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Rafa Porras diagnostica la RTVA y eleva el problema a los políticos

El presidente de la televisión publica andaluza detalla en una entrevista su diagnóstico de lo que se ha encontrado en la RTVA.

 

Rafael Porras es un veterano y respetado periodista, curtido en notables redacciones informativas y con las canas suficientes como para asumir responsabilidades ejecutivas al frente de un monstruo de siete cabezas, a cual más peligrosa, conocida como RTVA.

Porras ha hablado y lo ha hecho en una entrevista plagada de sensatez y sentido común concedida a Stella Benot en las páginas de ABC de ayer viernes. Se le entiende todo, incluso lo que no dice. Están aquí  esas declaraciones, vale la pena echar unos minutos en su lectura, línea a línea, sobre lo que dice y, particularmente, en lo que no dice pero que se intuye a través de su transparente relato. Como cuando afirma que esa casa es una ruina, que si estuviese en el sector privado estaría en quiebra técnica y camino del cementerio de empresas desaparecidas, todo ello tras los correspondientes Eres y calvarios variados para los trabajadores. Así se entiende, por ejemplo, como el equipo gestor de Joaquín Durán ha fracasado dejando un marrón acumulado de casi cinco millones de euros en el ‘debe’ de la empresa a finales de 2019, según ha revelado el nuevo director general Juande Mellado. Desde luego a Durán y a su gente no les llamarán para que gestionen El Corte Inglés.

Porras no ha querido mojarse demasiado en el capítulo más peliagudo y sensible en el que se desenvuelve la RTVA: una plantilla de más de 1400 empleados cuya edad media oscila entre los 51 y 54 años. Jóvenes todavía, aunque no se sabe si con mucha capacidad para ilusionarse nuevamente en esta etapa. Habrá de todo y eso será bueno porque quizás descubramos figuras apartadas o vetadas hace años por vaya a Ud. a saber qué mala mirada le echó una mañana a cualquier jefecillo. De momento, anuncia, no habrá despidos en la plantilla.

 

Fundadores de Canal Sur: hagamos la TV más grande

 

Los gestores socialistas de la RTVA, desde su fundación, cayeron en la trampa de los delirios de grandeza del borbollismo de la época, diseñando y financiando un canal de televisión a lo grande, dispuestos a competir abiertamente con las cadenas convencionales comerciales a nivel estatal, especialmente con los productos de Mediaset en el caso de Canal Sur Tv, llegando a compartir primeras figuras para formatos muy similares en ambos canales. Si se fijan bien, Canal Sur ha sido en esos años una isla independentista andaluza. Lo hemos contado todo, pero en andalú, tal y como hacían vascos y catalanes. La etapa del socialista cordobés, después dedicado al negocio de la televisión, Manolo Melero, fue cuando en Canal Sur ataban los perros con longanizas enormes y sin reparar en gastos. Melero dotó a la RTVA con más personal, principio del engorde final actual de la plantilla con casi 1.500 trabajadores.

Busquen en Youtube programas de corazón de Canal Sur TV y verán que en nada tienen que envidiar al ‘tomatismo’ implantado por Mediaset, como sucedió en el caso de la actriz Amaya Salamanca,  familia del entonces consejero de Justicia y amigos de la propia Susana Díaz. Fue cuando rodó la cabeza de la directora del programa, contratada por la productora ADM donde casualmente trabaja su padre, el exdirector general de la RTVA Rafael Camacho como responsable financiero de la productora semipública.

Y para competir con Tele5 ‘la nuestra’ optó, entre otras muchas demostraciones de poderío por retransmitir hasta la guerra de Oriente Medio con enviados especiales y satélite a gogó, montar delegaciones en Bruselas, en Madrid y en Rabat…, creando un mini diplocat mediático andaluz con un coste considerable para la RTVA, o sea la Junta de Andalucía. Hubo una época en la que los informativos de Canal Sur nada tenían que envidiar en medios y dotaciones presupuestarias a las otras cadenas comerciales. De los tres puntos informativos mencionados quizás el único más que justificado sea el de Bruselas, donde se cuecen cuestiones importantes para la Europa de las regiones y, además, la corresponsal comunitaria, Maria Luisa Doctor, se encarga de explicarlo todo muy bien desde hace años. Quizás haya sido la información de Bruselas la menos contaminada, manipulada y partidista que haya dado Canal Sur en estos lustros pasados.

Todos los pasos que dio en estos años la RTVA estaban supervisados, sugeridos y aprobados por la dirección socialista andaluza, especialmente por parte de quienes sucesivamente han manejado el ente desde la consejería de Presidencia.

Porras ha mentado ‘la bicha’ de las productoras patas negras en la entrevista. Parece que se acabó el cachondeo de la mesa camilla, con no más de doce comensales habituales, bien surtida, regada con vinos de reserva y en comedores de muchos pinchos. Han llegado los recortes y parece que, de momento, afecta a algunas vacas sagradas de la producción externa, privilegiadas hasta ahora con un reguero permanente de millones desde Canal Sur mes a mes, veranos tras verano. Es el caso de la empresa de Juan y Medio, a la que se le quita lo de los niños de la noche, o la productora (Boserman-Abc) de las sevillanas que presenta María del Monte que desaparece de la parrilla.

Cuando uno entra en el portal de transparencia de la Junta de Andalucía y se adentra en la búsqueda de lo que nos cuestan estos y otros programas de la RTVA, acaba uno preguntándose con cierta amargura a qué nivel estaría hoy la generación de jóvenes padres y madres andaluces si se hubiese invertido más en formarles desde la Tv pública andaluza que en entretenerles, manipularles, adormecerles  y en muchos casos adoctrinarles. En Canal Sur TV, profesionalmente hablando, se han hecho grandes cosas en estas tres décadas, cierto, con  buenos profesionales que los ha hay y ha habido, pero nunca pensaron sus responsables que los experimentos resultan mejor y más baratos con gaseosa.

 

Lo poco que recauda la RTVA en publicidad convencional

 

Canal Sur se fundó a imagen y semejanza de la pública TVE, a lo bestia, incluso con sus defectos, aunque a la hora de las remuneraciones de figuras y directivos, la competencia directa se estableció con las cadenas privadas como T5 o A3Tv, las que más pagaban. Sueldos increíbles para productos que no acababan de cuajar ante una audiencia que, según los sondeos, prefirió siempre el original de T5 a la copia cutre de ‘la nuestra’.

Los fondos procedentes de la publicidad es un capítulo no explorado suficientemente y del que se ha hablado poco en estos años, pero el departamento comercial y sus terminales bien merecerían ser auditados convenientemente por el órgano que corresponda. Al menos sabríamos si se han ganado o no los apetecibles sueldos que han cobrado algunos de sus responsables. Aportando ridículas facturaciones en comparación a la proporcionalidad desplegadas por las privadas en el territorio, éstas con mucho menos personal y más audiencia. Algo fallaba, o la programación o la red comercial desplegada por la RTVA, por cierto, con conocidos personajes mediáticos de por medio como Manuel Campo Vidal que llegó a ser exclusivista de la publicidad en la RTVA  durante varios años, tras ganar un concurso.

Confirma Porras que ya no habrá lobbies que controlen los millones de producción externa y que se dará audiencia pública y posibilidades a todo el mundo para presentar sus proyectos. Con este gesto tan sencillo como legal – que Durán nunca aplicó, vaya Ud. a saber por qué –  quizás consigan que aflore el talento profesional que aún queda entre aquellas modestas productoras que se han ganado la vida al límite estos años,  trabajando para televisiones de otras comunidades y algunas hasta haciendo videos de bodas. El gran pecado o fracaso de quienes han dirigido la RTVA en estos años está justamente ahí, en su incapacidad manifiesta para ayudar a contribuir a la creación de un sector audiovisual andaluz potente, fuente de puestos de trabajo para los centenares de jóvenes andaluces que salen de nuestras facultades de comunicación y periodismo cada año. Los cargos que se han ido del staff interino de seis años a seguir cobrando sus pluses consolidados por el dedo y el mando socialista que les nombró altos cargos, han apostado en estos años por una docena escasa de selectas empresas – por eso las llaman ‘las patas negras’ – casi todas con dueños vinculados al poder del ‘régimen’ o a la RTVA, amigos a los que han hecho inmensamente ricos porque no es incompatible presumir de ser socialistas o de izquierdas y  ser el más rico del pueblo. Poco se ha notado que estos empresarios hayan invertido sus ganancias para ampliar el tejido laboral del sector en la región.  Eso sí, se sabe que invierten en muchos otros negocios como por ejemplo el de la restauración, el de la sanidad, el editorial, en una cadena de librerías que coloca a maridos por encargo. La red llegaba a todos los rincones. Ya se está viendo cuantos millones se destinaban a nóminas aquí y más allá en la Junta del PSOE.

No se ha adentrado Porras por el camino que oculta más minas de racimo, bombas que hacen mucho ruido y mucha pupa. Se trata de la línea editorial del ente en esta nueva etapa donde, en apariencia, el poder político ha puesto en manos de profesionales con criterio el primer medio de comunicación de Andalucía, pero a eso hay que añadir algo importante, con el respaldo unánime de todas las fuerzas políticas. Rafa Porras tiene licencia (política) para matar y, por tanto, está suficientemente legitimado al frente del Consejo de Administración para marcar un camino profesional y equilibrado en la línea informativa de la nueva casa cumpliendo lo dictado por la Ley de la RTVA. Abrir el abanico de las opiniones, huir del sectarismo, levantar vetos, perderle el miedo a que un Spiriman cualquiera ponga verde al Bendodo, Marín o Susana de turno y en directo y viceversa, contar la verdad afecte a quien afecte, levantar las alfombras de la corrupción, oculta y airear Andalucía para que entre aire fresco. Ser de verdad el referente informativo para los andaluces.  Es muy difícil recordar un solo caso de corrupción de cierto nivel, solo uno, que haya sido destapado periodísticamente en estos años  por nuestra televisión autonómica.

Será difícil que muchos colegas de las redacciones de la pública se acostumbren a no tenerle miedo al PSOE, con el paso del tiempo se darán cuenta que estar bailando al ritmo que marcan los políticos conduce justamente a lo que es hoy la RTVA, un triste páramo. Sin dinero, arruinados, sin audiencia, sin prestigio y sin el cariño de la inmensa mayoría de los andaluces que optan por otros productos televisivos. El día que los políticos se enteren que hoy en día una televisión pública manipulada no da votos sino problemas, será el final de Canal Sur y otras teles públicas en España. De ahí que sus trabajadores deben de permanecer atentos y sin participar de jugarretas infantiles de ciertos sindicalistas, se enfrentan a una oportunidad histórica donde se debe diseñar la tele pública del próximo cuarto de siglo. Su futuro, el futuro.

 

Los escaqueados que todo el mundo conoce

 

Un problema, el económico en la RTVA, que hay que resolver cuanto antes con carácter urgente y que, lo miren por dónde lo miren, solo puede empezar a resolverse poniendo dinero público sobre la mesa de la tele y la radio pública. Por cierto, sería de ilusos creerse que no está operativa la línea caliente entre San Telmo y San Juan de Aznalfarache, aunque de momento no se ha visto la larga mano de Presidencia en la RTVA. A ver cuánto aguantan. Pero sobre todo a ver cuanto dan porque en teoría nadie debe poner pegas en el trámite parlamentario a dotar economicamente la RTVA. Porras ha lanzado la pelota al tejado de los políticos, a ver cómo responden tras el veraneo, con la sentencia de los Eres llamando a la puerta y la necesidad de que la ciudadanía conozca la verdad judicial, con detalle, de este caso tan importante y que tanto ha manchado a la Andalucia del 28F.  Algo que deberá realizar, si o sí, Canal Sur , y posiblemente sea su estreno  de grana y oro en la primera temporada del “¡Vamos a contar verdades, tra la rá…!” Sería triste y lamentable que los andaluces se enteraran de todo lo de la sentencia de los Eres por los de ‘más periodismo’, todo porque su tele, como hasta ahora, cumple el trámite de puntillas como si la estuviese vigilando la Junta Electoral. Todo eso parece que terminó.

De todo lo dicho por Porras quizás lo menos trascendental  y lo más polémico entre algunos trabajadores ha sido cuando describe con gran hiperrealismo los estatus del personal de Canal Sur, al que divide en cuatro estadios: “La verdad es que hay mucha gente que no trabaja porque no se le da trabajo, otra por desgana, otra que trabaja mucho y otra que se escaquea”.

Ha sido mencionar la palabra ‘escaqueo’ y han salido inspectores Renault proclamando aquello de ¿Qué escándalo, qué escándalo. He descubierto que aquí se juega…”?

Hacen bien los que piden explicaciones, porque detrás de peticiones de nombres y apellidos de los que ‘se escaquean’, se exige que no se confundan con el resto del personal en general que cumple con sus funciones. Claro que, viniendo estas peticiones desde dentro, sorprende que se pidan públicamente unos nombres que todos conocen y desde hace años. A alguno quizá no les suene su cara, porque no pisa la casa y cobran por otro lado. Pero seguro que al tío de Canal Sur que llama a media mañana desde el centro de Sevilla, contando que está saboreando unos excelentes calentitos (churros), seguro que a ese le conocen todos, incluso saben de quién es familia directa.

La RTVA no es una empresa privada, es pública y por eso sigue abierta ya que de no ser así estaría cerrada. Lo acaba de reconocer su propio presidente. Se trata de un instrumento de servicio público muy delicado, como casi todos, que debería dejar de malvivir peleando por el share y apostar por productos de más calidad y no necesariamente poniendo a un señor hablando con otro que ha escrito un libro y debe venderlo. La tele debe palpitar con la calle, estar más cerca de la gente, de sus inquietudes, ayudar a ser altavoz de problemas que solo se resuelven cuando se ven los responsables  ante una cámara y micrófono  dando explicaciones. Solo desde esos principios de servicio publico, la tele y la radio publica de Andalucía, podrá sobrevivir al tsunami que se cierne sobre los medios públicos en España.