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Hoy tocan Eres

¿Puede despiezarse un tal sentencia y unos tales recursos, como se despieza una res, nullius, o un bien mostrenco?

 

“En aquellos tiempos siempre era fiesta”. Escribió esa frase sentida, experimentada, saboreada, disfrutada, Cesare Pavese que acabó suicidándose unos años después en Turín. Los políticos condenados hoy por una sección de la sala segunda del Tribunal Supremo de las Españas, constituida por cinco magistrados, tres mujeres y dos hombres, para juzgar los recursos de dirigentes de la Junta de Andalucía, que habrán recordado a Pavesse ya que , no pocos de ellos, son leidos y de acervo cultural no habitual. Y se les habrá venido a las mentes el humanista Bracciolini, “ser bueno es muy dificil”. Porque esta misma mañana, fiesta en Triana por la Señá SantAna, los magistrados que formaron sala ha decidido publicar el fallo condenatorio, omitiendo, ex professo, los argumentos lógicos, jurídicos y legales de su decisión. ¿Puede despiezarse un tal sentencia y unos tales recursos, como se despieza una res, nullius, o un bien mostrenco?. Aquí se trata de personas, de ciudadanos llevados al banquillo por largos, larguisimos años, en los que los magistrados han tomado café y reido en tertulias y conferencias y preparado opositores, mientras los reos sufrían en la calle y en la prensa, en las antesalas de la jueza Alaya y en sus respectivas casas de familia.

Presisamente Tezanos publica en su CIS el ascenso del PP, condenado por cierto como elemento lucrador para campañas electorales que permiten conseguir poder y subvenciones, y rebajando las cifras del PSOE que le enviaran a los bancos de la oposición, cuando unos dias después, casualmente desde luego, los magistrados de la sala recortan el fallo y lo mandan publicar como Lutero en las puertas del castillo-iglesia de Wittenberg. ¿Por qué?. Qui lo sá, que susurró don Mendo en medio de sus cavilaciones. Más héteme aquí que las dos magistradas que formulan votos particulares discrepantes de los tres que adoptan el fallo, no consideran técnicamente ajustadas a la doctrina las condenas por malversación de fondos públicos que son , casualmente claro, las que permiten anunciar a bombo y platillo el ingreso en la carcel de los dirigentes juzagados.

Nos encontramos pues ante una ejemplo peclaro de ética consecuencialista, esto es aquella que juzga lo que está bien o está mal por sus consecuencias. Cito a Gluksmann : “Cuando la política (incluida la judicial, dice servidor) fomenta la ansiedad se convierte en un arte reaccionario”.