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Solicitadas cirugías en la moderna China

Muchos hombres confunden la estética orientada a ensalzar y mejorar el rendimiento con tratamientos contra la impotencia o la eyaculación precoz.  

 

Sería interesante recabar la opinión del rudo Mao Tse-Tung sobre la evolución de su querida China hacia el capitalismo. Tal vez pusiese el mayor de sus entrecejos cuando se enterase del interés de sus compatriotas por cirugías para actualizar sus penes.

Quizá les riñese por unas frivolidades inherentes al corrompido capitalismo o defendiese las travesías para reforzar el carácter sexual primario del varón chino.

Pueden preguntarle al doctor Tian Long, pues el año pasado practicó en el hospital pequinés de Chaoyang un alargamiento a un anciano de 76 años, novio de una chica joven y con generosas intenciones de complacerla. 

En el mundo occidental ─por lo visto e intuido─  la chica joven se casa con el chico viejo si es riquito aunque nunca despreciará placenteros retozones, claro. Porque aunque el amor es ciego suele llevar una ostensible carga práctica, fortalecida en los letargos reflexivos.

 

No obstante, sin generalizar ni señalar, ‘quien se casa viejo o pierde la honra o pierde el pellejo’, según sentencia el refranero español

 

Desconozco si el homólogo chino recoge algo parecido. 

Como el ejemplo cunde y el negocio prospera el número de clínicas chinas han catapultado las demandas. Incluso para los no necesitados, a pesar de costar unos 2.000 euritos el retoque. Pero todo sea por la patria para general consuelo. A este paso otra ‘gran marcha’ se avecina de connotaciones épicas a puerta de clínica.

 

Un tanto alarmado, el profesor Zhang dice: «Solo los de pene pequeño, malformación, trauma o enfermedades pueden someterse a estas operaciones»

 

Por ello, un comité de gestión se encargará de fijar los límites y supervisar a los hospitales privados. Porque muchos hombres confunden la estética orientada a ensalzar y mejorar el rendimiento con tratamientos contra la impotencia o la eyaculación precoz.  

Surgen seminarios de cirujanos por doquier para obtener formación y conocimientos de la tecnología para lograr garantías porque esta especialidad no es para doctores novatos.

Esta tendencia se mantendrá ─dice el profesor Zhang─ porque «a todo el mundo le gusta la belleza». Pues en el complicado campo de la valoración estética me atrevería a decirle al profesor: más valdría no entrar ni salir y dejar aparcada la apreciación a los habitantes de la Estación Espacial por su privilegiada visión de conjunto.    

Supongo, tendrá previsto el departamento de Andrología publicar la longitud, grosor y rectitud considerada como normal para evitar la inevitable ambición humana y presentarse los bien dotados para serlo aún más.

Cabe la necesidad de intervenir el departamento de psicología para convencerles, aunque en unos malos momentos dadas las aspiraciones chinas para conquistarlo todo, incluida la Luna.  

Nada raro la aparición de concursos para otorgar trofeos a los poseedores de la dotación con mayor cubicaje y presumir en Naciones Unidas del poderío de China en todos los campos, incluida la conquista mundial de las empresas.

A propósito, el otro día fui a comprar a un bazar chino y había dos muchachos españoles atendiendo al personal. Ante mi extrañeza me señalaron a su jefe: un chino joven fumando en la calle mientras observaba a través de unos ojos aún más rasgados el andar garboso de una joven española. Posible cliente ¡quién sabe! del doctor Tian Long. 

 

Acaso, si se propagase la fiebre alargadora sexual por los confines catalanes se apaciguasen los lazos

 

Ayer amarillos, hoy blancos y mañana ¡vaya usted a saber el color! Aunque lo ideal sería consultarle a Mao por un buen consejo desde los espacios contemplativos de la mística China.

Pero mucho temo su despreciativa mirada y el gesto de cortar cuellos. Por lo cual, más vale sigan con las manos en la maroma: unos tirando hacia acá y otros para allá. Aún advirtiendo las hilachas de una soga alargada.