The news is by your side.

Pedro Garfias, poeta andaluz y comunista, autor del ‘Asturias’ de Víctor Manuel… habría cumplido hoy 120 años

Garfias murió exiliado en México como Luis Cernuda, León Felipe, Juan Rejano, Concha Méndez...

 
«La soledad que uno busca / no se llama soledad». Todo andaluz -o asturiano- que ponga el pie en el Panteón del Carmen/Cementerio de la Ciudad de las Montañas, en Monterrey, Nuevo León, Noreste de México, podrá leer estos dos sencillos versos -un epitafio, esencialmente- en la esquina inferior derecha de una también sencilla tumba de mármol blanco. Se trata de la tumba de Pedro Garfias Zurita, el fantástico poeta ultraísta (y aficionado taurino y casi abogado…) que murió en el exilio mexicano por haberse hecho adornar en vida con algunas otras palabras más comprometedoras. Por ejemplo, ‘Comisario Cultural y Político’ del Partido Comunista de España. Y esto, en varios frentes de la Guerra Civil. Tal día como hoy, Pedro Garfias habría cumplido 120 años. 

 

Hijo del onubense Antonio Garfias y de la sevillana Dolores Zurita -aunque nacido en Salamanca, casi por pura casualidad; los padres ya residían en 1910 en Osuna-, la vida de Pedro Garfias se extendió desde el 27-5-1901 (según la Real Academia de la Historia) hasta el 9-8-1967, cuando Pedro Garfias Zurita falleció en Monterrey, víctima de cirrosis. No cabría siquiera intentar un esbozo de la vida de Pedro Garfias sin relatar los episodios de dependencia con el alcohol, que le generaron miseria y problemas personales. Los versos que se cincelan en su tumba del Carmen de la Ciudad de las Montañas continúan así… (“La soledad que uno busca / no se llama soledad;)… / soledad es el vacío / que a uno le hacen los demás”. Se trataba de un poema inconcluso, absolutamente desesperanzado y desesperado, que un hombre enfermo -un andaluz, enfermo y ‘andaluz’- había garabateado en la ajada servilleta de papel de un bar que se encontró en su habitación de difunto; un andaluz casi sin recursos al que el exilio alejó para siempre de su país, de sus raíces y lazos familiares, de la alegría y, en fin… de la vida misma.

 

Pero nada ni nadie podrá borrar que Pedro Garfias Zurita era un poeta fantástico, un poeta fenomenal, que había descartado la Licenciatura en Derecho por propia elección, por compromiso vital con la sociedad y con la poesía. Y era tan grandísimo poeta como otros ultraístas (Paco Vighi) o los grandes ‘olvidados’ de la ‘Generación del 27’, aquellos que quedaron fuera de los canónicos ‘Ocho Grandes’. Hablamos de Juan Chabás, Juan Larrea, Altolaguirre, Prados, Domenchina, Hinojosa…Tan gran poeta fue que la mejor definición de Pedro Garfias -y de tantos andaluces- surgió… del propio Pedro Garfias: «Yo soy un hombre del Sur: polvo, sol, fatiga y hambre, Hambre de pan y horizontes… ¡Hambre!» 

 

Y, por increíble que parezca, estos versos del hijo de Antonio y Dolores son casi el arranque de un poema llamado ‘Asturias’… que hoy, cantado por Víctor Manuel, Víctor Manuel San José Sánchez (Mieres, 7-7-1947), es el verdadero himno ‘social’ de Asturias. Uno solo de los cortes del ‘Asturias’ de Víctor Manuel en YouTube -el que aparece con las letras- supera de largo los tres millones de visitas. Antes que nada, demos la letra entera de ‘Asturias’; antes de que el propio Víctor Manuel, en relato exclusivo para ‘Confidencial Andaluz’, desgrane cómo llegaron a su conocimiento las líneas de Garfias, cómo Víctor se emocionó con ellas, en México… y cómo de ese poema del andaluz exiliado, ‘polvo, sol, fatiga y hambre’, nació un himno rabiosamente asturiano y ferozmente antifranquista: cuando era más difícil ser esto último, cuando aún vivía Francisco Franco Bahamonde.

 

Esta es, al completo, la letra del ‘Asturias’ que Pedro Garfias escribió en plena Guerra Civil (‘circa’ 1937, tras la caída de Asturias en manos franquistas, aunque muy probablemente empezara a ocurrírsele tras su encuentro personal con la Asturias revolucionaria de 1934); el poema vio la luz pública ya con Garfias en el exilio de México, dentro del libro (reeditado, ampliado y corregido con toda su poesía bélica, tras edición inicial en Valencia/1937) que se llamó ‘Poesías de la Guerra Española’: publicado al fin en México en 1941 por Ediciones Minerva. En este libro, ‘Asturias’ ocupa dos páginas contiguas: 70-71. Esto es.

 

 
‘Asturias, si yo pudiera,
si yo supiera cantarte…
Asturias verde de montes
y negra de minerales.
Yo soy un hombre del Sur:
polvo, sol, fatiga y hambre,
hambre de pan y horizontes…
¡Hambre!
Bajo la piel resecada,
ríos sólidos de sangre
y el corazón asfixiado
sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos, los ojos
ciegos de tanto mirarte
sin verte, Asturias lejana,
hija de mi misma madre.
Dos veces, dos, has tenido
ocasión para jugarte
la vida en una partida,
y las dos te la jugaste.
¿Quién derribará ese árbol
de Asturias, ya sin ramaje,
desnudo, seco, clavado
que corre por toda España
crispándonos de coraje?
Mirad, obreros del mundo
su silueta recortarse
contra este cielo impasible
vertical, inquebrantable,
firme sobre roca firme,
herida viva de su carne.
Millones de puños gritan
su cólera por los aires,
millones de corazones
golpean contra sus cárceles.
Prepara tu salto último,
lívida muerte cobarde,
prepara tu último salto,
que Asturias está aguardándote,
sola en mitad de la Tierra,
hija de mi misma madre…’
Durante la Guerra Española, Garfias se había alistado como miliciano desde el mismísimo julio de 1936. Alférez ayudante en el Batallón de Milicias Andaluzas, siempre en el Frente de Córdoba (Pozoblanco, Lopera…), allí había actuado como ‘Comisario Cultural y Político’ del PCE, cuyo Secretario General era el sevillano José Díaz Ramos, panadero y macareno; esto fue en los batallones ‘Villafranca’ y ‘Bautista Garcet’. Se encuadró como fundador en la ‘Alianza de Intelectuales Antifascistas…’ y llegó hasta Valencia, aquí con un cargo en el Comisariado General de Guerra: ahí conoció a Miguel Hernández, con el que compartiría amistad y vivencias poéticas.
Pedro Garfias colaboró en el periódico ‘Frente Rojo’ y en las revistas ‘Octubre’, ‘Hora de España’ y ‘El Mono Azul’ (antes de la Guerra lo había hecho en ‘Litoral’ y ‘La Gaceta Literaria’; había sido articulista en ‘El Heraldo de Madrid’).  En 1938, el poeta había recibido (por el primer original y textos de ‘Poesías de la Guerra Española’, editado inicialmente en 1937, en Valencia) el ‘Premio Nacional de Poesía’, concedido aún en la España de la República. Y esto fue decisión de un jurado que formaban Antonio Machado, Enrique Díez Canedo y Tomás Navarro Tomás. Garfias siempre recordaba el ultraísmo, evocaba a los poetas y libros olvidados y también a las novelas policíacas. Siempre iba con él una poesía directa y vibrante, a la vez que sencilla… que nacía del contacto con la vida y con los héroes de ese Sur: tan añorado siempre.
Aquel mismo 1938, su libro ‘Héroes del Sur’ ( Madrid-Barcelona, Ed. Nuestro Pueblo, 1938) fue ilustrado por otro ilustre intelectual sevillano, izquierdista y comunista: el dibujante coriano (y bético) Andrés Martínez de León, creador de los célebres dibujos en caricatura de ‘Oselito’, toda una reencarnación gráfica del espíritu del Betis Balompié, campeón de Liga española en 1935, y de su legendario lema: ‘Viva Er Beti Manque Pierda’.

 

Muy poco antes de finalizar la Guerra (In)Civil, Pedro Garfias pasó a un campo de concentración francés y de allí en abril de 1939, a Inglaterra, donde vivió en el castillo de un ‘Lord’ inglés que le recogió: en Eaton Hastings, Condado de Berkshire. Allí, Garfias empezó a alcoholizarse. Y allí mismo planeó, gestó y remató el que Damaso Alonso consideraría el ‘mejor libro poético del exilio’: ‘Primavera en Eaton Hastings’, toda una égloga y elegía del destierro, que Garfias valoraba como “poema bucólico con intermedios de llanto». Al igual que ‘Poesías de la Guerra Española’, ‘Primavera en Eaton Hastings’ ya se publicó en 1941 en México, adonde Garfias había llegado (Puerto de Veracruz) el 13 de junio de 1939, evacuado a bordo del buque francés ‘Sinaia’ (fletado por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas), como parte de un primer contingente de 1.620 republicanos exiliados a México, con decenas de artistas e intelectuales.  Durante ese mismo viaje, en el que combatieron el dolor del destierro con creatividad e imaginación, Garfias ya ideó unos versos que resumían el sentimiento de los exiliados: “España que perdimos, no nos pierdas; / guárdanos en tu frente derrumbada, / conserva a tu costado el hueco vivo / de nuestra ausencia amarga”.

 

Como sus compañeros republicanos del ‘Sinaia’, Garfias recibió una gran acogida en México. Halló trabajo y amistades. Se mantuvo durante cinco años (1943-48) como director del Departamento de Acción Social Universitaria, en la Universidad de Monterrey, Nuevo León. Fue el único trabajo estable que Garfias tuvo en el exilio: hasta su muerte. En México también publicó ‘Río de aguas amargas’ (1953). Sólo el título ya mostraba pena y… amargura. A partir de entonces, y hasta morir, Pedro Garfias fue cobijando poesía, tristeza abandonada y desencuentros: todo de cantina en cantina y hasta el deterioro final, en 1967. 

 

En México, Garfias también colaboró en revistas culturales como ‘Romance’ o ‘Cuadernos Americanos’  y regresó a poetizar la nunca olvidada tauromaquia: sobre la que ya había escrito certeras líneas a partir de la primera edición de su libro iniciático: ‘El Ala del Sur’ (Sevilla, 1926). Asimismo, Juan Rejano, el escritor de Puente Genil también exiliado y fallecido en México (1976) -como Luis Cernuda, sin ir más lejos, como León Felipe, Concha Méndez, tantos…- prologó la ‘Antología Poética’ de Pedro Garfias en la ‘Ed Finisterre’:1970.

 

Entre esos mexicanos años 40 y 50, Garfias escribió -por ejemplo- estos versos taurinos sobre Manuel Rodríguez Sánchez, ‘Manolete’, con quien se fotografiaría en las giras a México del llamado ‘Califa’ cordobés o ‘Monstruo del Toreo’ (‘K-Hito’). Alguien tan andaluz como el propio Garfias. «MANOLETE’… «Andar es muy fácil, lo difícil es andar sin premura. Pasear por el miedo del ruedo grave y con figura. Cuando un cordobés es torero su capa es la túnica. Esencia y decencia: las dos cosas juntas». 

 

VÍCTOR MANUEL: MÉXICO
Siempre a partir de ese 1940, en México, Garfias tampoco olvidó la poesía de compromiso social; y dentro de esa obra ‘comprometida’, alumbró la obra ‘Elegía a la Presa de Dnieprostroi y otros poemas’. Al fin, sobrevino esa decadencia imparable que le costó, entre otras cosas, la separación personal de su mujer, la ursaonense Margarita Fernández Repiso: con ella había vivido -y habían ayudado a fugitivos represaliados asturianos de izquierdas- en el domicilio de la madrileña calle Lista. Posteriormente, Margarita Fernández Repiso regresaría a Osuna… y Pedro Garfias falleció en Monterrey, a los 66 años casi recién cumplidos.

 

Con todas las correrías y avatares de la vida de Garfias, el texto de ‘Asturias’ se hizo célebre en México, donde el poeta exiliado lo incluía siempre durante sus recitales en los Centros Asturianos y en el Restaurante ‘El Hórreo’, en México D.F., regentado por el asturiano Raimundo Fernández y propiedad de la familia Tomás. A partir de ahora toma la palabra Víctor Manuel, Víctor Manuel San José Sánchez, quien hace este relato exclusivo y directo para ‘Confidencial Andaluz’:
«Conocí el poema de Pedro Garfias en 1971, en mi primer viaje a México. Allí, yo siempre entraba en contacto con asturianos, bastantes de ellos exiliados (era una colonia muy activa), que me invitaron a un almuerzo en el Restaurante “El Hórreo” en La Alameda del Distrito Federal… uno de los propietarios de ‘El Hórreo’ era Urcesino Tomás, hijo de Belarmino Tomás, que había sido Presidente del Gobierno de Asturias y León durante un breve período de la República. En ese almuerzo estaba Luis Roca Albornoz: que a los 20 años había sido Consejero de Hacienda de aquel Gobierno, entre otros más que se exiliaron. Yo, recién llegado no conocía a nadie…»

 

«Al final del almuerzo, Luis Roca leyó el poema de Garfias y a mi se me nubló la vista. Me entregó un un billete de una peseta firmado por él, y un folio con el poema. Yo sólo tenía ganas de irme al hotel para ponerle música a ese poema y me fui al hotel cuando todo acabó. Dos horas después tenía música y ya era canción. Esa misma noche había encontrado la música para los versos mas hermosos que se han escrito de mi tierra».

 

…»Me hablaron de Garfias: mucho y bien. Era un hombre muy querido en México, que escribía sus últimos poemas en servilletas de papel en los bares, al final de sus días. Hasta donde yo sé, Garfias nació en Salamanca, pero se crió en Cabra y Osuna. Estuvo en Asturias tras los sucesos de 1934 y refugió a asturianos en su casa de Madrid. En la Guerra había combatido con el ‘Batallón Bautista Gracet’ y al fin, cuando los sublevados tomaron Asturias escribió este poema del Frente. A finales de 1970, yo había podido enterarme de la verdadera realidad en España… más adelante, ya conocí a Margarita, su mujer, en Sevilla, en una exposición homenaje que organizaron en el Centro Asturiano en Sevilla: hace nosecuántos años. También son curiosos los azares que me han llevado a Cabra porque después de Garfias me llevó allí otra canción: “’Sólo pienso en ti”, inspirada en un reportaje que leí en el Diario ‘Córdoba’ acerca de una Residencia para discapacitados psíquicos llamada PROMI, dirigida por el Doctor Perez Marín, donde contaban sus historias y que me provocó la canción».

 

‘MEMORIAS DESCOSIDAS’

 

Antes de estas palabras de Víctor Manuel para ‘Confidencial Andaluz’ -obtenidas gracias a la intercesión del buen amigo común Carlos Toro, el autor de ‘Resistiré’- y en su libro autobiográfico »Antes de que sea tarde’ (Memorias descosidas’), Ed. Aguilar 2015, Víctor Manuel también detalló todo esto: «Al fin, ‘Asturias’, el poema de Pedro Garfias, tuvo su primera versión en un disco grabado en directo en 1976. Fue un disco muy de barricada, con pocos medios y que se hizo por el crédito que yo tenía en la industria; cuando la envié por primera vez a la censura de Franco, no se toleraba la frase de ‘…millones de puños rotos…’ Y no lo toleraban. Eran inconmovibles, no se conmovían: funcionarios. En 1976 ya lo pudimos grabar de un ‘directo’, que era lo único que dejaban; ya en 1978 tuvimos un buen vinilo en el disco ‘Canto para Todos’, y en el 83 ya lo retomé junto a ‘El Cobarde’ (‘No serás nunca El Flautista de Hamelín’, etc). No es como que hayamos inventado nada, pero sí puedo contar que cuando lo grabamos esa última vez en los Wembley Studios, con Stuart Elliot, Kate Bush, Phil Palmer -de ‘Alan Parsons Project’, etc… cuando la orquesta atacó ‘Asturias’ en la sesión de cuerda se me puso un nudo en la garganta, un nudo que me hizo llorar mansamente…»

 

Así relataba Víctor Manuel en sus ‘Memoria Descosidas’ el cierre de la adquisición de los derechos del poema de Pedro Garfias. «Ya con la música puesta en la canción… yo no sabía a quién dirigirme para negociar con los herederos de Garfias. Así que lo hice a través de un programa de Radio Nacional de España, no tuve otro remedio. Entonces apareció un sobrino y coordinó a todos los sobrinos; no dio para hacer ricos a todos los sobrinos, pero sí para tomarse unas cañas a la salud del ‘Tito Pedro’; también conocí a Margarita Fernández Repiso, la mujer de Pedro Garfias, en Sevilla, en una exposición homenaje que organizaron en el Centro Asturiano en Sevilla, hace no se cuantos años. Sé que la familia de Margarita se opuso siempre a su relación con Pedro, ella era de familia ‘bienpensante’ y su relación con aquel rojo irredento no les parecía bien».

 

 

Según analiza el propio Carlos Toro, también de origen asturiano y afamado autor de la letra del ‘Resistiré’ del ‘Dúo Dinámico’ (43 millones de visitas en YouTube desde marzo de 2020; ocho millones de visitas sólo en la plataforma ‘Spotify’), «el ‘Asturias de Víctor Manuel es, ni más ni menos… una petenera. Es una cadencia rítmica que se va repitiendo, pero donde el arreglo de la cuerda va creciendo con la misma cadencia rítmica que se va repitiendo con la entrada de nuevos instrumentos, hasta ese final épico de ‘Sola en mitad de la tierra…’

 

 ‘Asturias’ opera hoy como segundo Himno del Principado, cuyas canciones oficiales siempre tienen ecos de ‘Romerías’ , prado, sidra y farolillos. El Himno de 1926 es de Ignacio Piñeiro, cubano de padre asturiano. Para Juan Matas Caballero, biógrafo de Garfias (…»Una semblanza contra el olvido’), «el rigor y la precisión estilística (…), el ritmo ágil  del verso octosílabo, la rima asonantada propia del romance.. consiguen que los recientes acontecimientos que se cantan impacten con contundencia afectiva en el sentimiento que impregna la memoria colectiva asturiana y española». En ‘Pedro Garfias, contra la ausencia y el olvido’, Francisco Moreno Gómez nos señala: «El poema es de una perfecta ejecución en fondo y forma. Es un romance pleno de recursos y bellas imágenes. Paralelismos, antítesis, metáforas, concatenaciones, versos simétricos (‘Los ojos ciegos, los ojos’, ‘Dos veces, dos…’, ‘firme sobre roca firme’). La sinceridad del sentimiento hizo a Garfias poner toda su creatividad en acción, para un logro perfecto».
«Espero que dos o tres versos míos puedan permanecer después de que yo muera». Esas fueron unas de las muy últimas palabras finales de Pedro Garfias, recogidas por José María Barrera. Su ‘Asturias’, ya como canción de Víctor Manuel, quedó rigurosamente prohibida por aquellos censores franquistas a los que estremecía -era para estremecer- la fuerza de esos ‘millones de puños’ que ‘gritan su cólera por los aires’.

 

Los jóvenes enamorados que iban de la mano a los recitales de Víctor Manuel a mediados de los 70 (‘Quiero abrazarte tanto’)… cantaban a veces las cosas del hoy octogenario Bob Dylan. Fue casi hasta el fin, hasta que aquellos chicos se aprendieron, con asombro y en aquellos recitales de Víctor aquello de …’prepara tu salto último, lívida muerte cobarde’: hasta que Víctor pudo grabar el disco entre lágrimas en los Wembley Studios: y eso ya era cuando Margarita Fernández Repiso podía visitar la bandera verde, blanca y verde de Andalucía, la de la Asamblea de Ronda, en la casa de Blas Infante: la bandera que acariciaba de la mano de Luisa Infante. En 2017, en el 50 aniversario de la muerte de Pedro Garfias, la Junta de Andalucía organizó en Osuna -con la colaboración de las familias- una exposición conmemorativa y de recuerdos.

 

Y aunque quien lee a Pedro Garfias nunca lo olvida… al fin nos quedó esto: «La soledad que uno busca / no se llama soledad». ‘Esto’ y ‘esos’ fueron los ‘dos o tres versos’ de aquel hombre del Sur (‘polvo, sol, fatiga y hambre’) que permanecen inscritos sobre la tumba de Pedro Garfias, en el Panteón del Carmen de la Ciudad de las Montañas; Monterrey, Nuevo León. Hoy, Pedro Garfias Zurita hubiera cumplido 120 años. Pero sí – gracias, Víctor-, si que aún les sigue saliendo la copla, tremenda copla rítmica, casi de petenera, a aquellos chicos de los recitales de los años 70: ‘Prepara tu salto último, lívida muerte cobarde’…