The news is by your side.

La muerte de Suresnes y el socialismo andaluz

Ella, Susana, ha sido participe activa de ese engranaje hoy en crisis desde el útero mismo de la organización.

 

Es posible que muchos socialistas y muchos ciudadanos no lo sepan, y otros no lo quieran saber, pero Suresnes ha muerto. Como ha muerto el bipartidismo y la Transición, todo ello hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo, que hubiera dicho el lírico Azaña de “El jardín de los frailes.” Singularmente, son fenómenos y epifenómenos de un mismo ciclo que ahora concluye con una decadencia carente del barroquismo – es barroca la etapa final de todo arte, nos dice Borges- como exuberante exceso de todo aristocrático declive. La decadencia sistémica que padecemos es, sin embargo, kitsch tirando a hortera, trufada de impotencia y barullo. Suresnes fue un producto castizo de jóvenes de extracción católica militante merendando un domingo por la tarde en Oromana, que en Andalucía, donde nació aquel Suresnes, culmina, con el pobre y mediocre liderazgo de una catequista del Tardón.

Casi la sentencia de los ERES carece de enjundia detonante o aceleradora de una crisis que tenía bulto, larga incubación y ápice definitivo en el mandato  gris y malicioso de Susana Díaz Pacheco. El patetismo bufo de aquel asalto a Ferraz representaba un socialismo sureño descompuesto ideológicamente, machihembrado por un clientelismo mediocre y muy pobre intelectualmente, pero fanáticamente adicto a los liderazgos líquidos, donde la ley de hierro de las oligarquía en su versión más palurda y de mera subsistencia condicionaba una política de nombramientos poco compadecida con el talento y los valores ideológicos. Manca Finezza.

No es tanto una crisis del socialismo en su esencia metafísica o política, como  del socialismo ad hoc de la Transición, al igual que la Transición misma y sus elementos constituyentes: el bipartidismo, la concentración de poder no democrático, la organización de los partidos como oligarquías ampliadas, de la que participan todas las organizaciones dinásticas. Susana Díaz, cuyo argumento hoy es el de «yo no estaba”, no puede pensar que la memoria y el sentido de la realidad de la opinión pública sea tan pobre que no acierte a percibir como ella ha sido participe activa de ese engranaje hoy en crisis desde el útero mismo de la organización y la artífice de las inercias y esguinces detonantes de la decadencia del socialismo andaluz, con independencia de la participación directa o colateral en el caso de los ERES, que es una excrecencia de una perversión estructural, ya que la crisis andaluza del Partido Socialista se sustancia en lo que constituye el más alto grado de corrupción política, que es la incompetencia.

Díaz parece que cada jornada se despierta sin historia y desde la trinchera numantina pasa de “A éste lo quiero muerto hoy” (dirigida a Pedro Sánchez) a “Pedro y yo remamos en la misma dirección”, sin pudor y sin reparar, o intentando que los demás no reparen, en que ella pertenece a esa decadencia que es parte de un tiempo destinado a pasar. ¿Y el sanchismo? ¿Dónde están las personas destinadas a la regeneración del socialismo meridional? Teniendo en cuenta que no ha de suponer solamente un cambio de personas sino un cambio de la hegemonía cultural y el modo de hacer política.  María José Montero o Carmen Calvo han tenido una larga participación en el socialismo meridional declinante como para que puedan generar etapas auténticamente renovadoras. Juan Espadas, alcalde de Sevilla, y a quien se le atribuyen aspiraciones a liderar el PSOE y, como correlato, a la presidencia de la Junta, antiguo consejero de la Vivienda en el gobierno andaluz, es un producto de Susana Díaz, y, por tanto, partícipe de unas formas de hacer política que han propiciado la decadencia que se quiere sobresanar.

Suresnes ha muerto, Ferraz lo sabe y, por ello, necesita desde la izquierda constituirse en una auténtica alternativa ante la crisis del régimen del 78. Un proceso que  demanda un socialismo andaluz renovado y libre de las malformaciones estructurales y políticas del pasado.