Las Cosas Sencillas de Manolo del Valle (II)
Vivencias personales sobre las últimas décadas del socialismo sevillano, a través de la figura de Manolo Del Valle.
Para la portavocía del Grupo Municipal, tuvo Manolo a un hueso duro de roer Paco Moreno, de oratoria fácil, dura e imitadora de sus dos jefes, hasta en el tono y los dejes. Lo bordó siempre. Paco que me metió en el Partido, siendo él SG de Sevilla, de la mano de Manolo Gerena y Antonio Macho. Yo venía de la JGR y el PTE, recién disueltos el año anterior. Me dedicaba a dar clases privadas y a prepararme oposiciones de Secretario de Ayuntamiento. Ya había sacado las de Oficial de Correos, a las que renuncié porque decidimos que en Rentería -dónde me enviaron- sólo me esperaban disgustos o algo.
Gran tipo Paco, fiel Sancho con aspecto de Alonso Quijano, cenceño escudero de Guerra, como nadie, vaya. Con Pepe Caballos -que venía de las Comisiones de Magisterio- dirigiendo la facción potente del partido, se las tuvieron crudas. Luego se han respetado. Paco cambió El Senado, creo, por su vuelta a clase de Física en la Universidad de Sevilla. Después fue desapareciendo. José Antonio Viera lo rescató para alguna cosa, creo recordar. Paco fue de los que no se dobló cuando saltó el follón sobre el pobre Juan Guerra, víctima propiciatoria de la cacería interna contra el hermano que acababa de barrer en el 32º Congreso Federal del año anterior.
Hablamos de 1990. Y por esa “demostración de fuerza del guerrismo” que recogía Luis R. Azpiolea en su crónica congresual para El PAIS, se montó el espectáculo. Ahí el ajuste de cuentas. Juan, buena persona, agradable y sonriente hasta en los momentos peores del acoso. Lo recuerdo resignado. Nunca le retiré el saludo – eso lo dejé para el séquito pelotillero que salió en desbandada- muy al contrario me paraba con él un ratillo, cada vez que a lo largo de los años, nos íbamos tropezando. Grietosas las maneras de las trastienda del Partido. Ya Rosa Montero anunciaba algo en el titular de aque día en el mismo periódico: ”El desorden está detrás del escenario”. Viene todo a cuento, porque es a Manolo del Valle que lo acompañaba a un acto en Extremadura, al que confiesa , poco tiempo después, su dimisión como vicepresidente del gobierno y su salida del mismo. Ahí en medio de ese terremoto político que derivó en la división interna que marcó en el hastial de la reciente historia del renovado socialismo después de la dictadura. Ahí tenemos a nuestro personaje, con su amigo Alfonso al que Pepe Barrionuevo retrata como víctima de una cacería cuyo objetivo era liquidarlo “políticamente”. Lo escribe así en el libro de M.ª Antonia Iglesias La memoria recuperada, publicada en Aguilar en el 2003. A esas alturas podía haberse hecho el sueco, pero entró en el tema y dejó bien clarita su opinión.
Volviendo al Ayuntamiento de Sevilla, Manolo se divertía en aquellos Plenos en los que Paco empalizaba a la Marquesa de Salvatierra -la de los hierros bien forjados de los balconajes de Ronda- acusándola de no haber tenido nunca la necesidad de contar el dinero. Leña al mono. Manolo con estas cosas, se reía, en la intimidad. Nunca a carcajadas. No era así. Y se llevó siempre de manera elegante con los miembros de la Corporación, de todos los colores. Soledad lo sabe .Amparo Rubiales también, desde los tiempos que cogobernaron la Diputación en los primeros compases de la Admon. Local Democrática. Ahí están los dos en las hemerotecas. Ella con su melena al viento comandando al PCE y Manolo con su calvita ya manifiesta y su mirada seria y fija. Siempre tuvo conexión con la militancia comunista. Los carrillistas especialmente hasta el final. En la Fundación del Monte hizo dupla con un histórico de esa cuerda. Buena muestra del buen rollo que el PC mantuvo con esa parte del socialismo sevillano.
Esto sería eterno, si sigo con los anexos. Manolo se estaría riendo ya. Vamos al último apartado de este recordatorio. Que no era hombre de bullangas era manifiesto. Ni Ferias ni Semana Santa, eran, su fuerte. Imagínense eso, en la Ciudad de la Gracia. Para romperse el traje, vamos. Pues así mismo era pero estaba en todo lo oficial. Recepción en la Caseta Municipal, Corpus, Hiniesta, Virgen de Agosto…Allí estaba tieso como un varal. Y con sus urgencias migintorias. Todo lo contrario que Franco, de proverbial continencia urinaria, según cuenta Juan Eslava, que recuerda en su libro,(Una historia de la Guerra Civil, que no va a gustar a nadie (Planeta.2005) que los ministros viejos recomendaban a los nuevos venir meados, porque el Caudillo no se levantaba nunca. Pues Manolo, todo lo contrario. El fiel Mauricio Domínguez, Jefe de Protocolo { y de entre los personajes con mayúsculas que pude conocer en todo tiempo, sin duda el más humilde y mejor persona. (RIP)} hacía el quite en estos momentos a la entrada en la Catedral por las Puerta del Nacimiento o San Miguel.
Hecho tercero, Manolo tenía un problema vivo que se acrecentaba en las procesiones, Así que las vueltas a la Catedral, como burritos de noria, se hacían un suplicio. Fernando Ortiz ( el mejor poeta sordo de su calle, como recordaba Javier Salvago) me recreaba con su socarronería, en sus últimos tiempos por El Pozo Santo aquello de “que nadie se llame a engaño/ lo mejor del siglo veinte/ se llama cuarto de baño”. Homenaje a los poetas futuristas mecanicistas. Fernando me comentaba siempre la defensa numantina que en cualquier momento hacía de mi, mi amigo Antonio Reina Palazón, profesor de Historia y autor de un libro icónico sobre el costumbrismo en la pintura sevillana. Antonio me metió en el tearo y la militancia política siendo yo casi niño. Al cabo acabamos ambos en la Diputación. Lo fiché para Cultura, y buena huella que dejó para siempre.
En fin, íbamos con lo de las procesiones… Ya por la Punta del Diamante, siempre, siempre comentaba Manolo al ver a los japoneses subidos en las columnas de las cadenas: “¿qué pensará esta gente de nosotros?…que estamos locos, seguro”.
A esa hora, con el frío mañanero y en fila de a tres, los rostros lívidos el comentario de Manolo con ganas de humor helado, era un canto a la risa por tanta solemnidad impostada, por tanto cuento de Calleja. Era su manera de no estar estando. Iba, pero se sonreía por dentro y conmigo, por fuera. No se lo callaba. Como un agnóstico de libro, en medio de aquel oropel.
Hecho 4º: el hombre que no pegaba ni con cola en la Ciudad de la Gracia. La del Orto y ocaso, de D. Antonio Domínguez Ortiz.
Respecto a las charlas con Manolo, durante las procesiones he de decir que se referían siempre a lo mismo: lo de los extranjeros que pululaban masivamente en esas fechas viendo procesiones, la del Servicio contra Incendios y la mejor manera de llevarlo a buen término en la provincia.. ( Me aconsejaba una y otra vez que no montara ese Servicio de manera profesionalizada a secas, que siguiera con los bomberos voluntarios, creo que sabía como era en Portugal. Cuando le contaba esto al gran Andrés Campos , alma mater de los bomberos de Utrera, A Carmelo y Antonio Alonso, el asturiano de pro-a la sazón, Jefes del SEPEI se reían de que estuviéramos en eso en medio de las procesiones).
Otro tema recurrente era el de la Planta de Residuos generadora de Electricidad que yo estaba coordinando. Si debía ser llave en mano o por paquetes como me proponían los técnicos del Área Metropolitana de Barcelona. Él me recomendaba que el Llave en Mano – que proponían empresas como Abengoa- era menos complicado. José Luis Girón, el Gran Director de Área de la Diputación, sabe bastante de este tema. Los tres estuvimos en INRAESA una sociedad efímera y renqueante que nunca llegó a levantar el vuelo, obviamente.
A Manolo Fernández también le llegué a contar intrígulis del caso. Era SG y debía saberlo. Manolo como alcalde tenía su opinión, que era la misma que su concejal de las basuras -antes del eufemismo RSU- , Fermín Caballero [ al que propusieron de Pte del Comité Provincial en el que dejamos listo de papeles a otro Alfonso, (Lazo) que fue mi profesor de Contemporánea en la Facultad – y que estuvo varias legislaturas encaramándose como número dos por Sevilla al Congreso. Fue en unas vísperas de un (último) verano. Perdieron la Mesa -ya se sabe qué viene cuando pasa eso- y ganaron provisionalmente la votación en aquella cita provincial gracias a las artes de Juanma Barrios y a Viera (supuestamente caballista) que volcó la Vega y se confabuló con ellos, por lo bajini, a lo largo del tiempo ya se apoyarían a cara descubierta. Así ha sido y creo que sigue siendo.
En las nuevas aguas revueltas de las Primarias los volveremos a ver en Santa Compaña a casi todos esos personajes y tendencias obedientes a Madrid. Nada nuevo bajo el Sol. Bueno para aquel caso daba igual; el tiro estaba dado. Aquel agosto, Lazo dimitió como SG y cayó ( que no calló) la Ejecutiva. Salíó dando portazos y hablando pestes de un guerrismo duro ( supuestamente también); Se tiró, luego, años largando fiesta en la prensa sevillana contra el partido, entre las loas de la derecha y la risotadas internas de los enemigos del gobierno socialista del otro Manolo (Chaves) en la Junta, al que calificaba un día sí y el otro también,de Régimen Socialista. Lo dijo la Blasa y to dios pa casa…!!] Cierro paréntesis, porque el finísimo personaje de finísima piel pasó a mejor descanso en su dacha campestre y adiós, Blancaflor. Todo intelectual burgués cuando coge el mando es directamente energúmeno, sin dejar la petulancia displicente que por cuna les acompaña. Por eso hay que desmocharlos, dicen algunos y creo que dicen bien. Habia que ver al personaje en los Comités Provinciales dando mitines permanentes con la la voz engolada y arremetiendo encolerizado que se invirtiera en los Remedios. Creo que le encantaba escucharse. Lo dicho, un peligro. Ningún dirigente obrero de la UGT o Comisiones diría eso. Pero no hay peor astilla que la de la misma madera. Les soportaban los discursos impostados y después nadie de la direcciones sucesivas lo puso a caldo. Ellos sabrán. El que la lleva la entiende.
Y de la la misma opinión eran Paco Sánchez de Dos hermanas. Otro amigo. Igual que Paco Carrero, alcalde de Castilleja y luego gestor del desaparecido Teatro Imperial de Sierpes y Antonio Pérez, que fue alcalde de San Juan de Aznalfarache. Todos (casi), llegados desde el PSP de Tierno. Igual que Pepote. Amigos y aliados para siempre en las aguas procelosas del socialismo sevillano. La verdad, nunca fueron considerados del todo por los primeros clásicos y ellos lo sabían. Volviendo a nuestro Manolo, nunca obvió su papel fundamental en Residuos y El Agua de la ciudad, obviamente. Tal era ya la importancia de ambas sociedades municipales, LIPASAM Y EMASESA. Ésta, la joya de la corona. De tal manera que cuando el edificio de la Plaza Nueva entró en obras, Manolo trasladó el despacho de la alcaldía a la sede de EMASESA, en Escuelas Pías ,con iglesia y escalinata impresionantes [dónde acabé en el 2005 y dejé buenos amigos entre el personal de guardas jurados, administrativo y personal de la limpieza. Gente de bien, como en la Diputación].
El Director Gral de Emasesa José Luis Prat [otro prohombre como Marrero en Diputación, Ingeniero de Caminos. Uno de Melilla y otro de Canarias. Un cierto africanismo recrecido en la engreída sociedad sevillana del franquismo de los 50] terminó –creo- compartiendo bufete con Manolo -de tal manera su importancia que se le dedicó una Avda en Dos Hermanas ( un día la tendrán los algo más que concejales, Pepe Román y el llorado Paco Zurita, que se la merecen a mi modesto parecer, como el que más) al llamado “Apóstol del Agua” a la vez que suegro de Isidoro Beneroso. Concordancias de la vida A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos. [Borges. la Secta del Fénix]. Hay quien dice que esta secta surgió en Heliópolis.
Las relaciones entre las alcaldías de Sevilla y la ciudad –no capital- más grande de Andalucía fueron estupendas en esa época. De tal manera que la existencia de Aljarafesa -la sociedad de Aguas propiciada por Diputación-, siempre fue una mezcla de incordio y visión por encima del hombro desde la ciudad capital. Daba igual que fueran administraciones gobernadas por socialistas y de la misma facción interna, la rivalidad era total. Las variedades del guerrismo sevillano tenía esas cosas. Con los Servicios contra Incendios, igual. Lo viví, en primera persona, con Guillermo Gutiérrez, que venía del PCI. Eran casi todos allende las fronteras ideológicas. Y menos mal. Otros llegaron de latitudes no tan de izquierdas, que se diga.
Volviendo a las Aguas Turbulentas, cuando pusimos en marcha desde la Provincia, otra vez por impulso de Miguel Ángel Pino– la segunda sociedad de aguas-CONSORCIO DEL HUESNA, con 150kms de tubería desde la Sierra Norte a Lebrija, se conmocionó el Lucero del Alba. En este punto, es recordable la buena amistad de Manolo con Casimiro -alcalde de Mairena- y su compadre Santiago, por el Vía Crucis de las Aguas. Y con Enrique Abad de La Rinconada. Su presencia en Mairena era recurrente en actos partidarios, también. Amigos para siempre.
(Como en ese Consorcio parece que estorbábamos unos cuantos a los ojos grandes de los Buitres de entonces y sus ex políticos embajadores, dejamos pronto de poder poner talanqueras. Un día, alguien que haya hecho las cuentas, por ejemplo el entonces joven Morell -Ingeniero brillante de Las Aguas Públicas- se escribirá lo que costó nuestro apartamiento del control: esa concesión y posterior rescate… Tormentas malas que dirían en los pueblos de secano. Pero amigos todos, eso es harina de otro costal -bien gordo eso sí- que ahora nos dilataría demasiado. Formará parte, sin duda del Libro Negro de la Administración local que algún día se publicará). Punto y seguido.
Y en el aburrido transcurrir procesional y matinal-ante la mirada agradable de Rosario Varela -la gran funcionaria de Diputación, siempre presente en esos desfiles-Manolo me soltaba sus ideas de esta y aquella cosa, con tal de distraernos. Allí, medio dormidos y en medio de la Misa en la Catedral. Yo pensaba qué carajo!.. no dejar el trabajo ni en las procesiones… y me reía por dentro. Manolo, seguro que también. Con su gesto hierático, nunca supe si se quedaba dormido también. Yo me hacía sangre con las uñas, clavándomelas en las manos para evitarlo del todo. Esas cosas que mi madre socialista y jesuítica, me inculcó.