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‘Spiriman’ es de carne y hueso

 

La Junta de Andalucía diseñó un plan de fusiones en la Sanidad y por culpa de un médico granadino, conocido como Spiriman, tuvo que dar marcha atrás y cambiar a los responsables políticos del desaguisado, incluido el consejero del ramo Aquilino Alonso. Pero no fue solo por el liderazgo social del Dr. Jesús Candel al frente de la revuelta social, él fue el líder el que más destacó; la presión de la calle, de miles de ciudadanos, apoyando masivamente en Granada una ofensiva que llegó a contagiarse en otras capitales como Huelva, Sevilla… fue la verdadera clave del éxito.

Nunca he hablado con el Dr. Candel, aunque tenemos amistades en común; le he seguido muy de cerca por las redes e incluso me llegó a parecer de interés informativo compartir y retuitear muchos de sus llamamientos y denuncias públicas. Llamadas en las RRSS de Spiriman, por otra parte, que eran atendidas despues por miles de granadinos en cada concentración que se convocaba.

Pero, aunque Candel se haya labrado para mucha gente la imagen de héroe del pueblo, lo cierto y verdad es que el personaje Spiriman de existir vivirá en la antología del comic; Jesús Candel es un tipo de carne y hueso como el resto de los mortales, con sus defectos y sus virtudes, también como todos.

De ahí que me llamase especialmente la atención hace unos días una serie de tuits donde daba cuenta de supuestas amenazas a su familia y, a renglón seguido, comunicaba que se apartaba de la primera línea de lucha. Los tuits se reproducen mas abajo.

Decía que seguiría apoyando la causa por una sanidad pública limpia, eficaz y decente, pero como uno más, sin el protagonismo de estos años. En definitiva, que daba un ligero paso al lado o atrás, según se mire. Leyendo los tuits cualquier seguidor habitual de Spiriman podía concluir que las amenazas pintadas en una pared, con una foto de sus hijos, había sido la gota de agua que había hecho rebosar el vaso de su aguante como hombre. También como cabeza más visible de las movilizaciones sociales en Granada.

 

 

 

 

Spiriman se ha equivocado gravemente por culpa del hombre que lo encarna, fundamentalmente en su estrategia de comunicación y denuncia.

 

La lucha de Candel y quienes están a su lado ha tenido dos tramos bien diferenciados. El primero arrancó con la frontal oposición al cierre de uno de los dos hospitales que atienden las necesidades sanitarias de la capital granadina y su entorno.  Fue cuando algunas siglas políticas quisieron atraerse a Spiriman y capitalizar el movimiento sanitario en Granada. Ninguna tuvo éxito, ni siquiera Podemos que junto a Ciudadanos fueron los más ansiosos por hacerse con el control político de la movida. Candel dice estar al margen de la lucha de los partidos.

El segundo tramo, el ultimo, está siendo más peliagudo y menos comprendido por la generalidad de los usuarios. Y es que las exigencias actuales de Candel de limpiar a fondo la estructura directiva de la Sanidad en Andalucía, «fuera corrupción», es asunto que por razones que todos imaginamos se convierte en una utopía imposible de alcanzar. Volver como un calcetín una estructura de tres décadas no parece tarea políticamente asumible en estos momentos por el susanismo gobernante.

Y ha sido en esta segunda fase donde creo que Spiriman se ha equivocado gravemente por culpa del hombre que lo encarna, fundamentalmente en su estrategia de comunicación y denuncia. Mucha gente entendió en la primera ofensiva que los «calentamientos de boca» de Jesús Candel estaban más o menos justificados ya que, con nombres y apellidos, hacía desfilar a los verdaderos responsables políticos del nuevo sistema a implantar. Muchos pensaron que esas críticas tan aceradas, a veces irónicas y siempre duras les entraban en el sueldo de sus cargos políticos.

Entre la primera fase y la segunda sucedió algo realmente significativo, al menos de cara a la opinión pública. El Gobierno, acosado por las mareas sanitarias en media Andalucía, en un gesto político de debilidad manifiesta, aumentada por la crisis interna socialista, dio marcha atrás y paralizó las fusiones hospitalarias en Andalucía. Más tarde, en cuanto tuvo ocasión, la presidenta relevó a su consejero del ramo y puso a una prestigiosa y galardonada doctora al frente de la sanidad pública. Recordemos que aquellas movilizaciones tan críticas en las calles, políticamente hablando, ponían en solfa a la denominada “joya de la corona” del socialismo susanista en Andalucía, el gran activo social de los andaluces, la sanidad pública. He ahí la verdadera motivación final para el frenazo en seco y sin plan B.

No obstante, esta importante victoria de la marea nacida en Granada, no pareció suficiente al movimiento Spiriman, subiendo la intensidad y dureza de la ofensiva pública. Fue cuando empezó el cuerpo a cuerpo y se sembraron de dudas, razonables en algunos casos, la gestión sanitaria andaluza. Llamar corruptos, con nombres y apellidos, a destacados cargos políticos o de confianza socialista no parecía buena idea, salvo que las acusaciones estuviesen sustentadas por la correspondiente denuncia ante la Justicia. Cosa que no ha sucedido.

 

Grave error, porque se pueden decir las cosas sin necesidad de caer en la zafiedad del insulto y porque a mucha gente no le resulta admisible ese lenguaje no hace falta para defender una causa justa.

 

Uno de los últimos vídeos de Spiriman, grabado tras encontrarse amenazantes pintadas en la pared.

 

Entre denuncia y denuncia, a través de videos y declaraciones, a Jesús Candel se le fue calentando más y más la boca. Un calentón solo explicable, no justificable, por la puesta en marcha del aparato del poder institucional de la Junta contra el propio Candel en Granada, con denuncias y expedientes de por medio. (En la Junta de Andalucía, a los funcionarios denunciantes de casos de corrupción, no se les defiende, se les desprecia o se les persigue con o sin razón en la mayoría de los casos) En esa etapa, muchos cargos sanitarios de confianza, agazapados durante la batalla de los cambios y dimisiones granadinas, empezaron a enseñar la patita actuando contra Candel y los suyos de forma directa, incluso con la pretensión de lograr medidas colegiales disciplinarias. Se había puesto en marcha una contraofensiva en toda regla, había que anular a Spiriman, desprestigiarle, bajarle los humos. Gatopardismo puro, todo cambió para continuar exactamente igual, siguió denunciando Candel al tiempo que subió el tono de sus arengas y pasó directamente de las acusaciones directas por la comisión de delitos al insulto más chirriante en boca de un señor con carrera. Grave error, porque se pueden decir las cosas sin necesidad de caer en la zafiedad del insulto personal, ofensivo y porque a mucha gente no le resulta admisible un lenguaje innecesario para defender una causa justa.

 

 

 

 

Y, consecuencia de estas actuaciones parece que escasamente meditadas por Candel, la presión sobre el médico ha ido en aumento a través de las querellas interpuestas contra él por las personas aludidas en sus arengas.

Parece por tanto lógico y acertado el paso dado por Candel apartándose de primera línea como cabeza más visible del movimiento sanitario granadino. Se equivocarán quienes piensen aquello de muerto el perro, se acabó la rabia. Si lo que ha defendido y defiende Spiriman no fuese compartido por los usuarios granadinos de la sanidad pública, a día de hoy, las fusiones hospitalarias no se habrían paralizado en Andalucía. Muchos millones en juego, volatilizados para algunos, por culpa de un tipo moreno, con barba, alto, rasgos moros y algo loco que se hace llamar Spiriman. Ya sabemos que no es un héroe de comic, es de carne y hueso, aunque el lado oscuro cree que él es el problema.