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¡Y una mierda!

He comprobado que en la playa sigue habiendo seres indeseables, que día a día y año a año dejan sus restos, sus residuos que ellos no quieren sobre la arena.

He venido a la playa de la Antilla. Y en mi primer día de dar un paseo ya he comprobado dos cosas. 

La primera, que el Ayuntamiento de Lepe nos sigue obsequiando, un año más, con sus pestilentes aromas que salen de las alcantarillas. Todavía no me explico por qué volvemos una y otra vez a este cenagal tan desagradable de olores pútridos que, año tras año, conserva nuestro este ayuntamiento como una joya preciada, como un perfume embriagador, y que nos reparte a todas las pituitarias, foráneas o locales, cuando llegan los meses de verano. ¿Tan imposible es actuar contra el foco de esta desagradable aroma?. ¿O será incapacidad/indolencia/indiferencia hacia su principal fuente de ingresos?. Porque desde que privatizaron el agua y mes a mes nos “atracan” con el recibo de Aqualia, el coste es para que las alcantarillas olieran a Chanel número 5…(por cierto, sólo falta que el recibo del agua incorporara el de la basura, para concluir: ¿será que refunden ambos servicios en los subterráneos de los calles?)

Y lo segundo que he comprobado es que en la playa sigue habiendo algunos seres indeseables, que día a día y año a año dejan sus restos, sus residuos que ellos no quieren ( por lo visto, a los demás nos deben de gustar…) sobre la arena: ya sean latas, bolsas o trozos de plástico, pañales de niño, colillas, mascarillas, etc..

La pandemia no ha servido para nada, salvo para ampliar el catálogo de objetos indeseables. A estos seres tan insociables no les ha mejorado en nada. Y yo me pregunto ¿será que ellos vive dentro de las alcantarillas y por eso no les importa compartir la porquería y lo que nadie queremos?. 

Yo me atrevo desde aquí a hacer una propuesta al resto de la humanidad: cada vez que vengamos a la playa, a la hora de traernos lo que vamos a necesitar ( sombrilla, toalla, silla,…), digamos fuerte !y una mierda!. Y echemos una bolsa, ya sea de plástico o de papel, para que al salir de la arena y volver a nuestro apartamento, recojamos al menos una de esas porquerías, recojamos una mierda, y nos la llevemos para depositarla en el contenedor adecuado.

Y cuando veamos a alguno de estos seres indeseables “olvidando” sus residuos en la arena digamosle fuerte y claro ¡una mierda!. Y cuando volvamos a nuestra casa y alguien nos pregunte ¿qué habéis traído de la playa?, digámosle “Un buen día de playa, la satisfacción de haber cumplido…¡ y una mierda!”

(Accidentalmente en La Antilla,”Lepe-stosa”)