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Las medias jornadas de Juan Espadas

El primer cruce de caminos con el que se encuentre Juan Espadas a vueltas del veraneo, ¿elegir sustituto? o ¿sustituto y candidato para el 2023?

 

Nada más arranque el próximo curso político, la Alcaldía de Sevilla se va a convertir en un centro de atención política con voltaje alto,  casi al mismo nivel de lo que haga o suceda en el gobierno de San Telmo o en el Parlamento de Andalucía.

Su actual inquilino, Juan Espadas, está llamado a nuevos destinos y retos políticos por deseo mayoritario de la militancia de su partido, con un respaldo  aplastante, como en los viejos tiempos de Pepe Borbolla o Manolo Chaves, investido de una autoridad política para hacer y deshacer lo que considere oportuno, sin que nadie alce la voz, ni siquiera desde un cómodo escaño senatorial.

Pero Espadas, de momento, estará a media jornada en cada una de sus actuales responsabilidades.

En las pocas semanas que lleva al frente del PSOE de Andalucía, ha pretendido demostrar que existe compatibilidad para dirigir los dos proyectos políticos, el del Ayuntamiento de Sevilla  y el de intentar recuperar la Junta de Andalucía como líder del PSOE. Espadas ha dicho por activa y por pasiva que mantendrá esa dualidad el tiempo que él considere necesario, sin dar fecha o pista de hasta cuándo va a dejar de ir a dos oficinas y usar dos trajes distintos a diario.

Lo hemos visto este verano en las redes, donde el edil hispalense se ha prodigado más como alcalde que como líder de la oposición. Si el mensaje que quería trasladar era el de marcar los tiempos a su criterio, desde luego lo está logrando. Pero, ¿hasta cuándo puede aguantar un candidato a presidente de la Junta sin pisar – es un decir-  Puerta Purchena  en Almería o la Plaza Alta de Algeciras?

 

 

El problema no radicará solo en que haga muchos kilómetros por la comunidad, no, sino que los andaluces le conozcan primero para, después, decidir si le otorgarían su confianza en las urnas en base a sus propuestas. Espadas conoce Andalucía y muy bien, son los andaluces los que le conocen poco o nada.

Espadas, que hasta ahora ha demostrado que usa su amueblada cabeza para moverse en las turbulencias generadas con las primarias en su partido, seguro que es consciente de que en septiembre comenzará, de verdad, su carrera para intentar recuperar San Telmo para el PSOE-A.

Será entonces, sin fecha concreta aún, cuando asistamos al inicio de un novedoso e inédito proceso político en Sevilla: la dimisión de su alcalde y proceder a sustituirle en el ecuador del mandato.

Y ese será el primer cruce de caminos con el que se encuentre Juan Espadas a vueltas de agosto: elegir ¿sustituto? o ¿sustituto y candidato para el 2023?

Teniendo en cuenta que una decisión de ese calibre – elegir candidato/a- deberá pasar por el cedazo de la militancia sevillana, quizás lo que más le convenga sea la de echar palánte el balón y que se proceda a elegir un ‘sustituto temporal’, hasta que concluya el mandato de la actual corporación en la Primavera del 2023. Ganar tiempo al tiempo, que ya veremos lo que pasa de aquí a entonces.

Dos nombres del equipo Espadas están desde hace tiempo en el boca a boca de los mentideros políticos sevillanos. El de Juan Carlos Cabrera y el de Antonio Muñoz, dos pesos pesados del actual equipo municipal. Ambos son socialistas; uno, Cabrera, proyecta una imagen más cercana a la Sevilla de las tradiciones, se maneja muy bien en el cuerpo a cuerpo con la ciudadanía en la calle y conoce bien el aparato del partido; el otro, Muñoz, es el que ha modernizado y puesto en hora la ciudad de Sevilla en sus primeros compases en el Siglo XXI, convirtiéndola en un destino turístico de amplio espectro y gran rentabilidad, según el sector. Agua y aceite, la eterna dualidad de una ciudad eternamente dual. Perfiles muy distintos y distantes, desde luego. La militancia sevillana, llegado el caso, tendrá su corazón más partío  que nunca a la hora de unas primarias.

Aplicando el sentido común el dilema no debería suponer un problema que entretenga más de la cuenta la atención de Espadas, dejando de lado cuestiones donde el PSOE-A se juega mucho más y el tiempo no les sobra. Y el menos común de todos los sentidos invitar a pensar que debe ser una responsabilidad unipersonal y libre del propio Espadas la de elegir a la persona de su equipo que considere que pueda concluir el proyecto de ciudad prometido en las urnas y que le ‘compraron’ 124.000 sevillanos en 2019. Y, de esta forma, asumir su responsabilidad política, tanto para el buen fin de la operación como si fracasa.

 En las manos de Juan Espadas está resolver una situación de interinidad creada que, por mucho que él considere dentro de la normalidad, no podrá sostener mucho más allá del mes de septiembre. Sin olvidar, por cierto, que de forma sospechosa Juanma Moreno – pero sobre todo Juan Marín- dicen día sí, día también, que no habrá adelanto electoral. Ojo, asunto que desde Génova 13, Casado y Egea, no tienen descartado ni olvidado, según les convenga a los intereses generales del partido. Bonilla tiene su gran problema en Génova 13. Mientras, los diputados ultras están a toque de corneta de Abascal, ese personaje que viaja a Ceuta con una cantimplora de gasolina y al que parece que poco le importa la autonomía de sus diputados autonómicos. Lógico, ellos no creen en el Estado de las Autonomías y querrían eliminarlo si pudiesen.

Cuanto antes Espadas se ponga el chip andaluz, sin dejar de vigilar Sevilla, la gran asignatura electoral de la derecha, más velocidad de crucero tomará su liderazgo regional.

Espadas ya ha dicho que quiere pactar y ser dialogante con la derecha que gobierna la Junta. Oído, cocina; pero que no olvide que los que sostienen este gobierno desde fuera, Vox, ya han empezado a llamar ‘trileros’ al PP y Cs por los engaños con las carísimas auditorias de propaganda sobre la llamada administración paralela. Anoten, ninguna de las 54 auditorias, que se sepa, ha acabado en manos del Ministerio Fiscal. Humo, mucho humo preelectoral.

No es ese el bocado que les debiera preocupar a los socialistas en este arranque de curso. La sanidad pública es, hoy por hoy, una preocupación real – para muchos dramática- de miles y miles de usuarios andaluces a los que Salud ‘no responde’ y que recuerda aquel anuncio radiofónico del 28F referido a la centralita que comunicaba o nunca respondía las llamadas de los andaluces.

El deterioro de la atención primaria es alarmante y preocupante. Aquí pasamos de estar declarando a diario que el SAS era la ‘Joya de la Corona’,  a salir continuamente en las redes con fotos de inauguraciones -y promesas- junto a los datos de la lucha contra el Covid, poco más. Moreno Bonilla se esta retratando hasta cuando le lavan la cara a un hospital por fuera. De lo que pasa dentro con el sufrido personal sanitario, nadie habla. Echen un vistazo a las listas de espera, pero sobre todo que la oposición examinen cuánto dinero público destinado a Salud se va para el sector privado y, de paso, si las leyes se han cumplido. 

No es de recibo que el PSOE de Almería se haya enterado por los periódicos que en la Diputacion hubo mordidas de los presupuestos para mascarillas. ¿Se habrá preguntado Juan Espadas por qué su partido calla y otorga en Almería en los asuntos de corrupción?

Volviendo a la alcaldía de Sevilla convendría recordar que, por ley, cuando un alcalde dimite es la siguiente persona de la lista la que tiene derecho a ocupar el sillón. En el caso en la lista de Juan Espadas, como número dos, figuraba una mujer, Sonia Gaya, consejera de Educación en su día con Susana Díaz, sindicalista de UGT, y que, según las informaciones que se publican no parece interesada en continuar en el ayuntamiento donde políticamente no se sentiría cómoda. Gaya apoyó a Susana Díaz frente a Espadas en las tensas primarias  socialistas pasadas.