Estebanillo González
En esta España de pícaros, los Austrias ya tienen sucesores: de Franco al técnico de mantenimiento que cobraba por respirar.
Pícaro español nacido alrededor de 1626 , hijo de un pintor gallego asentado en Roma, que sirvió al cardenal infante don Fernando de Austria, hermano del rey Felipe II , acudo a él hoy aniversario de la muerte del general Franco que hizo heredero a titulo de rey a otro pícaro que trae por la calle de la amargura a la Casa real española y desestabiliza a la monarquía.
Su espectral presencia no es tal pues contamos con un técnico en mantenimiento que sirvió al PSOE como secretario de organización al tiempo que cobraba mordidas por respirar desde la administración general del Estado; mantenedor que siguió los pasos de un anterior titular del mismo puesto en el mismo partido, que ministro de Transportes fue para beneficio propio con la colaboración de un escolta que entraba y salía de palacios y ministerios cual Estebanillo hacía de las estancias de los Austrias reales.
Hay más, pues un falaz embustero presidente de un gobierno levantino en edad de merecer desapareció cuando menester había a sus mesnadas salvar, escondido al parecer en un parking en suelo seco tal y como debe ser. Este pollo es del PP. También lo son ¡Ay, rediez! una docena de mozos, presidentes, vicetales, asesores, alcaldes de casa y corte, alguaciles almerienses, todos ellos del PP tal y como nos quieren ver. Incluyamos a una Leyre, con Aldama en la corte espectral en esta tarde otoñal.
No olvido lo ocurrido esta mañana, pues acostumbrados a la lenta procesión de los procesos habidos en los pasillos perdidos del supremo tribunal y a sus sentencias por meses, o por años ¡válgame!, henos aquí sorprendidos por un anuncio de prensa con el fallo decidido de condenar a un fiscal, qué digo mi capitán, no un fiscal, ¡un general!, cual lo era Su Excelencia que guardia mora se trajo por si acaso le ocurría lo que a este general hoy condenado a indemnizar por morales daños (¡pardiez qué moralidad!) a un particular emparejado a la que manda en Madrid, como la infanta Isabel, a la que un rapaz, un raterillo, vio volver de la corrida en la calle San Ginés y exclamó como nosotros ante los cinco togados masculinos condenantes ¡he visto a la “Chata”! que también es del PP.