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¡Nos lo vamos a perder!

El choque ‘brutalísimo’ entre los separatistas catalanes y el gobierno irá paralelo hasta la gran colisión.

 

Un gran espectáculo quedará lejos de nuestros ojos, el choque ‘brutalísimo’ de dos galaxias: La Gran Nube de Magallanes con la Vía Láctea. Será dentro de unos 2.000 millones de años, según asegura Carlos Frenk, cosmólogo de la Universidad de Durham. 

Aquella afirmación sobre el perfecto funcionamiento del Universo ha resultado falsa por su dependencia de una evolución constante. Y, como consecuencia inevitable, la irrupción de unos cataclismos fuera de catálogo.

Se deduce una ausencia de orden. De imprevistas averías gordas, igual que cuando una máquina terrícola se gripa y saltan los engranajes por los costados.

Si, además, salpicamos la gran cosa de agujeros negros, hambrientos de todo. Intruso por sus cercanías. El panorama o hace sonreír en una actitud deportiva con un ‘¡no somos nadie!, o nos pegamos un llanto épico por ilusiones de perfecciones perdidas. 

Al lado del evento, todo queda eclipsado ¡ah!.

Menos el futuro del relator, profesión despertada de una secular dormilona por doña Carmen Calvo ─malabarista del invento─ . Porque el choque ‘brutalísimo’ entre los separatistas catalanes y el gobierno irá paralelo hasta la gran colisión.

No creo empujen al relator al Congreso para contar las conversaciones, expedientes y posibles broncas en el cubículo previsto.

Por lo cual, quedarán descontentos don Alfonso Guerra por su propuesta de la grabadora sustituta y don Felipe González al decir lo oportuno de discutir en el Congreso, plural y cualificado relator. Otros viejos del lugar socialista ahí andan, farfullando las ocurrencias del Presidente aviador.     

No existe universo pacífico.

La paz ─siempre por estrenar─ llora por las diferencias entre los supervivientes del viejo PSOE y los del nuevo, más otros intermedios en estado gaseoso.

Tampoco Madrid. La ciudad en vilo. Descansará el próximo domingo de las ocurrencias de doña Manuela y su joven escudero Errejón, apellido cacofónico con el rejonazo. El dado a los desconcertados podemitas, hermanos de luchas.

Temblará la capital por la manifestación envuelta en banderas nacionales.

Colisión subliminal entre los amantes del relator y aquellos constitucionalistas letraheridos urgando en los diccionarios filológicos y de autoridades, el matiz exacto de unos personajes con seguro de vida, supongo.    

Mientras tanto, los ciudadanitos, lupa en ristre, no damos crédito a las elevadas facturas de la luz. Ni a las numerosas noticias poco halagüeñas sobre el futuro económico.

Pocos anotan las promesas electorales, y menos están decididos a exigir cumplimientos. Aquí, en la Andalucía gobernada por el señor Moreno, surgen entrecejos por si la inminente supresión del Impuesto de Sucesiones. Solo era un buen propósito.

Todo permanece en una calma chicha extraña.

Por otro lado, las triunfales sonrisas de doña Susana: «Cuando tengáis el poder ya veréis…ya veréis lo difícil de la tarea. Lo cómodo es estar en la oposición, ahora me toca a mí veros sufrir y medrar…».

En cualquier caso es de tontorrón creer en las promesas políticas.

Parte importante del teatro previsto en los manuales al efecto. Lo malo del cotarro es la viveza del ganador de las últimas elecciones, un fantasmón con nombre de mujer: Abstención.  

Inmensas energías desperdiciadas en un derroche cósmico colosal, ejemplo a escala del escenario social. Desde el señor Nile Niami, coleccionista de chalets de lujo, al rebuscador de algo en los contenedores de mi barrio.

Veremos si antes de alguna ‘brutalísima’ no se va al garete el empleo. De los, en una buena mayoría, profesionales de la cosa pública.