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Entre procrastinar y pamplinear

Procrastinar, un palabro que le venía ni que pintado al ex presidente del Gobierno del PP, Mariano Rajoy Brei

 

Entre las tonterías que se nos ocurren a los medios de comunicación todos los finales de año como las de calificar cuál ha sido el mejor restaurante, la película más taquillera, la frase más ingeniosa de un político, la peor catástrofe, la canción más popular o el récord más inverosímil, estos últimos años se ha puesto de moda el designar la palabra o neologismo que ha marcado estos doce meses de 2018, De ello se encarga un organismo promovido por la Agencia Efe y el BBVA llamado Fundación del Español Urgente (Fundeu) que en anteriores años eligió palabras como “escrache” (2013), “selfi” (2014), “refugiado” (2015), “populismo” (2016), o “aporofobia” (2017).

Como ustedes ya sabrán, porque lo han repetido hasta la saciedad todos los medios de comunicación, este año, la palabra elegida, entre las doce finalistas (descarbonizar, hibridar, micromachismo, arancel, nacionalpopulismo, VAR, mena, dataísmo, sobreturismo y procrastinar) ha sido “microplásticos”, No hace falta que les diga lo que significa porque, dicen los expertos, nos los estamos comiendo en pescados, cremas dentales, sales y agua todos los días. Hasta ahí nada nuevo bajo el tímido sol de diciembre, otra chorrada más que añadir a las que nos cuentan los medios y que nos tragamos sin rechistar.

 

Un palabro que aún no ha admitido la Real Academia de la Lengua y que le venía ni que pintado al ex presidente del Gobierno del PP, Mariano Rajoy Brei.

 

Sin embargo querría yo romper una lanza por otra de las palabras finalistas que podría haberse hecho con el triunfo si el doctor Pedro Sánchez no hubiese sacado adelante su inverosímil moción de censura contra Rajoy apoyado por los siniestropopulistas, los neoetarras y los filorracistas catalanes y vascos. Me refiero, claro está, al término “procrastinar”. Un palabro que aún no ha admitido la Real Academia de la Lengua y que le venía ni que pintado al ex presidente del Gobierno del PP, Mariano Rajoy Brei. Para aquel que lo ignore, le aclararé que “procrastinar” es “posponer o aplazar tareas, deberes o responsabilidades por otras actividades que nos resultan más gratificantes pero que son irrelevantes”. Rajoy era un experto en la procrastinación, en no moverse, en ponerse de perfil, en dejar que los problemas se solucionasen solos con el paso del tiempo sin adoptar medida alguna de gobierno que los combatiese.

 

Y no sé por qué la Fundeu no la ha elegido, porque hay que reconocer que, pese a su empeño en el figureo, a Pedro Sánchez se le puede aplicar este mismo término aunque matizado. Al contrario que Rajoy, Sánchez sí está haciendo cosas, sobre todo a través de decretos leyes, pero, como dice la definición de “procrastinar”, todo lo que hace es absolutamente irrelevante. El grave problema catalán lo combate a base de “diálogo” de sordos con Torra y su claqué, la crisis inmigratoria la soluciona con teatrales recibimientos del “Acuarius” o el “Open Arms”, contra el nacionalismo vasco o catalán propone el federalismo, contra el republicanismo que nos invade apuesta por la reforma de la Constitución, ignora a poder judicial, a los símbolos nacionales, a los parados, a los autónomos y a los jubilados y a las imposiciones de la Unión Europea que piden control del gasto público mientras él derrocha el viajes, fálcones, helicópteros y residencias presidenciales como si fuese un dictadorzuelo árabe o tercermundista. Vamos, que el doctor Sánchez, a fin de cuentas, está “procrastinando” tanto como Rajoy o más, eso sí, “pamplineando” (otro palabro que habrá que incluir en la lista de la Fundeu el año próximo) hasta la exageración, mientras los españolitos asistimos estupefactos y bastante hastiados a la yenka del izquierda, izquierda, derecha, dercha, delante, detrás, un, dos tres, de su Gobierno bonito y feminista.

 

Susana Díaz ha pagado los platos rotos llevándose en su agraciado rostro la bofetada que los ciudadanos le hubiesen querido dar en la cara (dura) de Pedro I El Guapo.

 

Dice el refrán español que “no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista”, y me da la impresión que, por más que se empeñe en pegarse al sillón de la Moncloa con Loctite y no convocar elecciones, al doctor Sánchez le quedan dos pelaos. Los andaluces, que somos especialistas en conformarnos con lo que haya, hemos sido los primeros en sacar los piés del plato socialista que nos había acorralado durante cuatro décadas. El aviso ha sido claro. Susana Díaz ha pagado los platos rotos llevándose en su agraciado rostro la bofetada que los ciudadanos le hubiesen querido dar en la cara (dura) de Pedro I El Guapo. De ahí que éste, que no es tonto aunque demasiadas veces lo parezca, no quiera ver las urnas ni en pintura y trate de agotar la actual legislatura hasta la primavera de 2020.

 

En fin, que puestos a hacer balance del año que se acaba, dos hechos políticos lo han marcado sobremanera. La moción de censura a Rajoy del día 2 de junio y, seis meses después, las elecciones andaluzas del 2 de diciembre. Dos hechos que han cambiado el panorama político español y que muestran que, al menos en política, no existe lo imposible. Dos fechas que van a ser claves en este nuevo año que comienza en el que la irrupción de nuevas fuerzas políticas sin complejos como Vox, van a marcar el futuro destino de nuestro país. Habrá que estar preparado para asumir lo que pueda pasar el próximo 26 de mayo cuando algunos muestren en todo el territorio nacional su supuesta fortaleza. Muchos están temblando por lo que pueda ocurrir, pero hay que ser optimistas y pensar que se cumpla aquello de “lo mejor está por venir”. Sea lo que sea.

En fin, feliz año a todos y, como decimos por aquí abajo, «que Dios nos pille confesaos»