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Sociedad 5.0, un reto cultural

El concepto de Sociedad 5.0, su enfoque como “sociedad hiperinteligente”, parte del deseo de emplear la tecnología para ofrecer un futuro mejor a los humanos.

El cambio que realmente necesita nuestra sociedad es más cultural que normativo, a través de una estrategia alineada con el pensamiento filosófico del maestro Lao-Tsé, quien con buen criterio sostenía que «una hormiga en movimiento hace más que un buey dormido». En más de una ocasión, cuando nos marcamos un objetivo, comenzamos la hoja de ruta intentando despertar al buey dormido, olvidando que una hormiga verdaderamente dispuesta podría abrirnos más de una puerta, pero como nos parece de pequeño tamaño, solemos insistir en el mismo error de cálculo: espabilar a un buey que no está por la labor. 

El concepto de Sociedad 5.0, sobre todo su enfoque como “sociedad hiperinteligente”, parte del deseo de emplear la tecnología para ofrecer un futuro mejor a los humanos y de crear las condiciones objetivas para ello, más que en predecir cómo sería. Se presentó por primera vez en 2015 en el marco del Plan Básico de Ciencia y Tecnología 2016-2021 de Japón, impulsado por su entonces primer ministro, Shinzo Abe, y respaldado por el mundo académico y los empresarios japoneses.La denominaron Sociedad 5.0 porque antes había habido otros cuatro tipos: la Sociedad 1.0, la de la caza y la recolección; la Sociedad 2.0, la agrícola; la Sociedad 3.0, la industrial; y la Sociedad 4.0, la de la información.

Se reconoce como Sociedad 5.0 a la sociedad centrada en lo humano, que equilibra el progreso económico con la resolución de problemas sociales mediante un sistema que integra de forma avanzada el ciberespacio y el espacio físico y que propone una forma singular de gestionar tres cambios fundamentales: el  tecnológico, el económico y geopolítico, y el cambio de mentalidad, esto es, un nuevo paradigma cultural. La Sociedad 5.0 se caracteriza por “la solución de problemas, la creación de valor, la diversidad, la descentralización, la resiliencia, y la sostenibilidad y la armonía medioambiental”. Sería una sociedad de “la imaginación y la creatividad”, en la que los humanos seguirían superando a unas máquinas que les permitirían incrementar sus capacidades. “La imaginación es la clave para moldear el futuro”, señalaban los japoneses, una auténtica smart society.

Con la integración  del ciberespacio, el de la información, y el espacio físico, el del mundo real, se conformaría la Sociedad 5.0 centrada en las personas. Si la creación de conocimiento a partir de la información la realizan los humanos en la Sociedad 4.0, en la 5.0 la harían en gran medida las máquinas a través de la Inteligencia Artificial, pero poniéndola al servicio de las personas, como señala Andrés Ortega, director del Observatorio de las Ideas.

La Sociedad 5.0, pretende aprovechar el conocimiento alcanzado y su implementación en herramientas tecnológicas para que nadie se quede atrás y las personas constituyan el centro de las transformaciones científicas y tecnológicas, y no el aparato productivo como ocurre en la Sociedad 4.0. Además, las decisiones públicas sobre su organización se adoptarían en un nuevo ecosistema de partenariado público- privado, de manera que la política superara los intereses creados de ambas superestructuras. Como señalan algunos autores, conceptuelmente tiene mucho que ver con la relación público-privada a través de los nociones muy específicamente japonesas de sampo-yoshi, satisfacción de las tres partes que inciden en la importancia de negocios enraizados en la sociedad para beneficiar tanto al vendedor, como al comprador y a la sociedad, y de mottai-nai, aversión al derroche, que recoge el espíritu de una sostenible simbiosis con la naturaleza.

Por las misma fechas de la primera presentación de la Sociedad 5.0, Yuval N. Harari nos estaba alertando en “Homo Deus” sobre el peligro que representaba una algoritmización de la sociedad que erosionanaría los axiomas básicos de la libertad. Las personas ya no se verian a sí mismas como seres autónomos que llevan sus vidas de acuerdo con sus propios deseos, sino como una colección de mecanismos bioquímicos que son monitoreados y controlados constantemente por una red de algoritmos electrónicos. La libertad podría llegar a colapsar el día en que el sistema nos conociera mejor que nosotros mismos.

En el contexto de la transición de un gobierno tradicional a un modelo basado en la gobernanza digital, la necesidad de gestionar la responsabilidad social de la administración pública presenta un reto clave, para mejorar la capacidad de creación de valor social para lo que la Sociedad 5.0 debería contar con unos líderes éticamente irreprochables y con capacidad para erradicar la corrupción, los excesos de la burocracia y el mal uso de la tecnología.

La Sociedad 5.0 no está necesariamente reñida con el metaverso ya que más que deshumanizar en el sentido clásico del pensamiento occidental que la vincula a la ausencia de sentimientos, sería crear una imagen especular de uno mismo que abriría un nuevo campo de posibilidades para el desarrollo de nuestras potencialidades cognitivas.

La legislación europea afronta los riesgos de las tecnologías más invasivas como el médico que prescribe a su enfermo ibuprofeno para intentar curar un carcinoma. Las grandes tecnológicas son universales en sus modelos de negocio y tienen poder y conocimientos suficientes para continuar con sus estrategias si una aplicación de la gobernanza no lo fuera a escala universal. Todo lo demás es seguir haciéndonos trampas al solitario, de manera que si no abordamos el problema mediante una cirugia cultural con un tratamiento universal, será pura poesía para los oídos, pero ineficaz para lograr sus objetivos. No obstante, una Sociedad 5.0 admitiría un amplio abanico de sistemas políticos, siempre y cuando centraran su gestión en torno al bienestar de las personas y no a los intereses de una plutocracia económica o ideológica.

Para poner en marcha las bases y protocolos universales de una Sociedad 5.0 la UNESCO, con 75 años de historia, podría ser útil como el organismo transnacional que liderara el deseable salto al futuro, siempre y cuando diera más peso que actualmente a sus áreas de competencia en materia de educación y conocimiento, pilares para el nuevo paradigma cultural indispensable de una Sociedad 5.0.

Para acabar, tal vez hasta yo mismo debería considerar que lo que propongo sería un lujo cultural por carecer de toda la información imprescindible sobre la realidad para ofrecer una opción alternativa a lo que es considerado como lo política y culturalmente correcto hoy, el humanismo tecnológico, pero lo hago con la voluntad de abrir un debate que nos haga reflexionar para no aceptar siempre las propuestas socialmente dominantes, especialmente en un momento histórico en el que las ideas brillan por su ausencia y los algoritmos intentan imponerse a nuestra capacidad cognitiva para seguir apalancando la sociedad del “parecer” y el “tener” y no la que objetivamente sería mucho más satisfactoria para nuestra especie, otra que optimizara nuestras potencialidades como seres racionales.

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