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Alerta roja por las nuevas muertes de linces ibéricos

Nada ni nadie nos puede asegurar que la supervivencia del felino más amenazado del planeta esté garantizada más allá de unas cuantas décadas

Antonio S. Candilejo/ Redacción C.A.- Se llamaba Floreal y es el último ejemplar de lince que ha sido encontrado sin vida en el entorno de Doñana. Una nueva muerte que se suma al incesante goteo que cerca a esta especie en peligro de extinción y que, hasta ahora, nada ni nadie ha conseguido atajar.

Aún se está a la espera de los resultados de las analíticas pertinentes, por lo que se desconoce aún la causa final de la muerte de este ejemplar, aunque se sospecha que se ha producido por causas naturales, ya que el cadáver no presentaba evidencias de ningún traumatismo.

En enero de 2011 Floreal inició movimientos dispersivos y a partir de septiembre se asentó definitivamente, regentando desde entonces territorio propio en una finca a caballo entre Hinojos y Pilas (Huelva-Sevilla), donde se hizo adulto y se reprodujo con una hembra mixta (Doñana-Sierra Morena) llamada Fenda, naciendo así los primeros cachorros con el 75 % de genética de Sierra Morena en Doñana.

No es de extrañar la creciente preocupación ante estas muertes, no sólo de organizaciones ecologistas, sino también de la comunidad científica.

Durante estos años de seguimiento intensivo de la población de linces de Doñana en general, y del reforzamiento genético en particular, a Floreal, nacido en 2009, se le han conocido diez descendientes. Tres de ellos son mayores de un año y se encuentran vivos en la actualidad.

Sin embargo, el paso mes de octubre conocíamos que el cadáver de una hembra adulta de lince era hallado en avanzado estado de descomposición en el entorno de Doñana, dentro del término municipal de Moguer.

Meses antes, trascendió a los medios de comunicación que la carretera autonómica A-481, que une la localidad Chucena (Huelva) con Villamanrique de la Condesa (Sevilla), se había consolidado como un auténtico punto negro para la escasa población de linces en Doñana, cuatro de cuyos ejemplares habían muerto atropellados en esta vía en apenas diez meses.

2014, año negro

Killer, un macho de año y medio, se convertía en el último felino muerto en esta carretera comarcal. Otros tres jóvenes linces machos murieron también por atropello en esta vía: el 3 de mayo y el 27 y el 28 de julio del año pasado, lo que consolida los 18 kilómetros de la A-481 como el punto negro en Doñana de la creciente mortandad por atropello del felino más amenazado el planeta.

Diversas crónicas apuntan que el año 2014 se despidió con un triste récord: 28 linces muertos en España, de los cuales 21 fallecieron por atropello, otros seis por golpes, disparos o venenos y uno más por causas desconocidas.

No es de extrañar, por tanto, la creciente preocupación ante estas muertes, no sólo de organizaciones ecologistas, sino también de la comunidad científica. Como tampoco lo es que cada vez más personas se hagan las mismas preguntas: ¿Qué está fallando en la política de protección y/o conservación de este felino? ¿Qué podemos hacer para frenar estas muertes? ¿Podríamos hacer más para intentar salvar esta especie?

De momento, lo único cierto es que cada vez mueren más de los que nacen. Y que hasta ahora nada ni nadie nos puede asegurar que la supervivencia del lince esté garantizada más allá de unas cuantas décadas. Una pena.