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No miremos al dedo…

Ese es el caldo de cultivo ideal del fascismo, la falta de respuestas eficaces.

 

Buena parte de la clase política y de la ciudadanía está escandalizada por los resultados de Vox en las últimas elecciones generales, que ya anticipaban las anteriores de abril y las recientes autonómicas y municipales. Como fruto de esa percepción, se cae en la mera (y justificada) descalificación de los “fachas” o en atribuir las causas de tal subida en la situación de Cataluña o el “renacimiento”del dictador Franco.

En nuestra opinión, eso es mirar la punta del dedo que señala la luna en vez de mirar la maravillosa luna llena que tenemos.

La historia de las ideas políticas nos muestra como el fascismo, como ideología y no como descalificación, se nutre y crece por el sentimiento de abandono de las clases populares que no ven salida a sus dificultades, a la falta de oportunidades, a la cada vez mayor diferencia de clases. Así ocurrió en la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler y así está ocurriendo en el resurgir de esa ideología no democrática en Italia, Polonia, Grecia, etc.

La salida de la Segunda Guerra Mundial, que fue una lucha contra ese fascismo, originó un pacto social que ponía las garantías de un Estado del Bienestar, que mejoraba condiciones de vida , que garantizaba educación, pensiones, sanidad, un ascensor social interclasista. Todo un sistema que, al menos, disimulaba las contradicciones del sistema capitalista y establecía unas mínimas condiciones de vida para todos, o casi todos.

Todo eso se ha deteriorado. De forma abrupta y dolorosa. La crisis económica (del sistema capitalista sin límites) y sus medidas impuestas e indiscutibles han llevado a la pobreza a muchísimas familias y personas. Ya, tener un trabajo no es garantía de subsistencia ni salida de la pobreza, la educación púbica se deteriora de una manera continua, la sanidad pública alcanza niveles de precariedad que preocupan, las pensiones públicas nos dan malas noticias día sí y día también, metiéndonos el miedo en el cuerpo. Para qué seguir. Se ofrecen alternativas de enseñanza concertada o privada, sanidad privada, plan privado de pensiones, etc.

Y, ahí, les hemos fallado. Todos los llamados partidos constitucionalistas pero de forma más directa, los que tenemos ideología socialista. Ese es el caldo de cultivo ideal del fascismo, la falta de respuestas eficaces. Y no podemos resignarnos. Ni debemos. NI QUEREMOS. Hay que reconfigurar el modelo, buscar soluciones alternativas desde la izquierda, reformar la administración para hacerla más eficiente, luchar de verdad contra el fraude fiscal, no renunciar a la progresividad de los impuestos, gestionar más y mejor, hacer pedagogía de valores democráticos pero acompañada de medidas de justicia social. Rearmarnos ideológicamente y practicarlo en los espacios e instituciones que gobernamos. No ser cómplices del neoliberalismo. Combatirlo democráticamente.

Esa es nuestra tarea. Inaplazable. Imperdonable si no lo hacemos. Dejemos de quejarnos y pongámonos en marcha.