Chiquito murió dejando tras de sí un luto popular sincero y cierta melancolía en casi toda España, uniendo en la tristeza a gentes de todos colores, leches y edades. Su muerte ha supuesto que nos demos cuenta que desaparecía uno de esos pocos españoles con el que todos estábamos más o menos satisfechos por cómo hacía su trabajo.
Se nos ha ido un genio del surrealismo humorístico al que, sin complejos catetos o provincianos, podemos situar entre los grandes del humor de todos los tiempos. Con la particularidad de que este pequeño gran hombre, nacido y criado en el hambre del barrio de La Calzá en Málaga, fue capaz de crear, además, un estilo y un lenguaje propio, divertido, nada belicoso u ofensivo y profundamente enraizado en el humor más naif de nuestra tierra.
Por esa razón ha podido sorprender a muchos la inesperada y multitudinaria reacción de “toda España”, con mucho respeto y, sobre todo, con manifiesto cariño al personaje. Unos admiradores que, en la distancia, quizás no sabían lo que ahora les han confirmado desde el círculo más íntimo del artista, que era, además de un tipo divertido, una buena persona y todo corazón.
Tras su muerte, en las redes sociales, no han faltado voces de reproche a quienes gobiernan la Junta de Andalucía por no haberse acordado de Gregorio Sánchez en estos últimos años, a la hora del reparto anual de las Medallas de Andalucía. No les falta razón. En las últimas ediciones se habían pedido reiteradamente firmas desde Málaga tal y como queda registrado en la red.
— Cornelia Cinna Minor (@CorneliaCinna) 11 de noviembre de 2017
Sería una injusticia considerar que las decenas y decenas de galardonados en estos años no son acreedores de dicha distinción.
1985, las primeras tres medallas
Estas distinciones oficiales de la Junta de Andalucía se crearon en el año 1985 que se entregaron tres medallas. La primera le fue concedida al Rey Juan Carlos. La segunda al Policía Nacional adscrito a la comisaría de La Línea, Luis Borja Guerrero, por su heroicidad salvando gente tras la terrible explosión de mayo del 85 en la bahía de Algeciras donde murieron 33 personas. Y la tercera fue para otro héroe algecireño, el joven pescador Francisco Javier Beza que, en la misma catástrofe, logró salvar a ocho personas.
Fue a partir del año siguiente, en el 86, cuando se amplía el número de galardones a entregar, abarcando otras disciplinas y circunstancias sociales. En esa edición las medallas de oro fueron para María de los Ángeles Infante, hija de Blas Infante, y para el historiador socialista José de la Peña Cámara, ex director del Archivo de Indias.
Tres décadas después de la puesta en marcha de la concesión de las Medallas de Andalucía, el galardón institucional con más ringo rango que se otorga cada año el 28F en Sevilla con motivo del Dia de Andalucía, podemos concluir que los gobernantes socialistas no han valorado nunca a los humoristas a la hora de otorgar una medalla. Un repaso a la lista de galardonados nos ofrece más de treinta nombres de hombres y mujeres destacados por su voz y su talento en un escenario. También aparecen bailaoras, músicos, actores, empresarios, futbolistas, toreros, escritores, periodistas (17 en total), médicos, jueces, fiscales, políticos, juristas, investigadores, empresas, sindicalistas…. pero, oh sorpresa, ningún humorista en una tierra con fama de ser cuna de la gracia, el salero y olé. Para que el diablo no se ría de la mentira solo aparecen citados como humoristas, al gran maestro Vázquez de Sola, -humorista gráfico- y Manolo Summers como «humorista y cineasta».
Sería una injusticia considerar que las decenas y decenas de galardonados en estos 32 años no son acreedores de dichsa distinciónes. La inmensa mayoría de los premiados tienen una trayectoria indiscutible que les avalan, sin duda.
Pero entre col y col, el gobierno de turno de la Junta ha metido lechuga, por oportunismo o interés político partidista, degradando en sus anuales ediciones a quienes verdaderamente se merecían ese reconocimiento público, sentándolos junto a personajes que, con el paso del tiempo, acabarán seriamente cuestionados por la sociedad por comportamientos ilegales o poco ejemplares.
Una buena ‘prueba del algodón’ a los premios de la Junta sería repasar la lista de los no agraciados, de aquellos que con méritos más que suficientes en sus trayectorias vitales y profesionales, no han pasado el finstro de la selección.
Ni un cuenta chistes premiado
Pues no, el consejo de gobierno de la Junta de Andalucía no ha sido capaz en estos 32 años de localizar a un humorista, un solo cuentachistes, nacido en Andalucía, al que colgarle un 28F tan alta condecoración.
Eso sí, ha optado por usar estas condecoraciones institucionales como una forma de hacer sus propias relaciones públicas, tejiendo una sutil tela de vanidades entre nuestros más ilustres paisanos en los distintos campos de la sociedad.
Una buena prueba del algodón a los premios anuales de la Junta sería repasar la lista de los no agraciados, de aquellos que con méritos más que suficientes en sus trayectorias vitales y profesionales por toda la región y fuera de ella, no han pasado el finstro oficial del Consejo de Gobierno. Normalmente personas ubicadas ideológicamente en la derecha (lo sean o no) y que, por tanto, nunca fueron nominadas ni parece que lo sean a corto o medio plazo por los mandarines socialistas.
No creo que haya sido este el caso concreto de Chiquito de la Calzada, del que desconozco si era de izquierdas o de derechas, pero lo que sí se sabe es que como otros muchos también le cantó a los señoritos en las juergas privadas por tres perras gordas. Creo que la Junta ni se ha parado a valorar nunca la posible candidatura de Chiquito, haciendo caso omiso a las peticiones que le llegaban. La muerte de su mujer dicen que le hundió en la tristeza, desapareciendo de los focos y los escenarios. Fue cuando el humorista malagueño quedó definitivamente olvidado por quienes, en el poder institucional de la Junta, parecen despreciar a quienes hacen reír a los demás.
No ha faltado quien diga que Susana acudió a Málaga por tener un pretexto creíble para abandonar el Comité Federal en Madrid, quizás el más incómodo de su vida.
Susana Díaz, además de emitir un tuit de condolencia la mañana del sábado, se plantó a última hora de la tarde en el velatorio de Chiquito en Málaga. Se la notaba pelín descolocada, seguramente por el apuro que estaba pasando a cuenta de la polémica de la medalla nunca concedida por su gobierno; no han faltado viperinas que digan que Susana acudió a la capilla ardiente de Málaga para tener un pretexto creíble y así poder abandonar el Comité Federal en Madrid, quizás el más incómodo de su vida donde no la dejaban tocar balón.
Chiquito se fue y de pronto todos nos preguntamos por los humoristas españoles, ¿dónde están los humoristas que hagan sonreír con sus chistes a este triste país llamado España? Las televisiones los sacaron a todos del cuarto trastero, en programas especiales, para opinar y homenajear a Chiquito que, en cierta forma, lograba ganar su primera batalla tras haberse ido de este barrio.
Ha sido la gente masivamente en las redes, la calle, en los medios, los que han dejado en evidencia, una vez más, el escaso prestigio y respaldo popular que tienen unos premios que debieran ser orgullo de todos los andaluces y no lo son porque históricamente se han venido instrumentalizando al antojo y conveniencia del poder político en Andalucía.
Haber hecho oídos sordos estos años a las peticiones que desde Málaga han llegado al gobierno andaluz pidiendo una Medalla de Andalucía para Chiquito, todo ello en el ocaso de su vida profesional, demuestra la escasísima sensibilidad de unos políticos que, lo mejor que deberían hacer, es dar un paso atrás y dejar en manos de la sociedad civil la selección anual de los candidatos a esos galardones que llevan el nombre de Andalucía; con luz, taquígrafos y sin lechugas de cultivo propio de por medio. ¿Se dan cuent?
Exactamente lo mismo que debería hacer el gobierno de la Junta en los premios anuales Andalucia de periodismo, donde el sectarismo y el amiguísmo es mucho más evidente, pese al aval como comparsas de algunas asociaciones profesionales que se prestan al peligroso juego de políticos premiando con dinero público a periodistas.