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Su Graciosa Majestad pone en evidencia a Su Santidad

Los tribunales de los Estados son el mejor almajaneque para derribar las murallas que impiden circular al Espiritu.

 

La Sede Apostólica compró con fondos del Obolo de San Pedro (una aportación económica de los católicos del mundo destinada a los pobres) un lujoso edificio en Londres, como inversión, en un operación financiera en la que intervinieron cardenales, prelados, funcionarios vaticanos, financieros, constructores, brookers internacionales. 350 millones de euros, con el resultado de provocar un agujero de 100 millones de euros en los fondos de la Secretaría de Estado del Papa.

Una sentencia de 42 páginas firmada por el juez Baumgartner, del Tribunal de la Corona en Southwark revocó la confiscación de las cuentas bancarias del corredor bursátil Gianluigi Torzi, concediéndole los intereses legales, y las costas, frente al posicionamiento procesal del Vaticano que había solicitado dicha incautación como parte de su investigación de corrupción sobre Torzi a quienes los fiscales del Papa acusan de defraudar millones de euros en honorarios a la Sede Apostólica derivados de su inversión de 350 millones en el edificio de lujo en Sloane Avenue, en el barrio de Chelsea.

La sentencia cuestiona todo el procedimiento judicial vaticano en el que se ha apoyado el Pontífice para tratar de salir airoso en ese oscuro asunto financiero. Los fiscales vaticanos – promotores de la justicia nombrados por el propio Papa – mantienen la tesis de que la Secretaría de Estado fue victima de una gran estafa tramada por prelados corruptos, financieros desalmados y funcionarios criminales. Para la corte judicial de la Corona esa tesis de los fiscales vaticanos no se sostiene. No existe evidencia probatoria alguna de que Torza participara en conspiración para delinquir, ni existen pruebas de que se beneficiara de conducta delictiva alguna. El juez británico descuartiza el aparato probatorio de los promotores de justicia del Pontifice. El magistrado afirma en la sentencia que el acusado fue expresamente invitado a participar en la operación de Sloane Avenue por el propio cardenal secretario de Estado, su eminencia Parolin.

Afirma su señoría Baumgartner que la justicia papal dejó al margen de su investigación al sustituto de la Secretaría, arzobispo Peña Parra de confianza del Pontifice y colocado alli por él y al cardenal secretario de Estado Parplín que habia dado el visto bueno al convenio con Torzi. De paso afirma que el defenestrado personalmente por el Papa, el cardenal sardo Becciu causó un daño muchisimo menor que el producido por Peña Parra. Quienes han caido han sido prelados de poco nivel, funcionarios anodinos y santas pascuas.

Defiendo desde hace años que el único camino de cambio de los jerarcas de la institución que tiene el poder en la Iglesia Católica es acudir a la jurisdicción laica de los Estados y de las organizaciones internacionales ventilando ante sus jueces los delitos ocultados, disimulados o aparentemente no conocidos de los prelados y los sacerdotes. Y la continua perversion de proclamar los derechos humanos para los demas y no cumplirlos ni de lejos en el interior. Llevar a la jurisdicción penal y civil de los tribunales estatales los delitos de abusos sexuales y violaciones de clérigos ha hecho cambiar 360 grados la legislación canónica de la Iglesia. Ahora ocurre otro tanto con las finanzas y las inversiones en bienes inmuebles o en acciones o canciones, como ha puesto al descubierto Elthon Jhon a proposito de la estupidez de las bendiones a parejas del mismo sexo. Son siglos de secretismo, disimulo, soberbia prepotente, creacion de causas para exonerar a los propios jerarcas haciendo caer sobre terceros y cuartos niveles las responsabilidades cuando no habia más remedio. Los tribunales de los Estados son, a mi juicio de católico del común de fieles, el mejor almajaneque para derribar las murallas que impiden circular al Espiritu.