La evolución de la especie

 

_María Auxiliadora, lo que ha cambiado el cuento.

_¿Cuál de ellos?

_El de las relaciones amorosas.

_¿El de los noviajos?

_Ese.

_¿Y eso?

_¿Cuánto tiempo te habló a ti tu marido?

_Mi marido me habló, entre pitos y flautas, diez años.

_Nueve me habló a mí el mío.

_Claro que el mío, cuando nos casamos, vamos, la misma noche de bodas, me dijo: “Yo ya he dicho to lo que tenía que decir”.

_¿Y?

_Hasta ahora. “El muíllo” le llamamos.

_Es que imagínate diez años hablando…

_Sí, porque entonces sólo se hablaba.

_No podíamos hacer nada.

_Se conoce que si hablábamos no se nos venían a las mientes otras cosas.

_Y si se nos venían, ahí estaba la carabina.

_Y llegábamos al matrimonio totalmente vírgenes.

_De información, desde luego.

_A veces, en esos asuntos, había hasta igualdad.

_Es verdad, porque ellos tampoco estaban muy duchos.

_Y luego había que atinar con el muchacho.

_¡Mujer!

_Me refiero a que no podías hablar con muchos. ¡Con uno y va que arde!

_Eso es verdad, que luego podías caer en coplas.

 _Como la “Dolores”.

_”Por ser amiga de diversiones, por ser alegre su juventud…”

_Si una juventud no es alegre, ya me dirás…

_Bueno, ¿y este “remember” a qué viene, niña?

_Viene porque los otros días me dijo la cajera del Súper que había quedado con un muchacho y de planazo nada.

_¿Y eso?

_Porque las criaturas se dejaron los móviles en casa.

_¿Y?

_Pues porque sin móvil no sabían de qué hablar.

_¡Anda ya!

_El móvil es que es muy socorrido. Que si mira este vídeo, que si sigo a este “yutube”; que si ya llevo trescientos me gusta…

_¡Qué barbaridad!

_Así son las relaciones ahora.

_Tecnológicas.

_Menos hablar, todo lo que se te ocurra.

_A eso se le llama la evolución de la especie.

_Entonces, de revolución ni hablamos…