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Pedro y su bucle melancólico

Me da a mí que vamos a tener Pedro en funciones durante bastante tiempo.

 

Los padres de la Constitución de 1978 hicieron un gran trabajo que nos ha servido a los españoles para convivir sin demasiados problemas más de cuarenta años. Pero ni Peces Barba ni Herrero de Mi ñón ni Fraga ni Pérez Llorca ni Solé Turá ni Cisneros ni Roca previeron algunas de las posibles eventualidades con las que nos podríamos encontrar a lo largo de los años. Contemplaron posibilidades golpistas de algunas comunidades y aprobaron el artículo 155, estuvieron atentos a que se cumpliera el artículo 1 que define a España como “un Estado democrático y social de derecho”, que “la soberanía nacional reside en el pueblo español” y que la forma política del Estado es la Monarquía parlamentaria. Hasta ahí todo perfecto por más que algunos partidos hayan querido subvertir la letra propugnando la República o haciendo simulacros de referéndums independentistas. Lo que nunca imaginaron los padres de la Constitución es que algún día accediara al poder un Pedro Sánchez que pusiera sus propios intereses por encima de los del Estado y de la letra de nuestra Carta Magna que la inmensa mayoría de los españoles ratificamos en las urnas.

Desde aquel fatídico día en el que el “Doctor No” pactó con golpistas, independentistas, filoetarras y mediopensionistas la moción de censura a Rajoy, los españoles estamos sufriendo un Estado en funciones con presupuestos arrastrados desde la época de Montoro y con decretos leyes como fórmula de gobernación como si fuésemos una dictadura tercermundista al estilo cubano o venezolano. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces? Pues exactamente año y medio, desde junio de 2018, fecha en la que Pedro Sánchez accedió a la Presidencia del Gobierno. Dieciocho meses de interinidad ¿Su mayor éxito? La exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caidos. ¡Ahí es nada! Algo que la inmensa mayoría de los españoles estaba esperando como una auténtica panacea, como solución de los graves problemas del paro y la pérdida de poder adquisitivo de autónomos y pensionistas.

Con esas premisas impresentables que ya avalaban un nefasto futuro, el pasado 10 de noviembre, los españoles, que posiblemente seamos el pueblo que más veces tropieza en la misma piedra, volvimos a concederle un voto de confianza a Pedro Sánchez para que intentase formar un gobierno que nos despertara de este “sueño de la marmota” en el que llevamos sumidos año y medio. Y en eso estamos. En la búsqueda incesante de apoyos para lograr una investidura que el Rey se ha visto obligado a proponer como candidato más votado. Ha pasado un mes y medio desde las elecciones y, de momento, no hay visos de que Sánchez haya logrado otra cosa que meter en el saco de sus apoyos a los muchachos de Pablo Iglesias, que están como locos por ocupar los sillones ministeriales y los coches oficiales a cambio de lo que haga falta. Y como con los podemistas no alcanza la mayoría, el Doctor No se ha buscado otros socios (ERC, Bildu, PNV, PdCat, Canarios, Turolenses, Gallegos, Cántabros, etcétera) que le permitan seguir durmiendo unos años más en su colchón de la Moncloa. Un batiburrillo de siglas con más frentes que el Líbano en tiempos de la guerra.

Pero a lo que iba. Podría ser que Sánchez, que en eso de buscarse salidas que le permitan mantenerse en el poder es único, dilate sine die su investidura. Porque uno de los fallos de nuestra Constitución, a los que aludía al comienzo de este artículo, es que no pone límite alguno al periodo de consultas. El artículo 99 de la Carta Magna, especifica esos plazos y dice en su apartado 5: “Si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del presidente del Gobierno”. Es decir, hay dos meses de plazo desde la primera votación de investidura, ¿pero cuándo tiene que celebrarse ésta primera votación? No se especifica. El candidato puede tirarse tres meses buscando apoyos, manteniendo conversaciones con unas y otras fuerzas políticas, sin que la Presidencia del Congreso convoque el Pleno de Investidura. Y me da a mí que vamos a tener Pedro en funciones durante bastante tiempo. De momento, al menos hasta que pasen las actuales fiestas navideñas. Después ya veremos si los muchachos de Junqueras y Rufián no siguen mareando la perdiz que es lo que le interesa de momento hasta que la Generalitat deje salir a su líder de la cárcel. Y es que al presidente en funciones le da igual ocho que ochenta mientras él pueda seguir con su colchón, sus viajes oficiales, sus paripés, sus fotos con famosos del ecologismo y su Falcon y sus prebendas. Claro, que la culpa no es suya. Como reitera su vice Calvo y su portavoz Ávalos, la culpa no la tiene sino el PP y Ciudadanos que no quieren apoya al mayor y mejor líder político que ha pisado el territorio patrio en los últimos siglos. Los españoles somos unos desagradecidos al no reconocer la inmensa valía de nuestro presidente…en funciones. Y por aquí abajo, al circo de Susana le siguen creciendo enanos, ahora con las cajas fuertes y las habitaciones del pánico con papeles de los Eres. ¡Uf! Vaya la que te han dejado, hija. Como Ferraz se empeñe, de esta puedes acabar acompañando a tu marido en ese paro tan substancioso que le mantiene. Visto lo visto, no doy un duro por tu futuro si Pedro El Guapo consigue hacerse con la Presidencia del Gobierno. Ya veremos.

P.D.-Espero que hayan acabado con los cienes y cienes de almuerzos, cenas y copas navideñas que estos días se han visto obligados a sufrir. No desesperen. Sólo queda lo peor, ya saben, la desilusión de la Lotería, la cena de Nochebuena con los cuñados y la de Fin de Año con los coñazos de los petardos. En unos días estrenaremos bisiesto, el 2020, demasiado redondo como para que nos augure algo bueno. Felices fiestas y espero equivocarme.