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A cualquier cosa llaman chocolate

Juanma Vidal2
Juanma Vidal*

Le atribuyen al dramaturgo zamorano Miguel Ramos Carrión (1845-1915), autor de sainetes y libretos de zarzuela el célebre aforismo “a cualquier cosa llaman (las patronas) chocolate”, aludiendo al escaso valor real de algo que previamente ha sido ornado y alabado por presuntos expertos. En verdad, creo que nunca mejor aplicado el “cacareado”«presuntos» con que nos protegemos todos de caer en acusación directa al dar por ciertos algunos hechos.

Decían en época de crisis que el auténtico chocolate había sido sustituido por un sucedáneo bautizado con idéntico nombre, pero que en verdad sabía a arena. No es de extrañar que en pleno romanticismo cundiera esta expresión, pues las hambrunas siempre ha sido caldo de cultivo para la creatividad, y en España ya sabe, como reza esa frase proverbial, que “el hambre agudiza el ingenio”, pero a veces se expande como la pólvora.

En EE. UU. un niño se presenta a un concurso de creatividad con piezas de una conocida marca de construcciones infantiles y su creación desborda las expectativas. Mientras el resto de criaturitas diseñaban prototipos casi galácticos, nuestro campeón “rompió la pana” con solo una pieza de 4 botones a la que denominó “gusano”. La red Twitter se ha desbordado con decenas de miles de “RT´s” y “me gusta”. Y encima ya le han tildado de genio ¡Vivir para ver, pero si aquí encumbramos a Calatrava, cualquier cosa es posible!

 

Parecía un movimiento soberanista imparable, lleno de vigor y fortaleza, pero conforme pasan los días y las semanas, los edecanes del paladín Puigdemont se rilan por miedo e inseguridad.

 

La semana pasada, en España, el Presidente del Gobierno compareció como testigo en unas condiciones muy favorables para dar testimonio de cuanto conociera en una de las infinitas causas que sobre corrupción se ciernen sobre su partido. Más que una declaración asfixiante para que desembuchara el testigo, pareció un desfile de coros y danzas para mayor lucimiento del compareciente, al que incluso se le permitió unos ademanes y expresiones chulescas impropias de un tribunal, pero pasó la prueba y salió de rositas.

Hace dos semanas una intervención policial de calado ponía fin a una “monarquía tribal” encabezada por papá Villar e hijo, sin olvidar a sus adláteres circundantes. Parecía el golpe del siglo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Se le desposeyó temporalmente de su puesto y fue encerrado sin fianza alguna…hasta este lunes que se ha marcado una tarifa plana de 300.000€. Ciertamente es extraña la fidelidad de algunos próceres futboleros, pero lealtades más férreas han caído, así que no nos dejemos engañar. Sin embargo, parece haberse desinflado el globo.

No podía dejar de incluir el gran bluf del verano: el secesionismo catalán con final de la cuenta atrás para el 1-octubre. Parecía un movimiento soberanista imparable, lleno de vigor y fortaleza, pero conforme pasan los días y las semanas, los edecanes del paladín Puigdemont se rilan por miedo e inseguridad, dejando más solos a los infelices soñadores, que aún creen en lo imposible, MAS o menos como los idealistas del mayo francés o el mismísimo Che Guevara.

Esperemos que la nueva temporada empiece con más sustancia que con la que acaba, porque como el otoño sea un pan sin sal como este verano, yo no sé de qué van a vivir los Ferreras del mundo, pues lo que parece una bomba atómica en manos de la nueva estrella mediática, al final se queda en agua de borrajas. Ojalá los españoles no acabemos “como agua para chocolate”, dicho mexicano que significa estar molesto o muy furioso, pero me temo que ya es tarde para impedirlo.

 

*Juan Manuel Vidal es Periodista y Community Manager

@VidalJuanma