Cataluña

Mientras la política estatal acapara la atención de los actores de la campaña andaluza, aquí nadie habla del divorcio de Cajasol con La Caixa.

Resulta asombroso que en España a estas alturas exista un debate sobre si lo sucedido en Cataluña fue o no un golpe de Estado.

Consuela y apena observar a doña Inés bandera en mano entre las risitas de los torras y compañía. Me recordó a Juana de Arco...

El Estado se podría así valorar como una suerte de taburete sostenido por tres firmes patas: la jefatura del estado, la judicatura y las Fuerzas Armadas (FAS).

Un Gobierno débil, un Estado débil y unos policías que son cabezas de turco en un país de chichinabo.

Toda una campaña institucional de presión sobre la judicatura, por mucho que la pretendan matizar con un “es decisión que compete a los jueces”.

“¿Donde tenía la cabeza (Juan Ignacio Zoido) al organizar el desaguisado del 1 de octubre?”.

España, Cataluña, y los hogares de cualquier modelo de familia, además de lo demás, necesitan incorporar una asignatura de vida.

Tengo el pálpito que las buenas intenciones del presidente Sánchez respecto de Cataluña no nos llevarán a buen puerto.

El GPS está averiado.  Solo las próximas elecciones decidirán el rumbo del barco en el que vamos todos.