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La catadura moral de la ‘política del cambio’

 

Y qué cambio. Desde la época de la Transición, y si exceptuamos las complacencia de determinadas formaciones con el Terrorismo etarra, nunca han existido formaciones y líderes políticos que con tanta pompa como desvergüenza apoyen a criminales violentos, cuando no les acojan bajo las alas de sus partidos, ante el perdón general de la sociedad española.

Ahora sí, hemos conseguido implementar la praxis impuesta a sangre y fuego por los guardianes de la posverdad: juzgar los delitos en función de quién los comete y no en base a qué delito se comete. Porque todos sabemos que no es lo mismo que un camorrista de Hogar Social Madrid ensarte a un libertador con la bandera del Che Guevara que el que un pobre okupa se cargue a un facha que lleva unos tirantes con una bandera de España. Ambos crímenes no son iguales. Uno no está justificado y el otro sí. Largos hilos de conversaciones en las redes sociales lo atestiguan. Escuchen, escuchen:

 

No sé si hay Justicia y… cada vez sé menos lo que es la Justicia. No sé… lo que tengo claro es que la Justicia no está en los juzgados, ¿no?, ni la Justicia la dice un Juez, todo eso son pantomimas, o sea, todo lo que se trate de regular pierde el sentido. Entonces… ¿si se va a hacer Justicia? Es que ya ni siquiera me importa.

A veces, más que Justicia, y no sé si lo tengo que decir, pero yo a veces, después especialmente de lo de Patri, yo busco venganza. Y lo tengo claro, o sea, hay gente que pff…, la Justicia para mí ha perdido sentido y yo hay pff…, con cierta gente, instituciones o conceptos sí que busco venganza… Para mí la cárcel, para mí ahora más que Justicia hay p… yo me voy a vengar de todo esto. No sé cómo, no sé si violentamente, no me refiero a una venganza así tipo “ahh me voy a vengar” vengador enmascarado o algo así, pero sí hacer algo para volver a sentirme bien y decir “he logrado algo de equilibrio”.

 

Quien habla es Rodrigo Lanza, okupa violento protagonista del documental Ciutat Morta, de Xavier Artigas y Xapo Ortega, emitido por TV3 por presión de los radicales anti-sistema con los que siempre ha coqueteado la Generalitat. Y quien habla también es quien dejó tetrapléjico de por vida a Guardia Urbano Juan José Salas, por lo que fue condenado a cinco años. Este documental se centra en su figura y en la de otros condenados, trazando la tesis de que todo aquello fue un montaje policial y que todos estos delincuentes eran inocentes. En 2015 el documental recibió el Premio Ciutat de Barcelona de periodismo de la mano de Xavier Trias, aunque sus directores lo plantaron. La ahora alcaldesa de Barcelona y entonces aspirante a serlo, Ada Colau, no dudó en sacar rédito de la cuestión y apoyar en aquel momento a quien ahora se va a sentar en el banquillo por liquidar a un ex-legionario de 53 años a la salida de un pub. Sus tuits quedan ahí para la Historia, lo mismo que la reunión de Pablo Iglesias con la madre de Lanza, también activista okupa empecinada, como ahora, en defender su inocencia. Así como la participación entusiasta en el referido documental de Jaume Asens, actual Teniente de Alcalde en el Ayuntamiento de la Ciudad Condal, que además instó reiteradas veces a la Fiscalía a reabrir el caso a la vez que participaba en las ruedas de prensa junto a Rodrigo Lanza.

 

Que vaya Évole a entrevistar al policía local que quedó tetrapléjico tras un educado y civilizado debate sobre la lucha de clases y el materialismo dialéctico con Rodrigo Lanza.

 

No han sido los únicos. Jordi Évole, jalonado como paradigma luminoso del periodismo español, publicó un artículo el 26 de enero de 2016 titulado Ciutat Morta (o cómo la mierda flota)  el que dejó tristemente clara su postura:

 

“Los esfuerzos políticos, mediáticos, policiales o judiciales para silenciar la historia de ‘Ciutat morta’ habrían triunfado en otra época. Pero ya no. Empujando desde abajo se puede lograr que una noticia silenciada por los de arriba llegue a ser portada.”

 

“Gracias Xavi y Xapo por mostrarnos otra versión de los hechos, la que se quiso silenciar, gracias por denunciar la tortura y por no estigmatizar a nadie por algo tan superficial como su estética. Y, sobre todo, gracias por descubrirnos la ironía, la sensibilidad y la poesía de Patricia Heras.”

 

Ahora que el Juez ha decretado Prisión Provisional sin fianza para este luchador por los derechos sociales y las libertades civiles, me tengo que preguntar si quienes nunca han dejado de apoyar a los delincuentes y a los verdugos tendrán el valor de entonar al menos un cínico mea culpa. Lo dudo mucho porque, como se ha dicho antes, no todos los muertos valen lo mismo, al menos, para esta gente. Que vaya Évole a entrevistar al policía local que quedó tetrapléjico tras un educado y civilizado debate sobre la lucha de clases y el materialismo dialéctico con Rodrigo Lanza. A ver qué le contesta. Si ya las ideas o las posiciones no significan nada, esperemos que los hechos sí lo hagan. Y estos hablan muy claro: Andrés Bódalo, condenado a tres años y medio por la agresión al ex-teniente de Alcalde de Jódar en 2012; Diego Cañamero, acusado en más de 60 y detenido otras 50, además del proceso que el Tribunal Supremo ha abierto recientemente contra él por coacciones y resistencia a la autoridad; el antiguo miembro de ETA -arrepentido- Josetxu Arrieta; y un largo etcétera. Todos miembros de PODEMOS. Seguro que no van a ir estos ahora al Parlamento vistiendo camisetas con la cara de Víctor Laínez. No digamos ya con unos tirantes como los suyos.

 

Rodrigo Lanza quiso vengarse y lo ha hecho. De la peor manera en que puede vengarse una persona: quitándole la vida a otro ser humano.

 

En el Estado de Derecho del que reniega el okupa, toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. También él. Pero cada vez cuesta más trabajo negar la evidencia del tipo de causas y del tipo de gente que los autoproclamados mascarones de proa de la “política del cambio” apoyan. Son ya demasiadas coincidencias como para llevarnos al autoengaño. Ha tenido que venir alguien que no sabe que la actual bandera de España tiene su origen en la Marina de Guerra de Carlos III a finales del siglo XVIII -con poco que ver con los heterodoxos orígenes marxistas del Fascismo- a demostrárnoslo. Rodrigo Lanza quiso vengarse y lo ha hecho. De la peor manera en que puede vengarse una persona: quitándole la vida a otro ser humano. Si esta es la ‘política del cambio’ tengo claro que no la compro. Porque soy de los que piensa que quienes apoyan a este tipo de personas son de su misma catadura moral.