The news is by your side.

La ley electoral de Murphy

Benito Fdez 2
Benito Fernández

Les he contado en alguna ocasión que me reúno una vez al mes con un grupo de comensales que se autodenominan “Agora Hispalensis”, formada por ex políticos y reconocidos profesionales y empresarios de las más diversas ramas y cuyas tertulias, principalmente sobre asuntos políticos, nada tienen que envidiar a las de la Sexta o la Cuatro por más que en este grupo no creo que haya nadie que apoye a Podemos. Reconozco que hay veces, sobre todo cuando superamos la docena, que haría falta no un moderador, que lo hay, sino un dictador con mano de hierro que pusiera algo de orden en los habituales corrillos. Dejando a un lado esos pormenores internos, en cada reunión, y dependiendo de cómo evolucione la situación política, solemos hacer una porra sobre puntos concretos del futuro inmediato.

Como comprenderán, en los últimos seis meses se han repetido las porras sobre el mismo tema. Si en vísperas del 20 de diciembre eran sobre quién iba a ganar las elecciones y el resultado que las urnas podrían reflejar, posteriormente la cosa derivó sobre los posibles pactos entre las distintas fuerzas políticas y sobre la figura del líder que podría conseguir (o no) ser investido presidente del Gobierno. Ahora, cinco meses después de aquellas elecciones y contando los días que nos quedan para volver a votar el 26 de junio la porra se centra no ya en quién va a ganar en los próximos comicios, que parece casi seguro que volverá a ser el PP, sino en quién conseguirá, por fin, ser nombrado presidente del Gobierno.

En la última reunión, el pasado martes, éramos dieciséis comensales en torno a la mesa y se propuso que cada uno diera el nombre del futuro presidente del Ejecutivo. Cuatro o cinco dijeron que Mariano Rajoy, otros tantos apostaron por Pedro Sánchez, alguno apuntó a otras figuras secundarias como Soraya Sáenz de Santamaría, Jorge Fernández Díaz o Pablo Casado. Sólo dos sacaron los pies del plato de la normalidad. El presidente del foro que se decantó por Pablo Iglesias ante la estupefacción de muchos y un comensal experto en sondeos y encuestas que se negó a decir nombre alguno ya que pensaba que habrá que volver a convocar unas nuevas elecciones en una más que plausible tercera vuelta.

Dice la archiconocida Ley de Murphy que “si algo puede salir mal, saldrá mal” y añade “por sí mismas, las cosas tienden a ir de mal en peor”. Y eso es lo que ocurre con nuestra puñetera ley electoral.

Y ahí es donde yo quería llegar. ¿Qué ocurriría si, como casi todos sospechamos que pueda ocurrir, los resultados del 26-J son más o menos similares a los del 20-D y volvemos a presenciar de nuevo el lamentable espectáculo de los desacuerdos entre los cuatro principales partidos? ¿Qué pasaría si transcurren otros tres o cuatro meses de conversaciones fallidas entre el PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos y nos colocamos en diciembre sin Gobierno, o mejor dicho con el Ejecutivo de Rajoy como Gobierno en funciones durante más de un año? Muchos afirman que sería lo mejor para todos los españoles, pero claro, para ello habría que prorrogar un año más los actuales presupuestos generales del estado y no creo que esté el horno de la economía internacional como para esos difíciles bollos y para hacer encajes de bolillos presupuestarios.

Dice la archiconocida Ley de Murphy que “si algo puede salir mal, saldrá mal” y añade “por sí mismas, la cosas tiende a ir de mal en peor”. Y eso es lo que ocurre con nuestra puñetera ley electoral. Que hasta ahora había funcionado medianamente bien debido al bipartidismo, pero que con las continuas meteduras de pata de PP y PSOE, la corrupción y la llegada de las nuevas fuerzas “emergentes” todo se nos ha ido al carajo. Y lo peor es que si la situación está difícil en estos momentos, como dice Murphy, podría empeorar hasta límites insospechados.

No sé lo que puede ocurrir a corto y medio plazo y solo espero que los cuatro grandes partidos que ahora se reparten el bacalao electoral tengan la suficiente cordura como para conseguir algún acuerdo de Gobierno, sea el que sea, y acabar de una vez con este vivo sin vivir en mi en el que está sumida la sociedad española desde hace casi seis meses. A todos ellos les pido solo una cosa que se pongan de acuerdo en modificar de una puñetera vez la actual ley electoral para evitar que en el futuro nos vuelva a ocurrir lo de ahora e impedir definitivamente el bochornoso espectáculo que estamos dando a las nuevas generaciones. Sé que es mucho pedir pero convendría que, si algunos consiguen la mayoría suficiente, alguien se pusiera las pilas y no hicieran lo que ha hecho el PP en esta Legislatura que no ha sido otra cosa que el don Tancredo.