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Las dos Andalucías

Francisco Gimenez Alemán
Francisco Gimenez-Alemán

Parece como si estuviésemos volviendo a la casilla de salida, es decir a los tiempos cuando con toda razón se decía que había dos Andalucías, si bien entonces era la oriental y la occidental. Y lo parece después de comprobar como el eje –horrendo término de infaustos recuerdos- se consolida en el cuarteto que forman Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba. Es decir, la supuesta Andalucía poderosa frente a la menesterosa (Almería, Cádiz, Huelva y Jaén). ¡Qué despropósito! Y la señora Susana Díaz mirando para Madrid mientras se consuma este nuevo esperpento de las Andalucías de primera o segunda división.

Esta región española, tanto tiempo preterida por la historia y aun por la historia reciente de la Dictadura, parecía haber superado esa dicotomía ancestral con el Estatuto de Autonomía que la declaraba una y unida, con vocación de ser vertebrada física y políticamente mediante una administración fuerte que no distinguiese entre andaluces de mayor o menor rango. Todo ese parece haberse olvidado, y buena prueba de ello es este intento descarado del cuarteto al dejar en la cuneta a otras tantas capitales en pleno ejercicio de sus derechos como miembros de esta Comunidad de ocho provincias inseparables.

¿Acaso ocho capitales de provincia como ocho catedrales no tendrían más fuerza ante Madrid, Barcelona y el sursuncorda que la mitad con el correspondiente e innecesario agravio para las que así parecen de peor familia?

No es de buen tono, y desde luego merece la reprobación general, que la Presidencia de la Junta de Andalucía asista impasible a este cuarteo regional sin decir ni esta boca es mía, como si los territorios artificialmente mancomunados constituyesen un nuevo ente interprovincial en el que la Administración autonómica no tuviera arte ni parte. Y,  lo que es asimismo llamativo, que cuatro alcaldes ninguneados no hayan sido capaces hasta el momento de levantar la voz contra esta pretendida discriminación con luz, taquígrafos y desayunos informativos urbi et orbe.

A buen seguro somos algunos millones de andaluces lo que, sin participar en este presunto festín, nos dolemos de la falta de sensibilidad de Susana Díaz y de sus consejeros que dejan la bola correr y engordar, por mucho que podamos presumir que el invento no llegará a ninguna parte. Ni a ningún puerto. ¿Acaso ocho capitales de provincia como ocho catedrales no tendrían más fuerza ante Madrid, Barcelona y el sursuncorda que la mitad con el correspondiente e innecesario agravio para las que así parecen de peor familia?