autocrítico, aunque a la defensiva, antes que los susanistas que alberga en su seno se le adelantaran con partirle la boca por mor del resultado electoral logrado en las urnas. Volvió a apelar a que lo importante es la unidad, cierre de filas y no abrir fisuras que sean aprovechadas por los adversarios. Y de cambios o medidas, nada de nada. 

Nuevamente el desierto felino me niebla la vista, agudizado por las altas temperaturas alcanzadas en estos calurosos días. Me temo que tendré que seguir próximamente perdiendo el tiempo con la escritura. El que avisa no es traidor.