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El PP y el fútbol total

¿Qué es el fútbol total? El fútbol total es un esquema de juego opuesto al juego posicional, es decir al sistema en los que jugadores guardan su posición fija.

 

Si pensamos en el PP hacemos una correlación automática con el Radial Madrid, el tantas veces campeón de Europa, pero no, la táctica de este equipo, la del PP es más bien ‘catalana’ y se parece mucho a la del Barça de los 70, el de Rinus Michel y Cruyff, el Barcelona del fútbol total.

 

Pero, ¿qué es el fútbol total? El fútbol total es un esquema de juego opuesto al juego posicional, es decir al sistema en los que jugadores guardan su posición fija. Con el fútbol total, si un jugador se mueve de una determinada posición es sustituido por un compañero, conservando la estructura táctica, el dibujo de las líneas, con lo cual un jugador cualquiera puede hacer funciones de defensa, centrocampista o delantero. Por tanto, todos los jugadores participan al unísono tanto en la construcción del ataque como en las coberturas defensivas. Un sistema complejo que exige una gran coordinación de los jugadores y una enorme disciplina, que es exactamente lo que ocurre con todo el aparataje mediático, demoscópico, sociológico y de datos que se pone en marcha especialmente a unos cuantos meses de cada una de las elecciones, pero que nunca duerme y que si fracasa se debe más a los errores concretos de algunos jugadores a que exista realmente una estrategia enemiga, un esquema de juego, del mismo o parecido nivel, porque, sencillamente, ningún partido distinto del PP se puede permitir semejante dispendio sin tener que volver a aquella vieja cancioncilla socialista de Filesa, Malesa y Time-Export.

 

El PP, todos lo sabemos, es más que un club, y si no gana más elecciones no es por culpa de la estrategia de fútbol total diseñada por las mejores agencias de comunicación de España, al nivel de las mejores agencias internacionales, sino por la baja calidad de la cantera y los fichajes, de no ser así ganarían siempre. Con todas las empresas demoscópicas coordinándose, todos los medios con sus estrellitas mediáticas de mercadillo repitiendo el mismo argumentario mañana y tarde y atacando al alimón a enemigos y rivales, o inventando bulos, con el acompañamiento de una compleja base de datos a escala municipal, en las se sabe quién vota y qué casa por casa y calle por calle, hay que ser muy matulo para no ganar, como se dice en El Ejido, hasta una cabra ganaría si se presentara aquí por el PP.

 

Y sin embargo de vez en cuando pierden, sobre todo en las elecciones generales. por eso les cuesta tanto asumirlo y apelan a la deslegitimidad de los resultados con bastante frecuencia, a las descalificaciones o al fomento del transfuguismo en comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos para conseguir de cualquier manera ‘lo que es suyo’, tamayazos mediante. Y luego está el clásico de la vía judicial, que ya desde los inicios hizo de la noble tierra de Castilla y León. la del voto cautivo, su feudo a costa de masacrar injustamente a inocentes como Demetrio Madrid o más recientemente en la inmisericorde ofensiva a sangre y fuego orquestada por Javier Arenas para acabar con una escisión del PP, el PAL, en Almería, en el marco de la Operación Poniente que, más de diez años después, nos tiene a la espera de sentencia. Por poner dos ejemplos.

 

Si Aznar tuvo en Pedro Jota y su periódico El Mundo el socio necesario, el PP, al menos de Rajoy a nuestros días, se ha apoyado principalmente en el grupo de matriz catalana Atresmedia, que, aunque ha estado formando parte en esencia de la estrategia global del fútbol total del PP, estos últimos años ha creado por su cuenta varias tácticas de juego algo errantes que han producido, políticamente hablando resultados muy dispares, aunque buenos dividendos hasta su agostamiento actual. Estrategia que ha consistido en primer término en introducir en escena el siempre socorrido tercero en discordia del teatro y el cine: Podemos, con la intención primera de debilitar y desgastar al PSOE vía La Sexta, y cuando se les fue de las manos contribuyendo a la creación de su gran esperanza blanca, nacida también en Barcelona y su Sociedad Civil Catalana y elevada al ámbito nacional casi por arte de birlibirloque: Ciudadanos, nacidos para hacer innecesaria la bisagra nacionalista y para compensar el auge de Podemos, y frustrada porque no se les dejó pactar con el PSOE un gobierno de coalición, para alegría de su descerebrado líder, algo que supuso finalmente su hundimiento y práctica desaparición, absorbidos por el PP, que no consintió en ningún momento esa coalición contra natura con el PSOE, al punto de que Antena 3 y el grupo en su conjunto boicotearon a su propia criatura en las últimas elecciones generales.

 

¿Qué vendrá ahora? ¿Será el tiempo de nuevas televisiones en streaming, de nuevos multimedia, de nuevas estrategias tanto en el centro-izquierda y la izquierda como en la extrema derecha, surgirá un centro cívico que le saque los colores al PP por su corrupción, arrasará el PP y gobernará en España los próximos cincuenta años? Chi lo sa. Vivimos tiempos interesantes.