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La manipulación de masas y el regreso del Gran Hermano

Una manipulación sistémica de masas cuyo objetivo final es acabar con el actual sistema constitucional que respaldamos hace cuarenta años.

Hace dos semanas que defendí en un artículo que los españoles estamos inmersos actualmente en una especie de marasmo informativo, en una manipulación sistémica de masas cuyo objetivo final es acabar con el actual sistema constitucional que respaldamos hace cuarenta años tras la muerte del dictador y que nos ha proporcionado el periodo más largo y próspero de paz, tranquilidad y desarrollo de la historia de nuestro país. Se trata de aplicar una teoría muy bien estructurada que vaya poniendo en solfa todas las instituciones el Estado de derecho, desacreditándolas una por una ante la opinión pública con el único fin de provocar una especie de revolución pacífica que dé origen a un nuevo sistema político. Todo está más que pensado. La cuestión es quién maneja los hilos del tinglado. No nos engañemos. Por más que nos lo intenten vender, no son los podemitas y sus afines de la ultraizquierda quienes llevan la batuta de este cambio de modelo, sin prisas pero sin pausa, aunque sí han sido habilmente utilizados por los poderes fácticos como punta de lanza y marionetas teledirigidas para llevar a cabo una estrategia minuciosamente planificada. Y me da la impresión de que España es un país idóneo para realizar este tipo de experimentos.

¿Casualidades o causalidades?

Nuestra idílica y débil democracia parlamentaria está sustentada por tres poderes básicos. El ejecutivo, el legislativo y el judicial. Durante los últimos años se está comprobando como el poder ejecutivo, esté en manos del centro derecha o de la izquierda, se ha visto condicionado por fuerzas superiores que han marcado su rumbo. Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez, ninguno de los seis presidentes que han dirigido los Ejecutivos en los últimos cuarenta años con mayor o menor acierto, han cumplido los programas que sus partidos presentaron ante el electorado. Sus decisiones han estado marcadas por otras fuerzas superiores que les han obligado a renunciar a muchas de sus obligaciones para con los ciudadanos que los respaldaron en las urnas. Unas decisiones que, en los últimos años, han ido directamente en contra de las estructuras claves del Estado como es la unidad de España, sus símbolos, la Monarquía parlamentaria, la educación, la religión católica o la propia Constitución.

En cuanto al poder legislativo, solo basta contemplar la progresiva atomización de nuestro Congreso para comprobar cómo la estabilidad del denostado bipartidismo ha saltado por los aires en un abrir y cerrar de ojos dando paso a una inestable fórmula de complicado puzle que hace imposible la gobernabilidad. Las ahora vituperadas mayorías absolutas que nos condujeron a años de desarrollo y prosperidad inimaginables, han sido sustituídas por frágiles pactos de minorías que pueden “italianizar” nuestro sistema político, provocando continuos e inestables cambios de Gobierno que en nada benefician a los ciudadanos.

 

En cuanto al poder legislativo, solo basta contemplar la progresiva atomización de nuestro Congreso para comprobar cómo la estabilidad del denostado bipartidismo ha saltado por los aires en un abrir y cerrar de ojos…

 

¿Y qué decir de la tercera pata del sistema, el poder judicial, hasta hace poco intocable? Su continuo deterioro, plegado a las presiones de otros poderes fácticos, está provocando que la sociedad española se vea totalmente desamparada y huérfana de unas instituciones, caves para nuestro sistema político, en las que confiaba ciegamente hasta hace pocas fechas. La manipulación mediática de sentencias como la controvertida del Supremo sobre el pago del impuesto de las hipotecas, han dejado a los pies de los caballos al más alto Tribunal del Estado. Y lo que ha ocurrido no ha sido por casualidad sino fruto de una estrategia bien diseñada. Que dos salas de las cinco que componen el Supremo dicten sentencias diferentes sobre un mismo asunto no es nuevo. Y que sea el Pleno del Tribunal el que finalmente decida, tampoco. Pero esa discrepancia, normal en un sistema democrático, sea utilizada para desacreditar al Supremo ante la opinión pública acusándole de estar al servicio de la todopoderosa Banca, sí que es algo planificado y que busca el acoso y derribo definitivo de un poder, el judicial, que era el único que aún plantaba cara a quienes pretenden destruir el actual Estado de derecho desde dentro de las propias instituciones.

Casi 35 años después de aquel 1984, el libro de Orwell que puso negro sobre blanco la figura dictatorial del Gran Hermano que todo lo controla, de nuevo el fantasma de un ente todopoderoso que nos vigila y conduce a su antojo, planea sobre esta moderna y manipulable sociedad de consumo. Sin duda de ahí el éxito de algunas cadenas televisivas que fundamentan sus programas basura y sus “realytis shows” en esta obra. No le hacen falta cámaras que nos vigilen ni fuerzas del órden que hagan cumplir sus deseos. Tiene en sus manos un arma mucho más poderosa, los medios de comunicación y las redes sociales que son quienes dirigen la opinión de las masas. El llamado “cuarto poder” ha cambiado de manos pero, ahora más que nunca, que ha convertido en verdadero poder. La pregunta que habría que hacerse para desenmascarar a este nuevo “Gran Hermano” es ¿quiénes son los propietarios de las televisiones, los periódicos, las radios o las redes sociales que condicionan las opiniones y las ideologías de la inmensa mayoría de los ciudadanos? Efectivamete, querido lector, casi todas están en manos de los poderes económicos y las multinacionales que son quienes deciden nuestro futuro y delimitan nuestras libertades y decisiones. Y cuanto menor sea la educación de un pueblo, mayores serán sus poderes. Seamos conscientes de ello y apliquémonos al cuento porque cada día somos menos los que piensan independientemente.

 

No le hacen falta cámaras que nos vigilen ni fuerzas del órden que hagan cumplir sus deseos. Tiene en sus manos un arma mucho más poderosa, los medios de comunicación y las redes sociales

 

Dolor, llanto y sufrimiento tras el bombardeo de Cabra, conocido como el ‘Guernika andaluz’

P.D. Un apunte final. El pasado 7 de noviembre se cumplió el 80 aniversario del bombardeo de Cabra, el pueblo natal de nuestra vicepresidenta Carmen Calvo, por la aviación de la República en la Guerra Civil. Seis toneladas de bombas cayeron sobre el mercado y sobre un barrio pobre. Pese a tener un nulo valor estratégico, perdieron la vida más de cien personas, entre ellos 14 niños y más de 200 quedaron heridas. Nadie del Gobierno, ni siquiera su paisana, ha recordado la tragedia. Espero que en el aniversario del bombardeo de Guernika también guarden silencio. La Memoria Histórica que tanto esgrimen suele tener dos caras y las víctimas inocentes no deben diferenciarse si son pobres ignorantes andaluces o heróicos gudaris vascos.