Otra muerte política anunciada se ha producido en el PSOE de Málaga. La candidata de las no primarias que fue impuesta por el aparato en el verano del 2010, María Gámez, donde para que saliera designada hubo de prohibirse la celebración de urnas para que la militancia socialista no se pronunciase, y que no dimitió cuando meses después, en los comicios locales de mayo del 2011, dilapidó más de trece puntos electorales, en una participación habida de más de cinco puntos, y con más de 22.000 votos perdidos junto a la merma de tres concejales, abandona ahora el Ayuntamiento de Málaga con cinco años de retraso.
De estos tres ediles perdidos por la candidatura que encabezaba María Gámez, dos pasaron al PP y uno a IU; y ello en comparación con unos insatisfactorios resultados obtenidos por la formación socialista cuatro años antes, mayo 2007, por la mediocre y grisácea, Marisa Bustinduy, que ya motivó en aquel tiempo un movimiento de contestación interna donde tuvo que salir pocos meses después a patas; eso sí, con destino al Parlamento de Andalucía donde un año antes se había reservado un escaño por si las moscas.
Lo de María Gámez no era la política, de la que nunca tuvo ni idea ni supo aprender.
No solo no dimitió en aquel entonces María Gámez sino que en ausencia de carisma y con sobrada y demostrada insolvencia para liderar un proyecto nuevo de ciudad, totalmente achicharrada y amortizada en la política local, volvió a presentarse en las municipales del 2015, bajo el idéntico apoyo del entramado orgánico-clientelar-institucional en que está sumido definitivamente el PSOE de Málaga. Así, el hundimiento del PP que se produjo, perdiendo la mayoría absoluta, fue capitalizado por las nuevas fuerzas emergentes: la afín a Podemos, con cuatro ediles, y Ciudadanos con tres, quedándose María Gámez con su mismo suelo de nueve ediles.
Lo de María Gámez no era la política, de la que nunca tuvo ni idea ni supo aprender. No poseyó ni capacidad para gestionar su grupo municipal, donde en su naciente y primera legislatura gozó de lo que ella misma llegó a denominar de fichajes estrellas y que no pudieron ocultar ante el electorado su imagen de insuficiencia. Pues bien, no tardó en apartarlos del grupo municipal socialista para sustituirlos por los mediocres del aparato.
El PSOE de Málaga, que sigue dirigido por el mismo tándem, cómico-trágico, Heredia-Conejo, hace tiempo que aunque en su seno no se piense, aunque subsiste, porque sus dirigentes no tienen otra opción de vida al margen de la política, aferrados al control por el control para su supervivencia personal y con un aislamiento social alarmante. Así, para las municipales del 2015, elaboraron una lista pura de aparato sin contar que esta dimisión de ahora de María Gámez podría darse, no habiendo previsto a un o una potente número dos que hoy ya pudiera visualizarse como la cabeza de lista para las siguientes elecciones municipales de mayo del 2019. Claro que sería mucho pedirles mucho a quienes solo entienden la política como un trampeo a diario. Consecuencias: la nueva crisis abierta por la dimisión de Gámez puede ser que no se quede tan solo ahí puesto que la guerra soterrada que mantienen los actuales números dos y tres de su lista, Daniel Pérez y Estefanía Martín, auguran nuevos affaires y que confirmaría que a la carencia de ideología, la teoría de Murphy es la única de aplicación en el PSOE malagueño: Lo que ha ido mal, puede ir aún peor.
No obstante, aun se le está agradeciendo a Marisa Bustinduy esa proeza por el aparato malagueño y andaluz, en contra del compromiso que contrajo el PSOE malagueño con sus electores, permaneciendo como parlamentaria andaluza desde entonces hasta el día de hoy.
Llueve sobre mojado. La anterior cabeza de lista socialista a María Gámez en el ayuntamiento de Málaga, Marisa Bustinduy, que además era secretaria general del PSOE malacitano, también se fue como líder de la oposición municipal a menos de un año tras ser derrotada asimismo por segunda vez en las municipales de la capital malagueña celebradas en el 2007. Entonces el PSOE tuvo a lo largo de esa legislatura cinco portavoces munícipes distintos que fueron abandonando, de forma voluntaria o forzada, su pertenencia al grupo socialista, con entregas de sus actas, llegando a dimitir los siete primeros ediles que se presentaron en su lista.
No obstante, aun se le está agradeciendo a Marisa Bustinduy esa proeza por el aparato malagueño y andaluz, en contra del compromiso que contrajo el PSOE malagueño con sus electores, permaneciendo como parlamentaria andaluza desde entonces hasta el día de hoy. Hipócrita laicizad la del PSOE al practicar la misma máxima Vaticana: quien no sirve en su diócesis, o hace cúmulo de desaguisados, tiene asegurado un puesto en Roma.
La nueva falta de respeto con el sufrido electorado socialista que demuestra una vez más el grupo municipal del PSOE de Málaga con la marcha, ahora también, de María Gámez, realizada poco después de que transcurran los últimos comicios locales, al igual que en anteriores ocasiones, le llena de gozo al PP, ya que, si no lo impide otro partido político, a este ritmo, de crisis tras crisis el socialismo malacitano hasta su desaparición, seguirá gobernando el municipio de Málaga lo que queda de siglo; en tanto, al electorado socialista ¿quién va a tener algo de credibilidad para dirigirse en un futuro y pedirle el voto a favor del PSOE después de lo que llevan haciendo en Málaga sus impresentables dirigentes Ni-Ni?
¿QUIÉN VA A RESOLVER LA ACTUAL CRISIS EN EL PSOE MALACITANO?
Sin lugar a dudas, Francisco Conejo. De profesión, eterno estudiante frustrado, primero en la escuela de perito industrial, sita en Málaga, y posteriormente malogrado en sus estudios de Derecho en la Universidad a Distancia. No se le conoce otra profesión u oficio que no sea la de ser liberado orgánico del aparato psoista desde su más tierna juventud. Ya ha expresado a sus allegados su deseo de poderse jubilar con el estatus de político profesional, que no exige oposiciones ni contraer riesgos de tener que pasarse alguna vez por una oficina de empleo del SAE o para prestaciones por las dependencias del SEPE, antiguo INEM.
A pesar de estas limitaciones curriculares y personales de Francisco Conejo, sus ingresos actuales, sin incluir los que pudiera recibir del partido, dietas u otros complementos, o los institucionales en especies, coche oficial o cobertura pública, procedentes de la corporación local aún sin tener asignada ninguna tarea específica ni más dedicación al ayuntamiento de Málaga que como edil raso asistir a los Plenos u órganos colegiales donde sea requerida su presencia, a sumarle además, lo que percibe por la Diputación, como portavoz del grupo socialista (que le obligaría a una dedicación exclusiva en la institución provincial que no cumple por ser además responsable regional en la ejecutiva del PSOE-A, pasándose gran parte del tiempo en Sevilla y en otras latitudes locales y provinciales), representan en total una cifra aproximada o por encima a la que gana el presidente del Gobierno de España; impensable que, por sus derrotas, deméritos, incapacidades, limitaciones, y principio de no especialización, cobrara tal remuneración en el sector privado, o como funcionario, si hubiera llegado en fraude a tomar posesión.
También, siendo Francisco Conejo responsable de organización y electoral del PSOE malagueño, el PP, en el territorio cuya población asentada se autocalificaba de centro-izquierda, gobernaba.
Francisco Conejo, paradójicamente a su consideración de responsable socialista a nivel andaluz, es bien conocido en Málaga por su larga trayectoria y experiencia en perder comicios locales, empezando por la que tuvo lugar en su propio pueblo natal, Alhaurín el Grande, donde encabezó la lista socialista en el 2003, (el PSOE pasó de 7 a 5 concejales, perdiendo la alcaldía, mientras el PP saltaba de 6 a 11 ediles) Dimitió de edil poco después y fue nombrado responsable de la campaña electoral de Marisa Bustinduy en la capital malagueña para las elecciones locales de mayo del 2007. También un fiasco. De ahí pasó a la posterior campaña municipal de mayo del 2011 donde ya se incluyó en la lista naufragada de María Gámez, con peores resultados. También ha repetido, ascendiendo puestos, en la última pifiada de Gámez del 2015. O sea, todo un fenómeno.
Ello no ha impedido que ya ausente de su localidad natal, Alhaurín el Grande, el PSOE local se recuperara electoralmente en el 2011, y sin embargo tuviera la osadía Francisco Conejo de disolver y expulsar a todos los concejales votados por sus paisanos bajo la sigla socialista, así como disolver la Agrupación socialista de este municipio en su totalidad. Al igual lo ha practicado con otras Agrupaciones locales que calaban su manifiesta incompetencia en tanto fichaba para el PSOE a tránsfugas procedentes de otros partidos e incluso a algunos imputados por la justicia. O sea, todo un cacique de nuevo cuño.
También, siendo Francisco Conejo responsable de organización y electoral del PSOE malagueño, el PP, en el territorio cuya población asentada se autocalificaba de centro-izquierda, gobernaba. Tras las elecciones locales celebradas en el 2011, ganó el PP en un total de municipios bajo los cuales vivía el 94% del total de la población provincial malagueña. Pero como la rendición de cuenta no existe en el PSOE malagueño: pelillos a la mar.
De ahí que se perciba por la ciudadanía que el PSOE de Málaga, que campaba años atrás en la provincia sin rival político alguno a su derecha, llegando a ser la primera circunscripción española en voto socialista, hoy la última de Andalucía, más que una organización política, es un sindicato de insolventes y derrotados electorales organizados para salvarse laboralmente a través del empleo en cargo político o público.
¿CÓMO EL PSOE DE MÁLAGA HA LLEGADO A ESTOS EXTREMOS?
En dieciséis años, en la capital malagueña, el PSOE de Málaga capital ha presentado, como póster electoral, a cuatro cabezas distintas a los comicios municipales, y a partir de las próximas serán ya cinco. Mientras tanto, sólo ha habido un sólo y verdadero PP ganador, con dos liderazgos locales: la patética Celia Villalobos y el soso y muy educado que suele aparentar que es el último en enterarse de lo que de pésimo hay en su gestión, Francisco de la Torre.
De nada sirvió que me ofreciera el verano del 2010 para cortar de raíz este lamentable estado que desde hace ya un tiempo sacude al PSOE malagueño, con la celebración de unas primarias que pusiera en pie a la militancia e ilusionase a la ciudadanía con que un proyecto de sostenibilidad avanzada era posible para la capital, y si se presentaba la candidata que propugnaba el oficialismo, María Gámez, mejor, ya que podía aprovecharse para ser conocida entre la población malagueña.
No me perdonaron que pusiera a la mediocridad aparatil en la contradicción y en el ridículo, ya que en todo momento mantuve bajo el brazo los Estatutos del PSOE aprobados en su último Congreso, ante la opinión pública y publicada malagueña que veían cómo ellos mismos vulneraban descaradamente su propia legalidad orgánica.
Así, para que no pudiera presentarme a las primarias de cara a optar por el PSOE a la alcaldía de Málaga, la prohibieron en Málaga como en toda Andalucía, mientras se celebraba en Madrid, Tomás Gómez versus Trinidad Jiménez, y, allende Despeñaperros, en otros lugares de la geografía española.
Tuve que pedir amparo judicial, por vulneración de los derechos fundamentales que me asistían como militante socialista, y fue aceptado a trámite, pero ante la fecha que me daba la justicia para resolver definitivamente el caso, abril-mayo del 2011, justo en vísperas de las elecciones municipales, ya no sería posible celebrar primarias, por lo que decidí retirarme para que no me echaran la responsabilidad de una derrota electoral anunciada para María Gámez.
Pero a todo le llega su San Martín. Ahora, tengo abierta la vía penal para inhabilitarlos políticamente, por usurpación de funciones públicas, aparte de otros delitos cometidos, y que paguen a la Junta con su patrimonio personal lo que aún ha de abonarme la Junta y es de todos.
Ello hizo, creyendo la ejecutiva del PSOE provincial que era un síntoma de debilidad por mi parte, que fuera a por mí con un indecente estilo goebbeliano más propio del nazifascismo o del estalinismo de los años treinta. Hube de abandonar mi militancia, para no darle el placer a la mediocridad dirigente que me echara del PSOE. Hasta al campo laboral acudieron las represalias, no podía cundir el ejemplo, cesándome en el puesto de funcionario de carrera que tenía en la Junta, a la que cinco años después, tras sucesivas sentencias favorables hasta la última del TSJA en firme, antes sus constantes alegaciones y recursos para dilatar la resolución definitiva, se ha visto obligada a reintegrarme a la plaza indebidamente cesado, noviembre del 2015, incluyendo el fallo judicial: reconocimientos de derechos perdidos durante ese quinquenio, compensaciones económicas, más intereses y costas; todas en condena a la Junta de Andalucía.
Sin embargo, debo reconocer que les sirvieron sus chapuzas caciquiles para ganar tiempo político de cara a su supervivencia política y partidaria por la lentitud que opera la justicia. Pero a todo le llega su San Martín. Ahora, tengo abierta la vía penal para inhabilitarlos políticamente, por usurpación de funciones públicas, aparte de otros delitos cometidos, y que paguen a la Junta con su patrimonio personal lo que aún ha de abonarme la Junta y es de todos.
No obstante, asimismo advierto, que al demorarse en demasía la ejecución de sentencia en su apartado económico, va para dos años, por la obstinación de no dar el brazo a torcer aún contrayendo riesgos de rebeldía a las resoluciones judiciales dictadas en firme, puede estar ya produciéndose también un delito de malversación del dinero público, cada día aumenta el montante dinerario a serme abonado, pudiendo llegar la responsabilidad sobre cuanto sucede a la máxima autoridad política de la administración autónoma, en cuando está sucediendo una manifiesta dejación de funciones públicas con consecuencias económicas perversas para las arcas de la Junta de Andalucía.
Además, sin existir responsabilidad política alguna en este PSOE de Málaga, donde se pasan por el forro a la escasa militancia de base que queda, cualquiera vaticina, en el deterioro constante que le asiste, que hay PP para largo en el ayuntamiento de Málaga y en la provincia.
Y todo parte de aquel verano del 2010, donde a pesar de que el aparato del PSOE malagueño tenía controlado a la militancia socialista a través de sus prebendas laborales que repartía y sigue a las direcciones políticas de las Agrupaciones de Distritos de Málaga capital, nunca se fiaron que el voto secreto de la base, ante el desafío de ganar la alcaldía al PP, no fuera en dirección contraria a la timorata e insolvente, María Gámez, que por su bisoñez política podía ser ridículamente derrotada en las primarias ante el primer debate bis a bis que aconteciera. Los resultados “sorpresas” en las urnas secretas internas proporcionada por la militancia socialista, en los mano a mano habidos, Almunia-Borrell o Bono-Zapatero, estaban todavía muy presentes entre los aferrados al poder, para tomar tan antidemocrática decisión, costase lo que costase electoralmente al PSOE malagueño la prohibición de celebrar primarias.
Y lo que fue mal lego en las urnas, desde entonces ha venido siendo peor.
Y es que en este PSOE, institucionalizado con cada vez menos poder institucional, desideologizado, degenerado y dedicado, ante la carencia de proyectos que ofrecer a la ciudadanía, a colocar a su personal y parentela, el que no corre, vuela, y siempre ajeno al futuro del socialismo.
Además, sin existir responsabilidad política alguna en este PSOE de Málaga, donde se pasan por el forro a la escasa militancia de base que queda, cualquiera vaticina, en el deterioro constante que le asiste, que hay PP para largo en el ayuntamiento de Málaga y en la provincia. Y es que se lo ponen como a Felipe VI.
Sin embargo, en todo este batiburrillo que sucede en el PSOE, Málaga y su ciudadanía -sin Gobierno municipal del PP que brille, con un alcalde agotado, y con la oposición socialista nula- son los que pierden.