The news is by your side.

La Policía que quisimos (III)

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet

El movimiento sindical clandestino en demanda de una policía civil al servicio del pueblo nació en Sevilla, pero su semilla se fue extendiendo a otras plantillas y en Cádiz, Álava, Asturias… también hubo valientes que decidieron arriesgar su trabajo y su libertad por cambiar la situación existente en aquella policía militar. Hoy aparece aquí un documento que hasta ahora ha sido celosamente guardado por su autor “el sexto hombre”, Antonio López Domínguez, quien se encargó de cobrar las primeras cuotas sindicales a partir de mayo de 1978 y en la que aparecen las cuotas de los cinco fundadores, de él mismo y de otro compañero, así como un apartado de “otros” donde se incluían las aportaciones de otros compañeros amigos que ayudaban pero no querían ser considerados afiliados. En el margen derecho se observa un recordatorio de en qué se gastaba el dinero y llama la atención que no hay ningún nombre propio, son apodos porque el nombre en un documento como ese podía costar la expulsión de la Policía, el traslado al lugar más lejano al del destino o por aplicación del Código de Justicia Militar, por cualquiera de los múltiples delitos que pudieran imputarles, desde traición a la Patria, insubordinación, asociación ilegal o cualquier otro, que podían acarrearles muchos años de cárcel. No es exageración; lean las peticiones de años de cárcel a policías que se manifestaron en 1976, publicados en el primer artículo de esta serie. (Más historias de ese tiempo de Sevilla figuran en el libro de Pepe Tejero, “Memorias de una lucha clandestina”).

A Partir de 1980, y gracias al apoyo de un sindicato, la USP, Unión Sindical de Policías, del Cuerpo de Policía civil existente entonces (los que trabajaban sin uniforme conocidos como “la secreta”, cuyo nombre era Cuerpo General de Policía hasta 1978 y Cuerpo Superior de Policía hasta 1996, en que desapareció fusionándose con la Policía Nacional en el Cuerpo Nacional de Policía, ahora nuevamente Policía Nacional), el sindicato clandestino de la policía uniformada empezó a extenderse. Ese sindicato era el SUP, pero siempre que se cite habrá que decir que cualquier parecido de entonces con lo actual es pura coincidencia y que nada tienen que ver los principios que movieron a aquellos hombres, mantenidos durante  más de 30 años, con lo que se defiende hoy, convertido en un apéndice corporativista que desprecia los derechos de la ciudadanía.

cuotas SUP clandestino Sevilla web
Hoy aparece aquí un documento que hasta ahora ha sido celosamente guardado por su autor “el sexto hombre”, Antonio López Domínguez, quien se encargó de cobrar las primeras cuotas sindicales a partir de mayo de 1978 y en la que aparecen las cuotas de los cinco fundadores, de él mismo y de otro compañero.

Los cambios de nombre y procesos de unificación conllevaron cambios de uniformidad, pasando la policía del uniforme gris al marrón en 1978 y de este al azul en 1986.

Se produjeron muchos incidentes en los albores del movimiento sindical en la Policía; hubo policías en Asturias sancionados con cambio de destino por asistir a una asamblea de la USP; otro en Álava sancionado por negarse a que el comandante le diera el alta cuando tenía un tobillo roto con certificación médica, o aquel otro que se suicidó en Pamplona tras dos meses de calabozo, que al salir fue acusado por un meaperro falsamente, y ante el temor de volver otros dos meses al agujero se acabó suicidando.

Merecen ser destacados nombres propios que desde la USP primero, y desde la PUP (Plataforma Unitaria de Policías) después ayudaron siempre al sindicato clandestino de la policía uniformada. Estos nombres son Modesto García, José Manuel Sánchez García (q.e.p.d.) José Antonio Rodríguez, Mauricio Moya, Jesús María Corral, Miguel Ángel Santano, Juan Santano, Telesforo Rubio o Miguel Ángel Fernández-Chico Diaz (q.e.p.d.), entre otros. Eran los policías progresistas, señalados como “rojos” y odiados por sus compañeros, la mayoría policías franquistas, que llegaban a colocar sus fotos en tablones de anuncio de las brigadas policiales junto con los de delincuentes buscados y los terroristas, y algunos de los cuales tuvieron ascensos (antes vetados por no ser de derechas) y cargos importantes en gobiernos del PSOE.

A partir de 1982 la batalla por el control del sindicato clandestino en la policía uniformada se trasladó a Madrid, pues tanto los partidos políticos, los sindicatos de clase (unos más y otros menos como veremos) y el estamento militar en la Policía (Inspección General), pretendieron tener a personas afines en la capital porque era el lugar con más policías y una plataforma idónea para conseguir el control del sindicato. Esto será materia para capítulos posteriores.